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Las lluvias siguen sorprendiendo a los pobladores de la Quebrada del Toro. Los registros para esta época, cuando apenas ha comenzado el otoño, son atípicos en la estación caracterizada por el gris de sus nubes y de los primeros vientos gélidos que ingresan a la zona del oeste salteño.
La tormenta de antenoche provocó desmoronamiento de tierra, piedras y lodo sobre la ruta 51, a la altura del paraje Ingeniero Maury, a tan solo 200 metros del Destacamento de Gendarmería que controla este camino internacional que une a la Argentina con Chile.
Sobre el kilómetro 57, el deslave de unos 800 metros de ancho se deslizó por la ladera de un cerro y terminó por sepultar la cinta asfáltica de la ruta nacional 51 y parte del ramal ferroviario C-14.
La lluvia estuvo acompañada por rayos y truenos que se escuchaban a varios kilómetros de distancia.
"Muy fuerte fue la tormenta, dejó barro en la ruta, no sabemos qué pasó tierra adentro. Por ahora sabemos que no hubo damnificados y los daños fueron en la ruta. El tiempo está muy cambiante, y ahora debemos ser más precavidos en esta zona", contó Raúl, integrante de la comunidad aborigen Santa Rosa de Tastil, del paraje homónimo.
Apenas amaneció ayer, maquinaria vial de la empresa Pige, responsable del mantenimiento de este sector de la ruta internacional, junto a personal técnico de Vialidad Nacional, realizaron el despeje de calzada para poder dejar liberado el paso a camiones de empresas mineras y vehículos particulares que estaban varados de ambos lados del deslizamiento del cerro desde el día anterior.
Temor de los pobladores
Los pobladores de la zona temen este tipo de deslizamientos que bajan de las cumbres y que ocurren casi siempre por lluvias frecuentes y arrasan con todo a su paso.
El año pasado, en enero, murieron dos puesteros a esta altura de la geografía. Un alud de gran magnitud tras unas lluvias repentinas bajó embravecido por las faldas de los cerros cercanos al paraje Abra la Cruz, a pocas horas a caballo de Pascha.
Los deslaves se multiplican en varios aluviones cuando bajan a la parte baja de la quebrada. Siempre dejan ganado muerto, casas destruidas, plantaciones estropeadas, caminos y asfalto deteriorado. En esta oportunidad, el alud de barro y agua se deslizó sin causar daños.
En algunos extremos llegó a tener 80 centímetros por un ancho de 880 metros. Vialidad Nacional, apostada en la zona, advirtió a todos los automovilistas que circulen con precaución por esa ruta. La maquinaria seguirá trabajando hasta despejar del todo esa zona de Maury, tan frecuentada en esta época de Semana Santa, porque en su camino se encuentra, kilómetros adelante, el Centro Eclesial de Alfarcito, las ruinas arqueológicas de Santa Rosa de Tastíl y es el camino obligado para llegar a la localidad de San Antonio de los Cobres.