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La estrategia regional que implica el Norte Grande parece salir del letargo. Un letargo político impuesto por la indiferencia de los gobiernos nacionales, cuyo alcance de miras llega, con suerte, hasta Zárate y La Plata. Y en verano, a Mar del Plata y Cariló.
También tienen gran responsabilidad las dirigencias de la región. El Norte Grande es una región donde vive más del 20% de los argentinos, con recursos naturales extraordinarios, pero con una participación mínima en el PBI y una concentración de necesidades básicas insatisfechas que bate lamentables récords.
Desde la cordillera hasta las cataratas hay una población con necesidades, posibilidades, experiencias y culturas compartidas; se trata de una región limítrofe con Bolivia y Paraguay, dos países que aspiran a vivir con vida propia, como nosotros, y constituye, geográficamente el corredor interoceánico.
La conformación del Consejo de Gobierno del Norte Grande es una muy buena noticia, porque abre una posibilidad de poner en valor los intereses regionales del NEA y NOA, “a través de construcción de una agenda en trabajo en común con un fuerte énfasis en políticas federales y de desarrollo”. La decisión fue formalizada el viernes por los gobernadores Gustavo Sáenz, Jorge Capitanich (Chaco), Raúl Jalil, (Catamarca), Gustavo Valdés, (Corrientes), Gildo Insfrán (Formosa), Gerardo Morales (Jujuy) Oscar Herrera Ahuad (Misiones), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Luis Manzur (Tucumán), y Ricardo Quintela (La Rioja). El propósito es construir un bloque cimentado en la realidad regional y orientado con perspectiva de futuro. La decisión es concomitante con la creación por decreto del Gobierno nacional del Consejo Federal de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional, cuyo objetivo central, según escribió Gustavo Barbarán el domingo pasado, es funcionar como un “foro de intercambio de consultas, asesoramiento y coordinación entre el Estado Nacional, las Provincias y la Ciudad de Buenos Aires”, en cuestiones atinentes a su proyección mundial.
El Norte Grande no es una idea vaga, sino un proyecto que requiere pensar el gobierno como construcción y como protagonismo. Es todo lo contrario de la cultura rentística, que predomina en el país y que convierte a gobernadores e intendentes en creadores de gasto público y empleos del Estado y mendicando fondos de la recaudación nacional. Es decir, hay que superar la mentalidad inercial y asumir la construcción de una economía equilibrada para el siglo XXI, que reemplace a un sistema que ya atrasa varias décadas.
Con ese espíritu nació en Salta la idea del Norte Grande en 1986, cuando Raúl Alfonsín era el presidente, Roberto Romero, el gobernador, se alimentaba el proyecto de traslado de la capital federal a Viedma y se ponía en marcha lo que sería el Mercosur.
Esa iniciativa perdió energía, entre otras cosas, porque la macroeconomía se desmoronó y el país se fue volviendo cada vez más centralista. Más “conurbano - dependiente”.
Pero la idea se mantiene absolutamente firme en y estos dos consejos la revitalizan. Pero no basta con la expresión de voluntad de los gobernadores. Requiere una decisión política que se exprese en definiciones muy concretas en cuestiones que el mundo de hoy exige, sin concesiones.
En primer lugar, convocar a las universidades, a los consejos profesionales, cámaras empresarias y organismos técnicos a un consejo regional que profesionalice las decisiones de manera que las políticas ambientales dejen de estar sometidas a las presiones de ONGs no representativas y que se conviertan en decisiones de Estado que contemplen, al mismo tiempo, los riesgos ambientales y la catástrofe social.
Asimismo, habrá que acordar la estrategia regional para la incorporación de tecnología de última generación; esto incluye garantizar la formación profesional de los egresados y la eliminación de miedos irracionales a la innovación .
Debe existir un acuerdo sobre las perspectivas de comercio exterior y el desarrollo del turismo: un corredor internacional que incluya las playas de Río, las Cataratas del Iguazú, el Tren a las Nubes (hoy archivado), la Quebrada de Humahuaca, y salida a Titicaca y el Cuzco ofrecería un potencial espectacular.
El mundo de las próximas décadas va tener en el Océano Pacífico un centro gravitacional importante. China, India y otros países con población de creciente poder adquisitivo y fuerte demanda de productos agroindustriales. Es decir, un mercado potencial que las provincias no van a aprovechar si se quedan esperando que “llueva café”.