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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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China, del Ártico al Antártico

Domingo, 30 de diciembre de 2018 00:00
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El cambio climático comienza a tener efectos en la geopolítica mundial. Sus primeras consecuencias se verifican en ambos polos terráqueos, cuyos hielos circundantes empiezan a derretirse aceleradamente. Estados Unidos, China y Rusia encabezan una competencia por acrecentar su influencia en el Ártico, al tiempo que el continente antártico se prepara para ser el terreno de una puja de similares características, de la que la Argentina forma parte.

El Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo de Estados Unidos, que estudia desde hace 39 años la situación del Ártico, advirtió que el verano de 2012 el hielo se había reducido en un 49% en relación al promedio registrado en las dos últimas décadas del siglo XX. Investigadores de la NASA anunciaron en septiembre de 2017 que el calentamiento global provoca una reducción del 1,3% anual del casquete polar ártico. De mantenerse esa tendencia, en el verano de 2030 el Ártico podría estar libre de hielo.

El clima y la defensa

Estas evaluaciones científicas dispararon nuevas iniciativas políticas de las grandes potencias. En octubre pasado, el portaaviones estadounidense USS navegó más allá del Círculo Polar Ártico. Desde el fin de la guerra fría, ningún navío de ese tipo se había internado tan cerca del Polo Norte. Miles de soldados estadounidenses realizaron maniobras en el frío extremo del Mar de Noruega, una zona donde operan regularmente submarinos rusos. "Obviamente seguimos muy de cerca el avance de los rusos y de los chinos", afirmó la vicealmirante Linda Fagan, a cargo de supervisar las operaciones de la Guardia Costera en el Ártico y el Océano Pacífico.

Esta acción conjunta de la Guardia Costera y el Ejército estadounidenses se vincula con la estrategia de defensa nacional anunciada en Washington enero pasado, que establece como prioridad detener el avance de Rusia y de China, que a medida que comenzaron a derretirse los hielos polares empezaron a mostrar su interés por los recursos árticos, desde los depósitos de combustibles fósiles y diamantes hasta metales como el níquel y el platino. En este camino, Rusia lleva por ahora la delantera. Moscú tiene más de cuarenta rompehielos y redobló la presencia de sus tropas en una zona donde Estados Unidos tiene sólo dos rompehielos. China está construyendo su tercer rompehielos y presentó un reclamo diplomático para ser reconocido como un "Estado cuasi-Ártico". Tras largas negociaciones, Beijing consiguió en 2013 convertirse en observador permanente del Consejo Ártico (CA), integrado por los ocho países costeros de ese mar: Estados Unidos, Rusia, Canadá, Noruega, Suecia, Finlandia, Islandia y Dinamarca.

Beijing marca presencia

Con Donald Trump en la Casa Blanca, Beijing busca encontrar mercados alternativos para sus productos. Para intensificar sus vínculos económicos con Europa Occidental, China añadió la "dimensión polar" a su megaproyecto de la Ruta de la Seda, a fin de conectar a través del Mar Ártico los dos extremos del continente euroasiático. La ruta del Ártico permite reducir en veinte días los habituales 48 días que tarda un buque de carga en hacer el trayecto entre Shangai, el mayor puerto de exportación de China, y Rotterdam (Holanda), el puerto de mayor volumen comercial de Europa.

La vía polar es un complemento ideal para reducir las distancias y los obstáculos geográficos y geopolíticos que separan a China del viejo continente. Navegar el Ártico exige la construcción de cargueros con cascos especiales, rompehielos y limitar las actividades al verano polar, pero puede resultar más rentable que el ferrocarril, en cuyo trazado y viabilidad se están realizando igualmente grandes avances, a pesar de las dificultades políticas de Asia Central y la inestabilidad de Medio Oriente. En enero de 2018, China publicó el "Libro Blanco" de la Ruta de la Seda, que reivindica su derecho a navegar por el Océano Ártico de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que garantiza la libertad de circulación en aguas internacionales. Con esa publicación, Beijing aclaró que no tiene ninguna pretensión territorial sobre la región, sino que pretende abrirse camino a través de la cooperación con los miembros del Consejo Ártico. El principal socio de China en el Ártico es Rusia, que reemprendió la explotación de sus territorios septentrionales, semi abandonados luego de la desintegración de la Unión Soviética.

China invirtió 12.000 millones de dólares en el yacimiento de Yamal, ubicado en el norte de Siberia y adentrado en el Círculo Polar Ártico, que es uno de los mayores emprendimientos de gas natural licuado (GNL) en el mundo y que en 2022 duplicará la producción rusa de ese gas.

Las tres vías del norte

La Ruta Marítima del Norte tiene tres vías de navegación: el Paso del Noroeste (NWP), que transcurre junto a las costas de Alaska y Canadá y reduce en un tercio el tiempo de los cargueros que navegan entre Nueva York y Shangai, el Paso del Noreste (NEP), que bordea el territorio ruso hasta alcanzar las costas de Noruega, y la Ruta Marítima Transpolar, que transita por aguas internacionales entre esos dos pasos pero que hasta ahora sólo pueden realizar pesados rompehielos. En 2017, el buque chino de investigación Xue Long fue el primero en recorrer las tres vías. China apuesta por el paso del Noreste, una alternativa que en principio no colisiona con Washington. Para estrechar vínculos con otros miembros del Consejo Ártico, los chinos negociaron diversos proyectos, desde la construcción de una gran embajada en Islandia hasta la financiación de un tren de cargas que desde noviembre de 2017 conecta la ciudad finlandesa de Kouvola con Xi An, la antigua capital imperial y extremo oriental de la antigua Ruta de la Seda iniciada hace veintidós siglos por comerciantes chinos a lomo de camellos. También adquirieron una fuerte presencia en Groenlandia, una enorme isla de hielo con una superficie que casi quintuplica a la de España, cuyos 55.000 habitantes encontraron en Beijing un buen aliado para fortalecer su economía con vistas a su ansiada independencia de Dinamarca.

Esta ambición estratégica de Beijing, que moviliza también la atención de EEUU y Rusia, no se limita al Polo Norte, sino que también se proyecta hacia el continente antártico, otra región del planeta que también sufre las consecuencias del cambio climático y la puja por las nuevas posibilidades que este fenómeno abre en relación al aprovechamiento de sus inmensos recursos naturales, sobre los que también proyectan sus intereses Gran Bretaña y Chile. China, que en 2017 consiguió ser la sede de la reunión del Tratado Antártico, tiene ya cuatro bases en la Antártida y planea construir un aeródromo en el continente blanco. ¡Teléfono para la Argentina!.

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