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Emiratos, la nueva Esparta

Jueves, 27 de agosto de 2020 00:00
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El establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), anunciado triunfalmente por el presidente estadounidense Donald Trump en un golpe de efecto publicitario asociado a la campaña por su reelección, constituye un acontecimiento que modifica radicalmente el tablero político de Medio Oriente y señala un rediseño de las alianzas en la región más conflictiva del planeta.

Un nuevo eje de poder

Con el auspicio de Washington, empieza a asomar un nuevo eje de poder, configurado por Israel y las monarquías petroleras del Golfo Pérsico.

En los próximos meses Barhein y Omán imitarán a los EAU.

Es sabido también que Israel mantiene desde hace bastante tiempo tratativas secretas con Arabia Saudita.

El bloque emergente define su razón de ser en la lucha contra dos enemigos comunes, a la vez enfrentados entre sí. El primero es el régimen teocrático de Irán, aliado al gobierno sirio de Bashar al-Assad y con ramificaciones en Líbano, donde patrocina a Hezbollah, y en Irak, a través de la mayoritaria comunidad chiita en ese país.

El segundo enemigo es el terrorismo fundamentalista sunita, expresado por ISIS, los residuos operativos de Al Qaeda, los Hermanos Musulmanes en Egipto y los guerrilleros de Hamas en Palestina.

Pero la novedad más trascendente detrás de ese anuncio es la irrupción de los emiratos como un nuevo actor relevante de la política mundial.

Gaith Abdulla, un especialista emiraití, definió a EAU como "un pequeño estado con un gran ego". No le falta razón: esa confederación de siete mini - estados, que nuclea a los emiratos de Abu Dabi, Dubái, Ajman, Fuyaira, Sarja, Umm al-Caywayn y Ras al Jaima, independizados de la dominación británica en 1971, trazó un plan estratégico orientado a erigirse en 2071, al cumplirse el primer centenario de su fundación, "en el país más avanzado del mundo". Mientras tanto, mediante el empleo de métodos muy poco convencionales, se convirtió en la principal potencia militar del mundo árabe.

Esas gigantescas ambiciones están sustentadas en un inmenso poder económico.

EAU es el tercer productor mundial de petróleo, después de Arabia Saudita e Irán. Con una población de 8.500.000 habitantes (sólo un 20% de nativos y un 80 % de extranjeros, incluidos un millón de europeos) su ingreso per cápita está entre los cinco más elevados del mundo. Su fondo soberano de 1,3 billones de dólares permite financiar proyectos faraónicos que a menudo rozan la ciencia ficción.

Un cuento de hadas

Para hacer honor a la tradición de los célebres cuentos de las "Mil y una noches", los emiratos muestran su esplendor con obras como el Emirates Hotel, un paradisíaco lugar de descanso donde acaba de alojarse Juan Carlos de Borbón, que demandó una inversión de 3.000 millones de dólares.

Las pequeñas ciudades del emirato, provistas de los más avanzados adelantos tecnológicos, asemejan maquetas anticipatorias del siglo XXII. Mientras tanto, Dubái avanza en la construcción de islas artificiales dotadas de suntuosas comodidades para atraer al turismo global.

Para su lucimiento internacional, los emiratíes compraron el Manchester City, uno de los clubs emblemáticos del fútbol británico.

El gran acierto estratégico de EAU fue la temprana percepción del inexorable agotamiento de los combustibles fósiles y la consiguiente decisión de utilizar los voluminosos ingresos derivados de la explotación intensiva de los recursos petroleros para promover la diversificación de la economía.

En 1980 el petróleo representaba el 80% del producto bruto interno, pero en 2006 ese porcentaje había descendido al 38%, actualmente equivale al 24% y en 2030 será de sólo el 14%.

Esa anticipación estuvo acompañada de un descubrimiento de enorme importancia: la potencialidad del desierto como fuente de energía solar.

El año pasado EAU inauguró una planta productora con tres millones de paneles de energía solar, la mayor del mundo. Simultáneamente, se avanza en la construcción de Masdar, prototipo de una "ciudad del futuro", pensada para 50.000 habitantes, que será la primera del mundo alimentada únicamente con energía solar.

Visión 2021

En su documento "Visión 2021", el gobierno de EAU define los "cuatro pilares" de su estrategia de desarrollo: "gobierno orientado el futuro, educación de excelencia, sociedad feliz y cohesionada y economía del conocimiento diversificada". El plan incluye la creación del Ministerio de Inteligencia Artificial y la puesta en marcha de un programa espacial. No son palabras vacías: en julio de 2019, el lanzamiento de la sonda exploratoria "Honde Probe" con destino a Marte fue la primera misión interplanetaria protagonizada por el mundo árabe.

La guerra como negocio

Pero el punto de unión entre ese futuro promisorio y este presente es el formidable desarrollo de la industria militar promovido por la suma de los siderales recursos económicos invertidos en la consecución de ese objetivo y las ventajas tecnológicas derivadas de la asociación con Estados Unidos. Los emiratos son el tercer importador de armamentos del mundo. Esa condición habla de la fortaleza militar de este país convertido en una "pequeña Esparta".

Aquel dato empalidece al lado de lo que significa el desarrollo de la industria de defensa encarado desde noviembre pasado con la constitución de EDGE, una compañía que integra a veinticinco empresas del sector. 

El titular del flamante “holding” es el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, príncipe heredero de Abu Dabi y comandante supremo adjunto de las Fuerzas Armadas, considerado el “hombre fuerte” del régimen autocrático que gobierna EAU. 

Para entender la dimensión geopolítica de este emprendimiento, corresponde destacar el papel que cumple el empresario estadounidense Frank Prince, uno de los principales contratistas del Pentágono y antiguo titular de la firma Blackwater, dedicada al reclutamiento de mercenarios que participan por cuenta de algunas potencias occidentales en conflictos armados en diversos países africanos. 

El protagonismo de Prince constata la exactitud del exabrupto diplomático de Frank Olson, exembajador norteamericano: “siempre se dijo que cuando necesitabas hacer algo en Medio Oriente los emiratíes podían encargarse del asunto”. 

Esta clave ayuda a comprender la elíptica explicación sobre las características de EDGE brindada por Faisal Al Bannai, director ejecutivo de la compañía: “La solución para abordar la guerra híbrida radica en la convergencia de las innovaciones del mundo comercial y de la industria militar. 

Establecida con un mandato central de innovar una industria militar anticuada y generalmente llena de trámites burocráticos, EDGE está lista para llevar productos al mercado más rápidamente y a precios más rentables”. En otros términos, no se trata sólo de un fabricante de armamentos, sino de una compañía de provisión de servicios bélicos, especializada en “guerras por encargo”.

EAU ya participó junto a Estados Unidos en las coaliciones internacionales que intervinieron en Kosovo, Libia, Somalia, Afganistán, la guerra del Golfo y la ofensiva contra ISIS. Sus tropas luchan al lado de los sauditas en la guerra civil de Yemen contra los rebeldes hutíes, patrocinados por Irán. A partir de su flamante entente con Israel, todo indica que su ascendente poder militar tenderá a proyectarse como un protagonista central en los conflictos bélicos de Medio Oriente. 

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