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Un obispo en la Guerra Gaucha

Viernes, 05 de noviembre de 2021 01:45
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Anexo a la práctica religiosa pública o privada, instancia que habita en la interioridad de los individuos, hay otra dimensión y está referida al vínculo que la feligresía establece con sus jerarquías religiosas, desde los presbíteros hasta el obispo. Esta relación es sustantiva el proceso de disgregación del orden colonial y de instauración de un nuevo régimen independiente. Singular relación es la que se establece entre el pastor Nicolás Videla del Pino con su población gaucha.

La reacción femenina

El clero ejercía un fuerte ascendiente sobre la feligresía, en especial en las señoras y señoritas. Y es que la Iglesia aparecía como la representación de lo más noble y rico como así también de lo más sencillo y simple de la sociedad. Para el colectivo femenino, la Iglesia venía a ser como la prolongación de las casas, el clero como la continuación de las familias. Por consiguiente, para las mujeres, el clero era algo propio; el saber de los religiosos, era su saber; sus virtudes estaban incorporadas en la comunidad. La honra de la Iglesia era la honra de los habitantes; la causa de la religión era la causa del pueblo.

En la densa correspondencia femenina, cabe destacar la que se remitía a monseñor Videla del Pino, ellas reflejan la actitud de las damas con respecto al curso de la campaña emancipadora. En una epístola Pedro Pablo Arias Velásquez informa a monseñor Videla del deceso de su hija Constanza, joven que "cantaba con tanta gracia las marchas de la Patria, sabiendo ya todos sus versos". Asimismo, hace presente las oraciones dirigidas en beneficio de las tropas patriotas en el Alto Perú. En otra misiva, Arias Velásquez, relata el júbilo de su hija Manuela ante la derrota de los españoles en la batalla de Puesto de Marqués, entrando esta jubilosamente a la casa portando la bandera azul celeste.

 

"Deseo que la importante salud de vuestra señoría ilustrísima sea muy cumplida, y recibiendo expresiones de Margarita y de toda esta su casa, me ofrezco con ella, y todos mis chicos, a vuestra señoría ilustrísima, con el mayor respeto y rendimiento, con el que ruego a Dios guarde a vuestra señoría ilustrísima muchos años. Su seguro servidor, José de Olmedo

En muchos casos, al texto formal y expositivo de cuestiones puntuales que surgen en la relación feligrés - obispo, se añaden párrafos gentiles que trasladan las salutaciones, agradecimientos, reconocimientos a la gestión pastoral, expresiones de afecto y oraciones ofrecidas por las damas de la casa abogando a los seres divinos por la causa patriota.

Pero en otros casos son las mujeres que se dirigen por carta para manifestar el pesar, confortar, agradecer, etc. los favores de Videla del Pino. Así Aniceta Oliva, a la par que agradece, le envía a su hijo José Olegario para que lo acompañe.

María Ignacia Castilla, recurre a Videla del Pino solicitándole dinero para manutención de su casa y por indicación de su esposo ausente en batalla: "En este correo, me dice mi esposo Don José Elizalde, ocurra vuestra señoría ilustrísima por algún dinero, en caso de necesitarlo. En esta virtud si puede franquearme cien pesos, para la manutención de mi casa. Pasaré recibo correspondiente, a fin de que vaya por el presente correo. Dispense su ilustrísima esta confianza y mande a su atenta servidora que besa su mano".

La caridad cristiana

Otra faceta en que sobresalen las damas cristianas es en la asistencia hacia sus esposos, padres, hijos y hermanos que regresaban heridos del campo de batalla, o aun en aquellos casos en que por efecto de la acción de combate derivaba en una discapacidad definitiva. Estas mujeres habían de reemplazar como jefas de hogar al esposo minusválido.

Es el caso de Lorenza de la Cámara que acude al obispo en busca de bendiciones para que, mediante sus oraciones pudiera obtener la fortaleza y templanza necesaria para subvenir a las necesidades materiales y espirituales, ante la postración definitiva de su esposo. Manifiesta ante Videla del Pino: "Padre mío, imploro sus preces y bendiciones en beneficio de Ladislao, guerrero que fue de las tropas de Güemes, hoy tullido por malévola bala enemiga".

Son numerosas las oportunidades en que diversas personas, llevan a conocimiento del prelado ausente las vicisitudes en el desarrollo de las acciones bélicas, y de los esfuerzos de las mujeres de la casa, sean estas las señoras, señoritas, criadas, indias o esclavas. Surge de la lectura documental la existencia de un espíritu que reúne el apoyo material en la curación del familiar herido, como también se redoblan las oraciones, rezo del Santo Rosario, asistencia al oficio de la Santa Misa, como se refuerzan las promesas a la advocación de la Santísima Virgen, de predilección de las féminas o del Patrono de la familia.

Esta caridad cristiana, tiene una doble vertiente: curar el cuerpo con ungüentos y pócimas y curar el alma, con diversidad de ritos religiosos. Las oraciones en esta situación asumen un carácter identitario en su relación con la causa emancipadora, y con el guerrero que mora en el domicilio conyugal.

El colectivo femenino

A través de la compulsa documental podemos inferir la honda preocupación de la feligresía salteña por el destino de su pastor, pero también descubrir la profunda piedad del colectivo femenino y de su contracción a la oración hacia los nobles guerreros y a la suerte de las armas de la Patria.
 De la lectura del epistolario del Obispo de la Diócesis de Salta, se infiere que el colectivo femenino en estudio, en todos sus estratos sociales, mantiene su fidelidad a los valores, principios y jerarquías de la Iglesia y la contracción a la oración.
 Las damas que habitaron los tiempos en que se desarrollan las campañas por la emancipación americana, que en nuestro territorio asume el nombre de Guerra Gaucha, anexo al profundo sentido religioso, también han evidenciado sentimientos de solidaridad y aún de comunidad entre las integrantes del género.
 Otro sentimiento que las hermana es el sentimiento de igualdad, en medio de las diferencias, lo que permite la acción mancomunada frente al dolor, a los padecimientos y al sufrimiento de los hombres que se arrojaban con bravura al combate. Este concepto se inserta en la idiosincrasia hispanoamericana: la característica humanitaria, herencia cultural en donde la medida es siempre el hombre: en su faz corpórea pero también espiritual. 
 Las damas de la Guerra Gaucha, han asistido en el sufrimiento físico a los guerreros que corriendo múltiples sacrificios jalonaron una etapa épica en los albores del nacimiento de la Patria. Así la mujer cristiana, ha contribuido desde su fe en la construcción de un orden doméstico, pero es valioso este aporte en la gloriosa gesta por la emancipación en nuestra tierra.

* Cátedra Abierta Gral. Martín M. de Güemes- Ucasal

 

 

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