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Una brutal agresión armada contra una mujer terminó encuadrada en la figura de femicidio, al hablar su víctima, segundos antes de su muerte, sobre el ataque y adjudicar la responsabilidad sobre su expareja.
De esta manera, la fiscalía actuante ordenó la localización del sujeto y en pocas horas la policía lo detuvo.
Se supo que el agresor y femicida reconoció en sede judicial su responsabilidad, aduciendo haber estado ebrio al momento del ataque mortal.
El hecho se registró en las últimas horas del martes en la calle Los Naranjos del barrio Villa Progreso, en la localidad de Aguaray, pueblo petrolero situado a 385 kilómetros de la capital provincial.
Fuentes policiales identificaron a la víctima como María Angélica Trejo (44), la que presentaba numerosas heridas de arma blanca en la región torácica.
La mujer falleció cuando era trasladada al hospital de la ciudad de Tartagal, pero antes dialogó con las personas que intervenían en la emergencia, dando datos y precisiones que hicieron posible llegar al agresor de manera casi inmediata.
La malograda enfermera dejó cuatro hijos, mayores de edad todos, uno de ellos está en la práctica docente. Lo que se sabe es que la pareja estaba separada hacía ya mucho tiempo y al parecer no había indicios que pudieran haber evitado el ataque. El femicida habría actuado ebrio, se dijo.
Personal policial tomó intervención en el caso y con los datos aportados por la propia víctima procedió a la detención de la expareja identificada como Ángel Alfonso Suárez Rodas (57).
Efectivos de la División Homicidios y el Cuerpo de Investigadores Fiscales trabajan bajo la dirección de la Fiscalía de Graves Atentados de Tartagal, a cargo de Pablo Cabot, para esclarecer totalmente la muerte de la enfermera de 44 años.
Trascendió que el alerta sobre el ataque a la mujer se produjo a las 22.30 del martes e inmediatamente intervinieron la Policía y la Fiscalía.
Repudio
Tras tomar estado público el brutal crimen perpetrado por la expareja de una de las enfermeras del hospital zonal, en la mañana de ayer se realizó una queja pública de parte de vecinos y compañeros de trabajo de la mujer, exigiendo justicia.
La mujer residía en Villa Progreso, de la localidad de Aguaray, y era madre de cuatro hijos, todos del victimario detenido.
Justamente uno de ellos fue el que atendió a la mujer cuando ya se hallaba herida y fue a quien le confesó balbuceante la identidad del agresor.
A partir de allí la policía montó un cerco para dar con la expareja de la enfermera y en pocas horas el hombre fue apresado.
Los detalles de la agresión no trascendieron pero fuentes del norte aseguraron que se trató de un ataque impensado, una celada.