Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Gran Bretaña, en punto de inflexión

Miércoles, 07 de octubre de 2020 02:48
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Los historiadores del futuro recordarán seguramente el 2020 como un punto de inflexión en el devenir del Reino Unido. Barbados, una pequeña isla caribeña de 300.000 habitantes, acaba de oficializar su decisión de romper sus lazos tradicionales con la Corona británica y convertirse en república.

La primera ministra, Mia Mottley, del Partido Laborista, anunció que esa decisión regirá a partir de noviembre de 2021, cuando se cumpla el 55§ aniversario de la independencia."Ha llegado el momento de dejar completamente atrás el pasado colonial", explicó la gobernadora general Sandra Mason, última representante de la Corona, en un discurso ante el Parlamento isleño.

Momentos críticos

En los últimos tiempos, la conjunción entre el Brexit y los publicitados escándalos en la familia real protagonizados por el príncipe Harry y su esposa Meghan debilitó sensiblemente la imagen del Reino Unido, amenazado además por el recrudecimiento de los sentimientos separatistas en Escocia e Irlanda.

Pero en la retórica del primer ministro Boris Johnson, apodado "el Trump británico", la otrora grandeza imperial tiene todavía la posibilidad de reinventarse a partir de dos fortalezas estratégicas. La primera es la Mancomunidad Británica de Naciones, más conocida como la Commonwealth, fundada en 1926 para mantener los vínculos económicos y culturales entre la metrópoli y sus exdominios.

La segunda es la sólida "relación especial" que une históricamente a Gran Bretaña con Estados Unidos, un nexo que podría derivar en la negociación de un tratado bilateral de libre comercio que permitiría compensar los perjuicios económicos originados por la salida de la Unión Europea.

Nunca conviene olvidar que el imperio británico fue el más extenso territorialmente de la historia de la humanidad. Llegó a ocupar cerca de la cuarta parte de la superficie de la Tierra. Era famosa la referencia a que en sus dominios "nunca se pone el sol". Aunque en numerosas oportunidades acudió a métodos represivos para sofocar sublevaciones independentistas, su supervivencia obedeció en gran medida a su flexibilidad en relación al respeto a las costumbres e instituciones locales.

La mayoría de las colonias alcanzó su independencia a través de mecanismos de negociación y siempre mantuvieron una relación preferencial con Londres.

Aún hoy, Isabel II continúa siendo la reina y jefa de Estado de quince países independientes. Los tres más destacados son Canadá, Australia y Nueva Zelanda. A ellos se suman, en el Caribe, Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas y, en el Pacífico, Islas Salomón, Papúa Nueva Guinea y Tuvalu.

En todos estos casos, la Reina designa como su representante a un gobernador general, que tiene funciones estrictamente protocolares, aunque el gobierno efectivo, en un sistema constitucional similar al británico, está a cargo de un primer ministro y un Parlamento libremente electo.

En la Conferencia Imperial de 1926, que signó el nacimiento de la Commonwealth, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica e Irlanda del Sur (independizada en 1921) fueron reconocidos como entidades equivalentes al Reino Unido.

Fue el paso previo al reconocimiento de la independencia de esos estados. En la Declaración de Londres de 1949, se adoptó un modelo organizativo original: la Corona se transformó en el único nexo entre las partes, aunque no ya como Corona británica, sino que todos los países miembros pasaron a ser reinos separados pero con un mismo monarca. Hasta 1952 fue Jorge VI y desde entonces Isabel II.

El espacio propio

Posteriormente, India y otros países independizados durante el proceso de descolonización iniciado tras la segunda guerra mundial, objetaron ese resabio monárquico, pero no querían perder sus canales comerciales preferenciales dentro de la Commonwealth. Para satisfacer sus demandas, Londres admitió que esas nuevas repúblicas continuasen integrando la Mancomunidad, pero conservando a la reina como cabeza de la alianza. Sudáfrica, Ghana, Gambia, Guyana, Trinidad y Tobago, Dominica y las islas Fiji, entre otros siguieron el camino de la India. El último en adherir fue Mauricio en 1992. En la actualidad, la Commonwealth está integrada por 53 estados, con una población total de 2.400 millones de habitantes (a mayoría de India). De esos países, dieciséis son monarquías encabezadas por Isabel II, cinco son monarquías con otros soberanos (Brunei, Esuatini, Lesoto, Malasia y Tonga) y el resto son repúblicas.

Sin embargo, el actual equilibrio puede volver a modificarse con la sucesión de Isabel II. Peter Hansen, director de Estudios Internacionales y Globales del Instituto Politécnico de Worcester, explica que "los estados que aún reconocen a Isabel II lo hacen por diferentes razones que resuenan en la política local. Es un símbolo nacional que contrasta con el área circundante.

La reina como Jefa de Estado distingue a Canadá de los Estados Unidos, a ciertas islas del Caribe de sus vecinos hispanohablantes y a Australia, Nueva Zelanda y otros del resto del sudeste asiático o del Pacífico Sur.

Estos estados han desarrollado identidades poscoloniales, pero la dignidad y la decencia de Isabel II han creado tan profundos lazos de buena voluntad que muchas personas son reacias a hacer cambios que se verían como la renuncia a la abuela querida. Eso ciertamente cambiará después de que la reina muera y el príncipe Carlos se convierta en rey.
Fuera cual fuere el futuro -monárquico o republicano- de estos países que aún reconocen como reina a Isabel II, para el actual gobierno británico el sostenimiento de la Commonwealth es un objetivo irrenunciable. Es parte de una estrategia global orientada a compensar la reducción del intercambio comercial con la Unión Europea. Por ese motivo, la Casa Real realiza sondeos sobre la aceptación del futuro rey Carlos como cabeza oficial de la Mancomunidad Británica. 


Tras el Brexit

Los críticos de Johnson son escépticos sobre la relevancia económica de la cuestión. Advierten que la UE absorbe el 50% de las exportaciones británicas, mientras que los países de la Commonwealth solo el 10%.
Pero el as bajo la manga que se guarda Londres para el relanzamiento de la Commonwealth sería que la negociación con Washington del acuerdo de libre comercio fuera acompañado por el ingreso de Estados Unidos como “miembro asociado” de la Mancomunidad. Esa propuesta ya fue lanzada por la Royal Commonwealth Society, una organización no gubernamental vinculada a la Corona. Su fundamento resulta obvio: Estados Unidos fue la primera, la mayor y más traumática pérdida en la historia del imperio británico, pero la comunidad cultural anglo-norteamericana es un valor compartido por ambos pueblos. De más está decir que esta posibilidad de un Estados Unidos asociado a la Commonwealth entusiasma a Johnson y es vista con simpatía por la administración republicana, aunque su viabilidad está supeditada a la reelección de Trump, para quien dicha variante sería parte de su estrategia de reposicionamiento internacional de Estados Unidos y de consolidación política de la “derecha alternativa” a escala mundial. 

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico
 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD