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Nuestro país ha sido sede de la décima culminación del Grupo de los 20 países más poderosos del planeta, con la realización de la Cumbre de Líderes.
A un mundo multipolar que emergió apenas meses después de finalizada la administración Alfonsín, hoy atrasados, pero por fin, estamos erigiendo bases que dependerán de nosotros que se vuelvan sólidas, para permitir a los próximos gobiernos de tener igualdad real de condiciones y estratégica neutralidad con todas las potencias globales, sin caer en la ambigedad de la bipolaridad capitalismo - proteccionismo, y sin caer en prácticas que nos deshonren como país, como las relaciones carnales.
Los países que forman el G-20 se reúnen anualmente con el objeto de lograr, en lo teórico y mediante el consenso de sus miembros de superar las problemáticas geopolíticas recurrentes que se presentan, intentar mejorar el empleo y garantizar el sostenimiento de un modelo de desarrollo global sustentable y equilibrado que hoy por hoy dista de cumplimentarse. Para ello, trata de conseguir, por medio de varias cumbres a lo largo del año, que se adopten variadas normas para favorecer la equidad. Sus mandatos no son vinculantes, por lo que el cumplimiento de sus recomendaciones depende de la voluntad de los países miembros a través de todo su arco político.
Durante 2018, Argentina ha presidido este foro global que concentra el 66% de la población total mundial, en el que nuestro país representa el 0.98% de ello; y el 85% de la creación global de riqueza, en la que nuestra participación es del 1.02%. Puede parecer poco, pero la República Argentina es hoy la 21 economía más desarrollada del planeta, la tercera en Latinoamérica y la quinta en el continente americano, no menor considerando que en el mundo existen 194 países reconocidos por la ONU.
Es clave mencionar que hace 100 años atrás, y hasta 1967, tuvimos la oportunidad de estar entre las diez economías más desarrolladas del mundo, incluso por sobre España, Italia y Brasil, con un dato aún novedoso para los manuales argentinos pero que, según el Proyecto Maddison de la Universidad de Groningen, en 1895 y sólo por única vez en nuestra historia Argentina fue, por lo menos estadísticamente, la economía más desarrollada del mundo. Momento en que Estados Unidos nos miraba con recelos en su "América para los americanos".
Ese logro como Nación, no supo ser sustentado en el tiempo, y en su lugar recurrimos a políticas económicas internas y externas muy erradas, que nos han depositado en un estancamiento mundial crónico desde 1998. Sin una clara y verdadera invención digital, tecnológica y científica en todos los actores de la economía nacional, nos dejarán para el año 2040 incluso fuera de las 30 economías más importantes del globo.
La UCR y el mundo
En el plano político internacional, la Unión Cívica Radical contribuyó mucho a la historia de las relaciones exteriores en cuanto a la autodeterminación o la tradición juridicista se refiere. Buscó en las relaciones exteriores su realización y su consolidación como motor de desarrollo económico, social y cultural entre los pueblos. En las palabras de Yrigoyen, "los pueblos de este continente no deben permanecer aislados unos de otros, ante la actual convulsión universal, sino congregarse a efectos de uniformar opiniones y coordinar en lo posible el pensamiento común en la situación por que atraviesa el mundo". El G20 Argentina 2018 ha concretado más de 60 reuniones a lo largo del año y en todo el país. Desde la infraestructura para el desarrollo o el futuro alimentario, pasando por la perspectiva de género hasta la capital importancia hacia el futuro que se le planifica a los jóvenes en el campo laboral, en el marco del paso de la Tercera Revolución Industrial a la era de la Revolución Digital, que nos encontrará a todos reunidos nuevamente en la Exposición Mundial Buenos Aires 2023. Todos aquellos foros han dejado comunicados finales de consenso y se esperó el definitivo que tuvo lugar el sábado 1 de diciembre en la Cumbre de Líderes. Que nuestro país se haya mostrado al mundo con la firmeza y el nivel organizativo que efectivamente brindó habla de que, cuando nos encolumnamos en un objetivo común de país, varias son las aristas políticas en las que logramos congratularnos. Acá podremos mirar de ahora en adelante a la hora de planificar las políticas externas de nuestro país. Como señala Paradiso, los gobiernos radicales "siguen poniendo el énfasis de siempre en la dimensión económica de la política exterior", que tiene un punto de apoyo en América, aunque no de manera exclusiva.
Superar el aislamiento
Quizás por fin con ello y siguiendo la tradición en las relaciones exteriores heredadas, podamos dejar atrás el estructural aislamiento comercial y cultural que se inauguró en 1946, y que sus intermitentes aperturas mundiales en los 70 y 90 que más mal que bien le han hecho al país, ya no encuentren lugar en el siglo XXI en la falta estratégica de planificación y multilateralidad que ellas tuvieron. Los acuerdos cerrados al mismo nivel y de colaboración estratégica en simultáneo con EEUU, China, Rusia, India y Brasil cumplen las intenciones políticas y electorales que la Coalición Cambiemos tuvo con su electorado y con la Nación. Depende ahora de nuestros legisladores que ellas se materialicen, el Poder Ejecutivo ya hizo su parte. Ello puede significar que deban reestudiar antes de actuar, ya que una debilidad antes admitida es más fuerte que un error tardíamente aplicado a los intereses de la República.
Aquellos logros que diplomáticamente se han materializado, hoy lo hicieron en lo gramático. La realización de ellos escapa a una administración de Gobierno, nada quitará jamás una cumbre histórica que escribirá los libros de la Sudamérica contemporánea, en la que nunca antes se vio tanto poderío mundial por kilómetro cuadrado en esta parte del globo, y en este país, el que ya tan recurrentemente acostumbrado a los ciclos de crecimiento y caída de su PBI está y el único país que pasó de ser desarrollado y un ejemplo mundial, a uno subdesarrollado que se encuentra aún hoy entre los países más cerrados al comercio del mundo, que posee un 33% de su economía en negro producto de una presión fiscal impositiva que hoy es una de las más altas del mundo que no invita a la creación de nuevos emprendimientos y toma de nuevo personal en ningún distrito del país y que da, linealmente por ello, resultado a lamentar un 30% de compatriotas bajo la línea de pobreza y casi 10% de desocupación. A todo país le toca su hora, y parece ser esta la nuestra, la que tuerza el camino descendente de 78 años para volver al camino del crecimiento y el desarrollo económico y social de un país ante el mundo que, como el nuestro, jamás debió de abandonar.