¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
5 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Italia, en la incertidumbre

Jueves, 11 de enero de 2018 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Las elecciones del 4 de marzo amenazan inaugurar en Italia una etapa de incertidumbre. Ninguna de las tres grandes fuerzas en pugna tendrá la mayoría legislativa necesaria para constituir gobierno. Resultará indispensable articular coaliciones parlamentarias, cuya materialización parece difícil, su naturaleza frágil y su durabilidad escasa.

La octava economía mundial, que viene empero de largos años de estancamiento, puede erigirse en el nuevo talón de Aquiles de la Unión Europea.

Las encuestas electorales coinciden en ubicar en primer lugar al Movimiento 5 Estrellas, una formación antisistema liderada por el cómico Beppe Grillo, en segundo término al oficialista Partido Democrático (PD), de centro-izquierda, encabezado por el exprimer ministro Matteo Renzi, y en el tercer puesto a los conservadores de Forza Italia, comandada por el cuatro veces primer ministro Silvio Berlusconi.

En esa situación, la tradición institucional indica que los "grillinos", cuyo candidato a primer ministro es Luigi Di Maio, tendrían prioridad para formar gobierno. Sin embargo, su rotunda negativa a negociar acuerdos políticos con el PD ni con Forza Italia torna casi imposible esa alternativa.

La otra variante sería una entente entre los socialdemócratas del PD y los conservadores de Berlusconi. Los partidarios de esa opción buscan justificarla en la analogía con la "gran coalición" entre democristianos y socialistas que intenta forjar Angela Merkel en Alemania.

La comparación es bastante forzada. En Alemania, los dos grandes partidos coinciden en que los resultados de las últimas elecciones legislativas imponen la necesidad de un cogobierno. En Italia, ese consenso no existe.

En efecto, la mayoría de los partidarios de Renzi rechaza una alianza con la derecha de Berlusconi. Esa resistencia tiene hondas razones históricas: el PD, nacido en 2007, es el resultado de una convergencia entre el viejo Partido Comunista Italiano (PCI), antiguamente el más poderoso de Occidente pero carcomido por el colapso de la Unión Soviética, y el ala izquierda de la desaparecida democracia cristiana, sepultada bajo los escombros de la "mani puliti", aquel gigantesco escándalo judicial que en la década del 90 hundió en el descrédito a la totalidad del sistema político de posguerra y provocó un vacío que posibilitó la irrupción de un "outsider" como Berlusconi.

Para Berlusconi, las cosas tampoco son fáciles. Si bien en Forza Italia impera un pragmatismo que permitiría digerir una coalición con sus acérrimos enemigos de ayer, sus aliados de derecha, en particular la Liga del Norte presidida por Matteo Salvini, tampoco quieren ni oír hablar de ningún pacto con el PD.

Muchos advierten también que un acuerdo de esas características despertaría una feroz resistencia en la opinión pública y fortalecería a los "grillistas", que utilizarían la victimización como herramienta para relegitimarse en una oposición frontal a ese nuevo y endeble gobierno, a fin de especular con su desgaste y erigirse en una opción inevitable ante una próxima crisis.

Un populismo del centro

Lo de Grillo suele desorientar a los analistas. Su estilo "populista" está tan lejos del perfil ultraderechista del Frente Nacional francés de Marie Le Pen como de la impronta izquierdista que caracteriza en España a Podemos. Grillo toma retóricamente ciertas banderas de los "populistas" de derecha e izquierda, pero su prédica apunta a un "populismo de centro", capaz de contener la diversidad de su movimiento. En su opinión, "no existen ideas de izquierda ni de derecha, sino ideas inteligentes o estúpidas".

El mensaje de Grillo está centrado en el ataque al "establishment" político. Su causa es "la gente". Su enemiga mortal es "la casta", una denominación genérica que engloba no solamente a la desprestigiada "clase política", sino también al mundillo intelectual, académico y periodístico que la secunda. Sugestivamente, sus invectivas no incluyen al sector empresario.

El programa del Movimiento 5 Estrellas refleja en su ambigedad ese eclecticismo. Bajo la consigna de la "revolución de los ciudadanos", plantea la instauración de mecanismos de democracia directa, como el referéndum revocatorio y la obligación de publicar en Internet los proyectos de ley como mínimo con tres meses de anticipación.

Para Grillo, las redes sociales son las nuevas formas de participación popular.

Entre los puntos más resonantes de esa plataforma figuran también la supresión de los privilegios de la clase política", entre ellos la eliminación de los "reembolsos electorales" (un subsidio estatal a los partidos políticos), la prohibición de la reelección de los legisladores más allá de dos mandatos consecutivos y la equiparación del sueldo de los parlamentarios con el "salario medio nacional".

En su juego de equilibrios, Grillo enarboló siempre las banderas del ecologismo y de un laicismo militante y, a la vez, mantuvo una postura crítica hacia la Unión Europea, que incluye la reivindicación de la soberanía monetaria y la salida del euro.

En los últimos tiempos, asumió también una postura fuertemente restrictiva frente a la inmigración. La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, una de las principales dirigentes del Movimiento 5 Estrellas, amenazó desmantelar los campamentos gitanos instalados en la ciudad. En ese giro, Grillo no vaciló en congratularse por el Brexit y elogiar a Donald Trump.

Este acercamiento a consignas propias de la ultraderecha europea hizo que irrumpa en escena una hipótesis inquietante: un acuerdo entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga del Norte, una expresión clara del "populismo de derecha", que rompería su alianza con Berlusconi y permitiría a los "grillinos" alcanzar una ajustada mayoría parlamentaria, suficiente para formar gobierno. Si bien Grillo niega esta confluencia entre su "populismo de centro" y el "populismo de derecha" de la Liga de Norte, el rumor desvela a todas las metrópolis europeas.

A tal efecto, Grillo cuenta con una ventaja insuperable. Es, literalmente, el dueño de su partido.

No se trata de una exageración: el artículo 3 del llamado "No estatuto" de la organización, establece que "el nombre del Movimiento 5 Estrellas está vinculado con un símbolo registrado a nombre de Beppe Grillo, único titular de los derechos de uso del mismo". Puede hacer y deshacer las alianzas que estime convenientes.

Esa peculiaridad incentiva la incertidumbre política. Lo único cierto es que al día siguiente de las elecciones nadie estará en condiciones de decir quién gobernará a Italia.

 

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD