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Me preocupa lo que voy a escribir porque el tema desborda mis lecturas y experiencias; quisiera tener más certezas sobre los pobres y la pobreza pero solo encuentro abundantes estadísticas, múltiples teorías e infinitas opiniones. Aunque una solo cosa se recorta nítida sobre el resto: los pobres de Argentina permanecen inmutables y cada año se suman más. Entonces, mi abordaje no será académico ni científico sino libremente evocativo de los debates que viví, caóticos y dispersos, en la Córdoba efervescente de los años sesenta y setenta. Recordaré imágenes, palabras y sensaciones referidas a los pobres por primera vez instalados en un debate mayor. Trataré de ordenar algunos conceptos de entonces para verlos ahora, atravesados por imágenes subjetivas.
El catolicismo de los '60
La Iglesia es protagonista fundamental de la discusión al presentar dos posiciones: la visión preconciliar, para la cual siempre habrá pobres y desigualdades sociales, pues los hombres son iguales en libertad pero no en talentos.
En el orden natural son los últimos de la estratificación, y merecen misericordia y compasión: son objeto de ayuda y caridad. Pero la visión posconciliar habrá de imponer la opción preferencial por los pobres a la luz de las diferencias de clase irritantes observadas y la explotación del hombre. Evangelizar es construir el hombre nuevo, justo y solidario, y merecen el compromiso testimonial: son objeto de concientización. Se discute en las parroquias, campamentos, bares, peñas y boliches. Flotan canciones de encuentro, colores psicodélicos, amores furtivos, libros y rituales nuevos.
Debates en mesas de cristalería y porcelana, en bodegones sórdidos, en salones distinguidos y clubes de barrio. Pax vobis, Cristo vence, curas obreros, llegaron ya los reyes y eran tres: Fidel, Mao y el Che. Pío X, García Elorrio, doctores y profetas.
Pobres y proletarios
Las izquierdas toman el otro protagonismo, sorprendiendo con una distinción doctrinaria entre el pobre y el proletario. El pobre es quien no tiene para comer, el indigente, el desdichado que, además, se rinde agradecido ante el que le da una limosna. Desconoce las causas de su situación y se sitúa peligrosamente cerca del "lumpen - proletariat", disponible para cualquier manipulación. Merecen simpatía y son objeto de comprensión. Mientras tanto, el proletario es el obrero explotado por el capitalista, que lucha por sus conquistas sociales. Por eso tiene solidaridad de clase, a solo un paso de la conciencia de clase. Serán las vanguardias las impulsoras del salto cualitativo por el cual superarán la ideología burguesa asumiendo la nueva conciencia. Merecen militancia intensiva y son el sujeto de la revolución. La atmósfera se tiñe de debates y proclamas que impregnan la cultura, en sostenida penetración sobre la sociedad cordobesa. Los nuevos templos de discusión son las universidades y las artes, para la denuncia y testimonio. Censura y represión. Pampillon. Juventud que se apropia de la noche. Conciliábulos. Disertantes clandestinos. Nacionalistas cultísimos y marxistas de la Patrice Lumumba. Místicos cristianos de las catacumbas. El invisible comandante Mangrullo. El cordobazo, López Au franc y Tosco.
Proletarización de universitarios. Sitrac-Sitram. Abrazos y clandestinidad. Grupos insurgentes. Terror y represión. Inmolación. Dios lo quiere. La historia lo quiere.
Después, la larga noche. Triste y cruel. Fracasos sucesivos, donde la democracia llega a los tropezones. Preámbulo, ilusión desmesurada, reagrupamiento de justos y pecadores, pugnas de mezquindades, marketing de vanidades y un lento pero sostenido desencanto, incluyendo el cambio de siglo. ¿Y los pobres?
Miradas y olvidos
Los pobres siguen su destino de multiplicación, aunque considerados desde otros ángulos y estrategias.
Aquí es donde el Estado asumirá el mayor protagonismo, desempolvando viejas prácticas de Asistencia Social pero remozadas: volverán los bolsones de alimentos, se agregarán elementos escolares, vestimenta, farmacia, comedores, cooperativas, viviendas y, por último, los subsidios para diversas necesidades.
Pero entran en escena los Movimientos Sociales participando también de esta asistencia estatal, como administradores de los recursos o peticionantes desde las bases.
Deben agregarse a la lista algunos cultos religiosos con marcada presencia territorial focalizando su ayuda a los pobres desde otro lado: por la Iglesia Católica, además de sus clásicos organismos sociales, se destacan los curas villeros promovidos por Francisco, pero conectados e integrados como movimientos sociales similares a los otros. En cambio, la novedad vendrá por algunos cultos neoevangélicos: su apostolado llega a los hogares ofreciendo ayuda ante las urgencias del alcohol, la droga, el delito y la desocupación, para culminar el proceso de salvación asumiendo una nueva actitud de vida que lo conduce a la superación, merced a su iniciativa y despliegue individual.
Los nuevos actores
Por último, y con creciente penetración soterrada y sinuosa, aparece la asistencia social de organizaciones delictivas como proveedores de microcréditos, financistas de miniemprendimientos, protectores de peligros y premios a lealtades.
Suena estridente el Chaqueño y Galleguillo, las equinas se pueblan al anochecer, niños y mayores duermen temprano, gritos y piedras, motos fugaces, cumbia y cuarteto, alguna bala perdida. Cortes de luz y de agua, garrafa social. Empieza a clarear. Madres con el niño en brazos para llegar primero a la salita. Bicicletas. Abre sus puertas el comercio polirrubro. El sol quema. Madres pudorosas llevan sus niños a la escuela. Los comedores acomodan caballetes y cajones. Abuelitos perdidos, merendero, huerfanitos. Charcos y barro callejero. Maestra jardinera impecable guía niñitos uniformados de la mano. Patrullero observa a paso lento. El sol se compadece, sillas en la puerta, ronda del mate, espectáculo del ver pasar. Oscurece, piperos, amores prohibidos, niños y mayores duermen, gritos en la esquina, motos fugaces.
La ilusión y el desencanto
¿Cuántos años pasaron desde aquellos tiempos hasta hoy? ¿Cuántas veces la esperanza iluminó los rostros argentinos para apagarse después?
El terror y la muerte quedaron atrás, como la alternativa entre dictadura y democracia también; pero ¿acaso no vivimos hoy la nueva alternancia entre ilusión y desencanto? Será posible que solo dos certezas no admitan discusión mirando el recorrido desde entonces hasta ahora: ¿que los precios nunca bajan y que los pobres siempre aumentan? Intentaré, porque es un imperativo, reflexionar un poco más procurando echar luz sobre el debate, que está presente entre nosotros, con más preguntas que respuestas y más dudas que conclusiones.