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Ninguna interna legitima el uso de cualquier recurso para obtener un objetivo. Las Madres de Plaza de Mayo deberían tenerlo en cuenta, porque si bien sus hijos fueron víctimas del terrorismo ejercido por un gobierno de facto (y faccioso) que usurpó el poder del Estado, eso no las erige a ellas en gendarmes de la moral pública.
La arenga de Hebe de Bonafini contra el presidente por haberse reunido con empresarios es grave, porque refleja y repite los prejuicios mesiánicos (y anacrónicos) de los más recalcitrantes miembros de La Cámpora y del chavismo tardío. Y ellos sí aspiran a llegar al poder por un atajo, ya que nunca podrían hacerlo ganando elecciones.
En el caso de Nora Cortiñas, enfrentada con Bonafini desde hace mucho tiempo, al calificar de "asesino" a Felipe Solá endilgándole las muertes de Kosteki y Santillán, pierde autoridad y credibilidad.
La vida es sagrada. Lo fue la de cada víctima de la dictadura, como la de cada víctima de la violencia política. Los derechos humanos no son patrimonio de una facción. Son una frágil construcción de la humanidad. El baño de sangre de los años sesenta y setenta, como las trágicas jornadas del derrocamiento del peronismo, fueron el fruto de la pérdida colectiva de convicción democráti ca.
El "club del helicóptero", que simboliza el ánimo destituyente de algunos grupos endogámicos, fue malo contra Fernando de la Rúa, lo fue contra Mauricio Macri y, también lo sería ahora contra Alberto Fernández.