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Un síntoma de autoritarismo y debilidad

Martes, 13 de octubre de 2020 00:00
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La decisión de monitorear lo que publican los medios a través de un "Observatorio de la desinformación y la violencia simbólica en medios y plataformas digitales (Nodio)" es, simplemente, un cercenamiento del derecho de la información.

Al igual que la Inquisición que condenó a Giordano Bruno y obligó a retractarse a Galileo, la vocación autocrática de muchos gobiernos de la actualidad aspira a que el periodismo limite sus funciones a la reproducción de partes de prensa. Ni los inquisidores premodernos ni los autoritarismos contemporáneos toleran la libertad de opinión.

Los creadores del observatorio se presentan como los elegidos -¿por la divinidad?- para "proteger a la ciudadanía de las noticias falsas, maliciosas y falaces". ¿Creen que vivimos en "el país jardín de infantes" que denunció María Elena Walsh durante la dictadura?

Ni la trayectoria de los presentadores del proyecto ni lo que han opinado acerca de la capacidad humana para pensar contribuye a esperar una construcción democrática . Sí es bueno tener en cuenta que el actual oficialismo tiene tres objetivos a los que considera sus enemigos: el campo, la prensa y la Justicia.

Y el problema con los diarios no es meramente ideológico, sino más bien, sistémico.

Los cuatro años de gobierno de Donald Trump están atravesados por sus ataques contra el periodismo profesional, sin antecedentes en los EEUU. En un tuit, Trump llegó a proclamar: "­La prensa es tan deshonesta que ya no tenemos libertad de prensa!".

El periodismo profesional, que chequea fuentes y tiene editor responsable, convive con caudales de datos, versiones, opiniones y noticias falsas que se instalan por las redes. Pero el público reconoce la diferencia. El odio y la incitación a la violencia también circulan por las redes y abundan en los discursos de funcionarios y legisladores.

Los embates contra la libertad de información se generan en autoritarismos como el de Trump, Vladimir Putin o el PC chino, en dictaduras como las de Cuba y Venezuela, o en gobiernos débiles que no resisten la crítica. El observatorio no es más que una nueva versión del pasado. En 2014, Ricardo Forster fue designado "secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional". Su objetivo fue el de construir "una usina de pensamiento nacional". ¿Qué es el pensamiento nacional? El pensamiento humano es, por definición, universal y dinámico. Cuando se habla en aquellos términos se traduce como "lo que el poder de turno piensa que se debe pensar en la Nación". Es el sueño de un "país jardín de infantes", donde todos piensen lo que dice el que manda. Intento de lavado de cerebros. Eso es ilegal e inmoral, pero, sobre todo, absurdo.

 

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