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2020: un año chino

Jueves, 24 de diciembre de 2020 00:00
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Puede decirse que la historia de 2020 empieza y termina en China. En enero comenzó la expansión de la pandemia en un mercado de Wuhan. En diciembre el Fondo Monetario Internacional confirmó que el coloso asiático es el único país del G-20 que registra un incremento, aunque leve, de su producto bruto interno, mientras que el resto padece las consecuencias de la recesión.

El "softpower" ("poder blando") chino experimentó un deterioro a raíz de la pérdida de imagen internacional por su responsabilidad en el origen del virus, pero su "hardpower" ("poder duro") aumentó en términos relativos. Las proyecciones del FMI anticipan que, en 2021, China crecerá cerca de un 8% y será la principal locomotora de la economía mundial.

En la última reunión de líderes del G-20, que formalmente tuvo como anfitrión a Arabia Saudita pero se realizó de manera virtual en noviembre pasado, el presidente Xi Jinping presentó una visión del mundo postpandémico en la que su país podría desempeñar un papel protagónico como "jugador responsable". Propuso, por ejemplo, la creación de un mecanismo de reconocimiento de la salud mundial, una suerte de "pasaporte sanitario", basado en códigos QR.

Xi Jinping aprovechó para destacar los avances chinos en materia de Inteligencia Artificial (IA) y para impulsar una aceptación mundial de las monedas digitales emitidas por los bancos centrales.

La moneda digital china, el yuan digital, emitida desde 2017 con carácter experimental por el Banco Popular de China, no es una criptomoneda, como el Bitcoin, sino una moneda controlada por el Estado. En el largo plazo, la implementación generalizada de un sistema semejante a nivel global implicaría un gigantesco avance contra la economía ilegal en todas partes del mundo.

Para marcar una abierta contraposición con las posiciones de su colega estadounidense Donald Trump, Xi Jinping reiteró su llamado a una "globalización económica inclusiva" y rechazó las políticas proteccionistas y las medidas unilaterales de regulación del comercio mundial, al tiempo que subrayó la importancia de la lucha contra el cambio climático. Su discurso insistió en posicionar a China como una abanderada del multilateralismo y la cooperación internacional. Esa encendida retórica de Beijing a favor de la liberalización de la economía mundial está inspirada en la convicción de que sus prodigiosos adelantos en las nuevas tecnologías de la información, en especial en la redes 5G, punto neurálgico de la Cuarta Revolución Industrial, obliga a sus competidores occidentales a adoptar estrategias defensivas para demorar su inexorable ascenso al liderazgo global.

Nuevo plan quinquenal

Un mes antes de esa intervención en la cumbre del G-20, Xi Jinping presidió la sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista Chino, en la que se aprobaron las líneas básicas del 14´ Plan Quinquenal 2021 - 2025, que se dará a conocer oficialmente en marzo próximo. Desde 1953, cada uno de los trece planes quinquenales han sido los documentos rectores que marcaron la orientación económica del país.

El plenario discutió el balance del 13´ Plan Quinquenal (2016-2020). Los números oficiales subrayaron ante todo las mejoras alcanzadas en la calidad de vida, con una esperanza de vida promedio superior a los 77 años y con la casi totalidad de la población cubierta con asistencia sanitaria básica.

Según esas cifras, en el último lustro 75 millones de pobladores rurales salieron de la pobreza. En un país donde a mediados del siglo XX el analfabetismo superaba el 80%, la mitad de la población adulta tiene hoy educación universitaria.

En el terreno económico, el énfasis en los logros obtenidos no estuvo puesto esta vez en las cifras de crecimiento, que comparativamente fueron altas pero menos estridentes que en los años anteriores, sino en el éxito cualitativo del proceso de reconversión del sector industrial, que implicó una transformación de la matriz productiva desde un modelo fundado en la industria manufacturera intensiva en mano de obra, centrado en las exportaciones, hacia una estrategia basada en el desarrollo de las industrias de alta tecnología y en el aumento del consumo y la inversión domésticas.

El 14´ Plan Quinquenal estará ordenado en función de cinco ejes fundamentales:

1) El reemplazo del crecimiento de alta velocidad por el crecimiento de alta calidad;

2) El desarrollo del sistema financiero y el incremento de la inversión doméstica;

3) La ampliación de la demanda interna, sin desatender los mercados de exportación;

4) El impulso a la economía del conocimiento mediante la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías;

5) La promoción de sectores de última generación, en especial las industrias inteligentes y la ecología.

Rumbo a la cima

El núcleo conceptual de la nueva estrategia de desarrollo es la innovación. Al cumplirse el 40´ aniversario del nacimiento de la Zona Económica Especial de Shenzhen, creada en 1980 por Deng Xiaoping como banco de pruebas del giro copernicano de la economía china en la década del 80, Xi Jinping remarcó la importancia de la idea de "China digital".

Está asociada a la construcción de este peculiar “socialismo con características chinas” que los occidentales tienden a rebautizar como un “capitalismo con características chinas”.

La nueva estrategia tiene también color verde. China, que con Estados Unidos son los dos mayores responsables de la contaminación atmosférica, pretende poner en marcha ambiciosos planes de desarrollo de industrias ecológicas, con baja huella de carbono, para alcanzar un máximo de emisiones de CO2 en 2030 y a partir de entonces iniciar una reducción progresiva hasta llegar a la neutralidad en 2060, un objetivo que Xi Jinping destacó en septiembre pasado en su discurso en la Asamblea General de la ONU. Estos lineamientos inspiradores del 14° Plan Quinquenal están condensados en la “Visión 2035”, un documento oficial que puntualiza los objetivos de mediano plazo y establece una hoja de ruta orientada a desplazar en quince años a EEUU como primera potencia económica mundial, lo que supone la necesidad de duplicar en ese lapso el producto bruto interno. Ese plan nacional está planteado como la antesala del centenario de la República Popular China, que se cumplirá en 2049, y tiene como objetivo el “rejuvenecimiento de la nación china” para construir un país “fuerte, próspero y armonioso”. 

Este contexto explica la Iniciativa de la Franja y de la Ruta, un remedo para el siglo XXI de la legendaria “Ruta de la Seda” que durante la Edad Media fue la principal ruta eje del comercio mundial. A tal efecto, China ya firmó 200 convenios de cooperación con 138 países y 31 organizaciones internacionales. La iniciativa “Belt and Road” cubre casi 3.000 proyectos por un total de 3,9 billones de dólares de inversión y la participación de 2.700 empresas. En 2021 Beijing conmemorará el centenario del Partido Comunista Chino, la maquinaria política más poderosa de la historia mundial. El segundo mandato de Xi Jinping expira en 2022 pero en virtud de la eliminación de las restricciones a la reelección impuestas por Deng Xiaoping en 1982 podría conseguir un tercer mandato, circunstancia que lo convertiría en la personalidad política más importante de China después de Mao Zedong.
 

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