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Majd huyó de su tierra arrasada por ISIS para encontrar paz y un futuro en Salta

El joven sirio ingresó al país como refugiado hace cuatro meses. En ese tiempo aprendió a hablar un español pausado. Relató el terror que se vive en su país.  
Lunes, 19 de junio de 2017 22:02
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Durante veinte horas defendió, en una segunda línea de civiles, a Skalbie, su ciudad natal. Vivía aterrado y perturbado por los constantes bombardeos del Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés) a Siria. Adjudica a ese grupo extremista la desaparición de un amigo y el asesinato de otro, con un disparo en la sien. Adjudica a ese grupo la separación de su familia, la postergación de los sueños de sus compatriotas. Adjudica a ese grupo los desastres que hoy azotan a su nación: casas destruidas, niños sin padres, personas mutiladas... 
Majd Shahood Sankare huyó de ese clima hostil e inhumano que cae sobre Siria por los sanguinarios ataques de ISIS para encontrarse con la tranquilidad que hoy le ofrece Salta. Tras estar acorralados por tormentos y preocupaciones un tanto impensadas para esta parte del mundo, el joven sirio aún tiene esperanzas en que su país recupere la paz. Confía en el gobierno del Bashar al-Assad, pero cuestiona a los países que inciaron hace años atrás una embestida contra el presidente sirio “con la mentira de las armas químicas”.

Nueva tierra
Majd tiene 27 años. Desde hace más de cuatro meses está en la Argentina como refugiado. En Siria estudió ingeniería civil, trabajaba en la construcción y en el diseño de planos y proyectos. Pero desde que el terrorismo empezó a arrasar algunos puntos geográficos de Siria, su actividad decayó. 
“Hemos tenido una buena vida antes de la guerra, ya que Siria fue uno de los tres primeros países en términos de seguridad en el mundo”, afirmó el joven.
Al arribar a suelo argentino estuvo dos meses en Tucumán y desde hace un mes y medio vive en Salta. Fue recibido por su tío Héctor Assaf y su familia.
 Días atrás, el refugiado sirio compartió con El Tribuno parte de sus experiencias, relató cómo se fue de Siria, su nueva vida en Salta y sus proyectos a futuro. Majd ingresó al país sin saber pronunciar ni una sola palabra en español. Hoy, si se le habla sin apuros, puede mantener una conversación en este idioma. Seguirá estudiando, dice, para mejorar la comunicación con los argentinos. 
Al complejo editorial llegó con su primo Federico Assaf, quien colaboró con la traducción, cuando Majd optó, en algunos pasajes, por el inglés. “Argentina tiene muy buena gente. Estoy muy feliz con mi familia”, comentó el sirio.

Su lugar
Skalbie es una localidad ubicada a pocos kilómetros de la ciudad siria de Homs. Tan solo al mirar las imágenes periodísticas o que aparecen en el buscador de Google sobre Homs es suficiente para dimensionar la gravedad de los hechos que allí se suscitan.
Calles militarizadas, edificios destruidos por misiles, personas heridas, desesperación... Majd relató que su ciudad Skalbie, de unos 23 mil habitantes, aún no fue invadida por ISIS. No obstante, recordó que en 2013 formó parte de un cordón civil que se montó, en segunda línea, para proteger el lugar. La primera barrera estuvo a cargo de los militares. 
El joven ingeniero civil, según dijo, tuvo en sus manos un arma, aunque no la utilizó, ya que ISIS no logró avanzar. 
En Siria quedaron sus padres, pero su hermano escapó a Alemania y su hermana a Suecia. “Tiraron más de dos mil bombas en seis años. La primera la arrojó un hombre en motocicleta”, describió el joven.

Su amor
Majd, por lo pronto, quiere vivir en Salta, pero planea volver a Siria a casarse con su novia, una joven que se fue a California, Estados Unidos. Quedaron en encontrarse nuevamente en el lugar que los vio crecer. 
El ingeniero quiere sellar su amor en su tierra natal y traer a su futura esposa a la capital salteña. Sus proyectos, advierte, cambiarán si mejora la situación en Siria. “Tengo esperanzas en que Bashar al-Assad termine con el conflicto”. 
El vínculo con su novia, un estudiante de la carrera de Educación Física, seguirá a través de WhatsApp y las redes sociales. Ve en Salta un sitio acogedor para vivir. “Es un lugar muy lindo, me gusta la montaña, la gente”, acotó.

Las diferencias
Majd remarca en que en Siria no hay una guerra civil, sino un ataque de ISIS. “Los extremistas son de otros lugares. Ponen bombas, cortan cuellos, secuestran y torturan. Dos de mis amigos fueron víctimas: a uno le dispararon en la frente y el otro desapareció hace cuatro años. No supimos nada más”, narró. 
Majd destacó los logros que había obtenido su país antes de los ataques de ISIS. “En Siria, la educación es gratuita y la medicina también. Las drogas contra el cáncer se dan sin costos”.
Dijo, además, que entre 2000 y 2011, antes de la guerra, la mayoría de los habitantes tenía acceso a la vivienda y afirmó que había desarrollo científico e incluso casi todas las casas accedían a internet. 
“La mayoría de los sirios quieren a Bashar al-Assad, pero los extremistas son religiosos y fueron apoyados por fuerzas externas como América, Arabia Saudita, Qatar, Turquía, Alemania y Francia”.

Aspectos políticos
El joven sostuvo que el conflicto empezó cuando esos países embistieron contra el presidente sirio y luego el Estado Islámico tuvo terreno fertil para avanzar. “Ellos trataron de destruir a Siria y su infraestructura, como electricidad, petróleo refinerías, escuelas y hospitales públicos. Algunas personas tienen que abandonar sus lugares por los problemas”, cuestionó. 
Sostuvo que los grupos extremistas armados en Siria penetran por las fronteras turca, iraquí, jordana y libanesa. 
“Siria tiene países amigos como Rusia, China, Irán, etc. Estos países nos ayudan y no necesitamos a América y Gran Bretaña”, apuntó. 
Majd profesa creencias cristianas. Antes, cuenta, en su país los cristianos eran muchos. “Los extremistas tomaron sus casas y los obligaron a vivir de acuerdo con sus opiniones y creencias”, agregó. 
Muchos, ante la ofensiva, debieron convertirse al Islam o migrar hacia otros lugares alejados del dominio de ISIS. 
Mientras transcurre su vida en Salta, Majd trabaja en un hotel de sus familiares, ubicado en la zona de Castellanos. No obstante, aspira a revalidar su título de ingeniero en la Universidad Nacional de Salta para poder dedicarse a su profesión. 
Pese a todas sus vivencias, Majd tiene entusiasmo. El Tribuno también lo visitó en el hotel donde trabaja.
 Espera que algún día la pesadilla que vive su país tenga punto final.
 

 

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