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Un tiempo que nos exige pensar

Jueves, 22 de noviembre de 2018 00:00
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"La lechuza de Minerva levanta vuelo al anochecer", escribió Hegel en la Filosofía del Derecho. El búho -símbolo de nuestro CeFiSa- representa la sabiduría, porque puede ver en la oscuridad de la noche.

Hay muchos indicios de que el siglo XXI trajo aparejada una noche de la que solo saldremos con el instrumento que le permitió a la humanidad descubrir el fuego, y es el pensar. La noche de nuestra época no es una metáfora. Hay conflictos que exigen la pausa, la profundidad y la honestidad del pensamiento.

En el horizonte de la política, la aparición de líderes controversiales como Donald Trump y Jair Bolsonaro parecen clausurar la ilusión bolivariana. También, la fe republicana. Una izquierda que perdió el rumbo tras la implosión soviética y la reconversión china acusa al capitalismo por el resurgimiento de formas neofascistas. El temor a Bolsonaro es simétrico a la debacle de Nicolás Maduro. Y que los que huyen de la pobreza y la violencia de Nicaragua o Venezuela, no van a Cuba, sino a Estados Unidos.

La noche, en este caso, destruyó la confianza en la democracia y la libertad, y alimenta la autocracia.

La otra oscuridad se cierne sobre el deterioro de la Iglesia Católica. De repente, proliferan las críticas por diversos flancos y colocan a esa institución como culpable de todos los males. Sin embargo, los movimientos anticlericales (sus líderes, no sus intelectuales) muestran una fuerte dosis de maniqueísmo (que es una religión) y una predisposición a buscar un "culpable" (un valor moral) y no una causa objetiva de los problemas.

La otra cuestión cultural que no admite fanatismos es la que plantea la "identidad de género". Hasta ahora, lo que aparece en escena es un planteo - jurídico y psicoanalítico- , que sostiene que "la femineidad es una construcción cultural" y que el sexo biológico no tiene un vínculo necesario con el género "autopercibido". La "autopercepción" es un tema que no convence a la mayoría, que pone freno -por eso- a la educación sexual en las escuelas y que requiere reflexión.

Son tres de los fenómenos desafiantes que proliferan en este siglo: la regresión hacia los autoritarismos; un laicismo con fuertes componentes dogmáticos, y la perspectiva de género, bastardeada por fanatismos. La noche del siglo XXI compromete valores y agita temores. La peor respuesta es la irracionalidad, que suele ser mesiánica o restauradora. La única posible, el respeto por la condición humana.

 

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