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Eric Boman, arqueólogo y jefe de la sección Arqueológica del Museo Nacional de Historia Natural Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, tomó conocimiento y sólidas referencias a través del P. León Strube sobre la posesión del ingeniero Víctor J. Arias, salteño y propietario de una importante colección arqueológica reunida en las excavaciones para el dique de San Carlos, estableciéndose entre ellos una interesante correspondencia. Este último fue consultado por el arqueólogo sueco argentino sobre pipas de fumar -denominadas cachimbas- usadas por los indios antiguos en las culturas andinas en la América del Sur.
Eric Boman había nacido en Falum, Suecia, el 5 de junio de 1867. En 1901, se inició en la Arqueología en la expedición del barón sueco Erland Nordenski"ld con quien recorrió los valles de Salta y Jujuy, especialmente la Quebrada de Humahuaca. Junto a Eric Von Rosen recorrió Purmamarca y exploró el nevado de Chañi. Posteriormente, participó de la expedición del marqués Georges de Crequi- Montfort y E. Sénechal de la Grange, En esta oportunidad, realizó una sistemática exploración de la Puna jujeña y del Territorio Nacional de Los Andes, momento en que descubrió Tastil, importante asentamiento en la Puna de Atacama.
En estas andanzas, recopiló sus descubrimientos en el libro "Antiquités de la región andine de la Republique Argentine et du désert d' Atacama", que incluye cartas, dibujos y fotografías, en dos tomos, publicado en 1908 en francés con el sello de la Imprimerie National, Paris.
El trabajo de Boman fue reconocido por la Academia de Inscripciones y Bellas Letras de Francia con el premio Loubat. El original se encuentra en el Musée de l'Homme, en París. El libro es uno de los primeros estudios arqueológicos exhaustivos del noroeste argentino.
El erudito Arias
Cabe considerar que el ingeniero Víctor José Arias Figueroa, graduado de ingeniero civil en la Universidad de Buenos Aires, ejerció la docencia en el Colegio Nacional de Salta y era aficionado a los estudios arqueológicos, como así también hombre de una sólida cultura, caracterizándose por su interés en la historia local. Descolló como arqueólogo, investigando los yacimientos de los Valles Calchaquíes, dejando escritos inéditos sobre sus experimentos.
Se dedicó a organizar un museo en un esfuerzo que le demandó varios años de paciente dedicación relacionados con la prehistoria, y logrando reunir una colección de más de 1.500 piezas.
Fue un eficaz colaborador en la obra "Arquitectura colonial de Salta", autoría de Miguel Solá y prólogo del doctor Carlos Ibarguren, exministro de Información Pública. Para la edición de esta publicación, el ingeniero Arias facilitó al dibujante salteño Jorge Auspurg objetos antiguos, fotografías y utensilios de su colección privada y datos técnicos sobre perspectiva y otros detalles sobre arquitectura. Se aprecia con nitidez la fina ilustración de Auspurg de cerraduras, pasadores, llaves de hierro forjado aportadas por el coleccionista Arias.
Entre sus inquietudes figuraba la filatelia, habiendo formado una importante colección de estampillas postales, cuando solo era un estudiante secundario.
Se aproximó a la genealogía, dejó en preparación el árbol genealógico de las familias Arias, Figueroa, Cornejo y Toledo, a las que él pertenecía. Otra disciplina a la que se dedicó con entusiasmo fue la Historia. Recopiló numerosas informaciones relativas a la Historia de Salta, y escribió algunos artículos valiosos sobre temas de su especial predilección.
Una nutrida correspondencia
Eric Boman era poseedor de una buena colección de pipas de Catamarca y La Rioja, habidas en sus expediciones de excavación, pero desconocía las de la zona de los Valles Calchaquíes salteños.
En su interés por acercarse a esta colección, mantuvo una frondosa correspondencia con el ingeniero Arias, requiriendo para ello el envío de fotografías con la descripción de las medidas de las pipas, esto es: largo del tubo horizontal y de la rama ascendente, diámetros exteriores de los mismos y diámetros de los canales interiores.
Adjunta a la misiva, sus propias publicaciones sobre el tema, especialmente el Boletín Oficial con el nuevo reglamento para excavaciones arqueológicas, al que caratula como "casi draconiana esa ley, pero probablemente no será aplicada sino en casos aislados".
Anticipa que todavía no había fondos para la creación de la Oficina de Yacimientos que se explicita en el reglamento e invita a Arias a conocer su propia colección.
En otra epístola, fechada el 23 de marzo de 1932, Eric Boman inquiere sobre la existencia de pipas en la Quebrada de Humahuaca, en el norte del Valle Calchaquí y en el Valle de Lerma. Le comparte a Arias su idea: "Según conozco hasta ahora, parece que la distribución geográfica de las pipas de hornillo en forma de embudo coinciden con los límites de los antiguos diaguitas y su idioma, el cacan. El asunto es muy interesante".
El ingeniero Víctor J. Arias remitió a Eric Boman las fotografías con las descripciones solicitadas, más los datos que estimó de interés.
En 16 de abril de 1922 apresura una explicación para la información aportada desde Salta: "En cuanto a los fragmentos de tubos que usted ha encontrado en San Carlos, son con toda seguridad fragmentos de pipas análogas, a juzgar por la descripción que Ud. me hace de uno de ellos: "de orificio muy estrecho (13 milímetros de diámetro) teniendo el tubo 2 centímetros de diámetro y estando aún lleno de cenizas'".
Según la teoría de Boman, los indios habrían colocado una paja en el orificio estrecho para poder absorber el humo sin ser molestados por los residuos que quedaban dentro del tubo.
En la misiva, también averigua sobre la posibilidad de asociar las pipas con urnas funerarias decoradas conteniendo esqueletos de párvulos, práctica funeraria habitual en los aborígenes de la región andina.
Del intercambio epistolar entre Arias y Boman, surge también la existencia de otros restos arqueológicos en posesión del señor Díaz Olmos y otros en manos de don Segundo Díaz Soler, halladas en Seclantás en una bóveda subterránea. Estas últimas “cachimbas” (que se traducen como pipas).
También se detectan más piezas arqueológicas en posesión del señor Manuel Delgado. Este nuevo conocimiento le permite inferir a Eric Boman, que Cachi se ubicaba como jalón septentrional para la distribución geográfica de las pipas.
En 19 de julio de 1922, le dirige correspondencia a Boman en la que expresa: “En el departamento de la Candelaria de esta Provincia, he encontrado ruinas de una exploración: los pequeños trozos de alfarería que tengo, algunos pintados y otros con decoraciones grabadas demuestran una cultura no inferior a la de los Calchaquíes, a pesar de que sería una zona más bien poblada por tribus de raza Lule, por lo menos de la época de la conquista”.
Las colecciones arqueológicas reunidas por Boman en Jujuy marcharon a museos de Europa. A partir de 1913, sus hallazgos quedaron en Buenos Aires, en el Museo de Ciencias Naturales y luego en el Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Falleció el 28 de noviembre de 1924 en Buenos Aires.
Tempranos decesos
Un temprano deceso que tronchó la posibilidad de continuar esta postrera correspondencia epistolar entre el notable arqueólogo que era Boman, y el no menos erudito investigador como lo era el ingeniero salteño Arias.
Otra prematura muerte, esta vez la del ingeniero Víctor José Arias Figueroa, acaecida el 1 de febrero de 1925, a los 45 años, truncó la posibilidad de continuar con sus investigaciones en los campos de la arqueología, genealogía e historia.
Tempranas desapariciones físicas de personajes que habitaron un pasado casi centenario, pero cuyos aportes fueron esenciales para la continuación de las investigaciones en los campos de la Arqueología y de las Ciencias Sociales.
Tiempos heroicos, signados por la dignidad del conocimiento, la perseverante investigación y la humilde erudición, cualidades todas en que sobresalió el ingeniero Víctor J. Arias.