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28 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Isabel Soria: “Todavía dicen que las chicas son putas porque quieren y que no existe la trata rural”

Entrevista a la creadora de la Fundación Volviendo a Casa. 
Domingo, 27 de enero de 2019 00:55
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Desde 2009, la fundación Volviendo a Casa lucha contra la trata y el tráfico de personas desde su sede central en Tartagal, en el norte de la provincia de Salta, a partir de la invisibilización que había en la zona de la trata laboral y de la naturalización de la explotación sexual de mujeres, de niñas y de chicas trans. 
La fundadora, Isabel Soria, relató a El Tribuno las acciones que lleva adelante la organización para sensibilizar y prevenir estos delitos no solo en Salta y en la Argentina, sino también en Bolivia. Desde el 1º de enero ella es la referente regional del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM), aunque sigue colaborando con la ONG.

¿Por qué le parece importante sensibilizar y prevenir la trata y el tráfico de personas?

Porque es la única forma de que se tome conciencia de que puede haber una persona en situación de vulnerabilidad. Los niños y los adolescentes dicen con naturalidad: “Si a una chica le pagás una cerveza, te entrega el culo”. Tienen el concepto de que a la chica le dan de tomar, le dan bebida y ellos tienen “derecho a” porque se está vendiendo. Eso está naturalizado y hay una situación de vulnerabilidad atrás. 
No existe la prostituta vip ni la prostitución vip. Siempre hay alguien atrás. Los famosos departamentos, que dicen que cada una alquila porque quiere o se juntan de a dos o tres chicas para trabajar porque ya en la calle no es seguro, cuando una investiga un poco más a fondo, se da con que todos tienen los mismos recibos de sueldo como garantes. ¿Quiénes son esos tipos? Son todos hombres, que dicen que las ayudan. Tienen listados, las buscan, les entregan preservativos o bolsones. Entonces, ¿qué es eso?, ¿no es fomentar la explotación sexual? “No -dicen-, no tenemos que perseguir a las compañeras”. Fabuloso, no las persigamos, pero que no les den esa única opción diciéndole: “Tomá, preservativos para que sigas prostituyéndote o un bolsón porque esto es lo único a lo que podés acceder”. Ese es el mensaje que se les transmite, lo que se le quiere decir a la otra que esta ahí. No se la quiere cuidar. Es mentira. Quieren cuidar a los mal llamados “clientes”, que son prostituyentes, en realidad. 

¿Cómo trabajan en la sensibilización y en la prevención?

En un momento entendimos que no podíamos trabajar la trata de personas solo en los barrios, sino que teníamos que hacerlo desde las escuelas. Empezamos a sensibilizar allí a través de videos debate que son los que más llegan a niños, niñas y adolescentes (NNyA). Estos cortos, hechos por Sol Bonelli, una productora muy importante de Buenos Aires, se llaman “Se trata de nosotros” y hablan de los distintos tipos de trata de personas y duran entre 20 y 25 minutos. Con esos cortos trabajamos con los chicos e incluso con adultos. Son muy movilizantes. Los financió Presidencia de la Nación en el Gobierno anterior y nosotros los usamos con ese fin.

¿Por qué considera importante trabajar con NNyA?

Para que no sea naturalizada la explotación de los cuerpos de las personas y sea considerado un delito desde la niñez, para que no sean futuros consumidores de explotación sexual.

O sea que es un trabajo a largo plazo...

Es que todo es un trabajo a largo plazo, igual que las charlas y los grupos que hacemos con el Ministerio de Asuntos Indígenas y el de Derechos Humanos, que han apoyado dos proyectos fundamentales: Los hijos de la violencia y talleres familiares. Los hijos de la violencia es un proyecto que se trabaja hace tres años con las chicas que fueron víctimas y con sus hijos. Tenemos que trabajar con ellos para cortar el círculo de la violencia. Eso es fundamental para que eso que ellos veían como natural, como algo normal, sea sacado de ese ámbito. Se la contiene a la mujer y al marido porque ahora existe un programa del Ministerio Público en que los varones victimarios que han sido denunciados van a talleres, charlas y demás. ¿Y de los chicos, quién se hace cargo?, ¿por qué hay cada vez más víctimas de violencia en los noviazgos adolescentes? Porque hay un ciclo que se está repitiendo; entonces ahí es adonde vamos.

La fundación se dedica también a buscar personas...

Sí, ahora tomamos una trascendencia muy importante en la búsqueda de personas. Tenemos un contacto permanente con Missing Children, con el Ministerio de Seguridad de la Nación, con el de Derechos Humanos y Justicia, con la Línea 145... Hicimos denuncias de prostíbulos, de chicas que son prostituidas, de lugares en el campo donde hay gente en situación de trata. Nos empezamos a poner del otro lado: hacer las denuncias, buscar a las chicas y tener contacto con las diferentes fuerzas de seguridad para que sean encontradas. Hoy logramos tener un nombre y, por lo menos, desde los medios de comunicación, cuando desaparece una chica o aparece nos tienen como referentes; incluso nos llaman de Buenos Aires y del sur para que busquemos chicas. El método nuestro, por lo menos hasta ahora, funciona. Es lo que hacemos siempre y cada vez que las chicas están desaparecidas e intervenimos, como por arte de magia, aparecen.

¿Cuál es el método que usan?

Lo primero es comunicarnos con los familiares y pedirles que hagan la denuncia, si aún no la hicieron; que nos manden una foto de la denuncia y una autorización para publicar la foto de la persona desaparecida y para habilitar los medios necesarios para la búsqueda: comunicarnos con la Policía, hablar con la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) y ver si hay algún abogado para que los asesore. Todo eso lo hacemos desde la fundación. Nos comunicamos con la prensa cuando desaparece una persona y cuando aparece también. Esa es una forma de presionar. 

Aún se escucha que muchas chicas se van porque quieren...

Sí, desafortunadamente tenemos dentro de la sociedad todavía muy enquistado el tema de que los chicos se van porque quieren o de que las chicas son prostitutas porque quieren o de que la gente que está en los campos trabajando porque es lo fácil. Hace más de 10 años que está la ley (26.364, de Prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas) y, sin embargo, todavía dicen que las chicas son putas porque quieren y que no existe la trata rural, que existen solo trabajadores golondrina o trabajadoras sexuales, legitimando delitos. 
Son muy pocos los medios de comunicación que toman los casos como de chicas desaparecidas. Otros directamente dicen: “Se fueron de joda y aparecieron sanas y salvas”. No ven todo el trasfondo que hay atrás, como el caso de Ana María Gray... ¿Cómo puede ser que una mujer de pueblos originarios se haya ido y haya abandonado a sus dos hijos de nueve años? Ella dijo eso y lo firmó. Yo también firmaría eso, si viniera la Policía al lugar donde me tienen y no me sacaran de ahí para que yo esté en libertad y exprese lo que a mí me pasa. De ese caso en particular yo tengo la tranquilidad de que como fundación hemos denunciado a la Línea 145 y la investigación continúa por lo menos en la Protex.

¿Por qué dicen que ningún chico se va porque quiere?

Nosotros hicimos un eslogan que ya está como muy internalizado en la prensa: “Ningún niño, niña o adolescente se va de su casa porque quiere; siempre hay alguien o algo que lo incita a hacerlo”. Algo es una situación de abuso, de vulnerabilidad, de violencia que está viviendo; alguien es porque ese chico o esa chica se va porque alguien le ofreció algo o fue engañado o captado. Algunos pseudoperiodistas en algún momento dijeron que los familiares tienen que pagar ahora el dinero que se gastó en la búsqueda de las menores desaparecidas. Imbecilidades así hay millones, pero lo importante es que ahora ya la gente no lo piensa de esa manera. Ahora se preocupa y cuando aparecen dicen: “Qué bueno. Ojalá se resuelva la situación en la casa”. Ya es diferente el mensaje y eso lo logró la fundación Volviendo a Casa, que no soy yo sola; son un montón de personas que trabajan, que se preocupan. 

¿Qué desafíos tienen pendientes?

Salta, Jujuy y Tucumán son provincias que están muy relacionadas con la trata laboral en cuanto a condiciones inhumanas para comunidades de pueblos originarios y para ciudadanos bolivianos. Entonces, con el consulado argentino en Bolivia empezamos a trabajar ya hace siete años en charlas de sensibilización y prevención en el sur de Bolivia. Fuimos llevando sensibilización y armando redes nacionales e internacionales. Hoy la fundación tiene una sede en La Paz y otra en Tarija. Sin embargo, el protocolo de asistencia a víctimas en el exterior sigue sin existir. No tenemos trabajo conjunto de investigación entre la Argentina y Bolivia en casos de trata; mucho menos de asistencia. Si se va este Gobierno o el de Bolivia, no quedan las instituciones conectadas, sino personas que están conectadas.
 

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