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Agripina, Nerón, la moral y la Ley

Sabado, 11 de diciembre de 2021 02:02
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Franz Kafka escribió, en 1914, el relato "Ante la Ley". Un cuento extraordinario, desesperanzador e inapelable. En extremo kafkiano.

Allí, un campesino espera toda su vida sentado en un taburete ante la puerta de la Ley esperando obtener un permiso para poder acceder a ella. Al final de sus días, después de haber hecho todo lo humanamente posible por cruzar el umbral sin haber conseguido traspasarlo nunca, le pregunta al guardia: "Todos aspiran a entrar en la Ley. ¿Cómo es que en tantos años nadie más que yo ha solicitado entrar?". A lo que el hombre le responde: "Nadie más podía conseguir aquí el permiso, pues esta entrada sólo estaba destinada a ti. Ahora me iré y la cerraré".

Pocos escritores han comprendido y relatado, con tanta magistralidad y contundencia, la imposibilidad de esta modernidad en la que todos somos antihéroes perdidos en un mundo ininteligible y deshumanizado que busca someternos. Nadie representa como Kafka el infortunio que enfrenta todo hombre pequeño ante las enormes maquinarais que despliega el poder.

Franz Kafka nació en Checoslovaquia mucho antes de su disolución. Creo que debió haber sido argentino. Y, "Ante la Ley", un relato contemporáneo local.

 

Como Checoslovaquia antes, Argentina hoy también está dejando de existir; se está disolviendo lentamente sin que nos demos cuenta, mientras nos vamos convirtiendo en una fantasía colectiva imaginada. Eso explicaría por qué parece que nos suceden cosas que insisten en hacernos creer que no nos pasan en realidad; la tan mentada percepción de la percepción.

O, quizás, Argentina y nosotros, los argentinos, nunca fuimos otra cosa más que una pesadilla kafkiana soñada por ese autor tan antiguo como vigente. No seríamos más que una especulación producto de su entelequia.

Agripina ante la Ley

Cualquiera sea el caso, el sobreseimiento de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner sin haber sido sometida a juicio procedimiento que ha devenido en una herramienta procedural cristinista, por cuanto es el tercero de los juicios que la molestaban que se destraba de esta manera en menos de un año, sólo puede ser entendido en esta clave kafkiana.

El juez subrogante, Daniel Obligado, quien debía dejar el juzgado apenas unos días más tarde, junto con Adrián Grunberg, otro juez subrogante y un militante confeso que pertenece a la ignominiosa agrupación "Justicia Legítima"; consideraron que no hubo ninguna maniobra de lavado de dinero en la causa "Hotesur y Los Sauces", argumentando que el dinero era legítimo ya que provenía de contratos con el Estado.

Además, los jueces consideraron que tampoco correspondía juzgar el hecho por medio de la ley de "autolavado", dado que esa ley se sancionó recién en el año 2011 y los hechos ocurrieron en el año 2008. Así, una de las causas más documentadas y probadas de los últimos años podría caer en el olvido judicial de no ser apelada esta decisión.

Ahora bien. Sea apelado o no este fallo, queda claro que la Ley no es la misma para todos. Hay puertas exprés destinadas sólo a la vicepresidente, sus familiares, acólitos, financiadores y amigos; y otras infinitas puertas de trámite variable destinadas al resto de los mortales.

La mayoría de nosotros nos pasaríamos la vida esperando, sentados en un taburete, sobornando al guardián sin poder jamás, como el campesino del cuento, trasponer siquiera la primera puerta. "Lo acepto sólo para que no creas que no lo intentaste todo" nos respondería el guardia ante cada soborno, pero, de todas maneras, mantendría su postura inflexible y marcial. Seguiríamos sentados en el taburete hasta caer muertos. Derrotados. Como el campesino. Una y otra vez.

"La Ley debería ser accesible siempre y a todos" piensa con enorme sensatez y sentido común el pobre hombre. Creo que todos pensamos igual. Sin embargo, no; no es así. A confesión de partes relevo de pruebas. Ninguno de nosotros podríamos acceder a un sobreseimiento sin juicio. Sin plata, contactos, amigos o influencias, ninguno de nosotros siquiera accederíamos a las puertas de la Ley.

La Doctrina Cristinista

Este es el tercer sobreseimiento sin elevación a juicio oral que recibe la vicepresidente en menos de un año. La primera vez fue en la causa conocida como "dólar futuro"; cuando la Sala I de la Cámara de Casación anuló el expediente. La segunda, la causa por el "Memorándum con Irán", donde también los acusados fueron sobreseídos por el mismísimo juez Daniel Obligado. A su vez, este juez fue quien redujo la pena de quien fuera vicepresidente entre 2011 y 2015, Amado Boudou, condenado por el caso Ciccone.

Suerte que hubo otra jueza, la doctora Adriana Palliotti, quien firmó en disidencia alegando que tanto la prueba recabada como los hechos debían ser confrontados en un debate oral y público. "El único ámbito para discutir la totalidad de los planteos formulados por los defensores resulta ser, inexorablemente, el debate oral, público, contradictorio y continuo", falló la jueza. Suerte que a alguien todavía le queda algo de sentido común. Y de algo de fe en la Ley.

Pero, insisto, la Ley no es la misma para todos. Para todos nosotros, los mortales comunes y corrientes que no tenemos el poder de Agripina, la Ley es algo omnipresente pero siempre vedado y opresivo.

Algo que la cuarentena puso de manifiesto de una manera descarnada.

 Nerón ante la Ley

Tenemos un presidente que, en plena vigencia de la más restrictiva cuarentena, nos amenazó con castigos y con consecuencias penales ante cualquier inconducta de nuestra parte. Mientras tanto, él y su pareja ofrecían una fiesta en Olivos a personajes que no figuraban en ninguna nómina de funcionarios oficiales, que no se encontraban en ninguna reunión de trabajo, ni se trataba de científicos en un rol consultivo. Que sólo eran amigos de ellos. Que sólo festejaban un cumpleaños en el Palacio del Poder.
Mientras tanto, moría gente a manos de la policía y por la necedad oficial.
La lista no es exhaustiva pero no hubo puertas ante la Ley para Mauro Ledesma, Luis Espinoza, Magalí Morales, Abigail Jiménez, Solange Musse, Facundo Astudillo Castro y tantas otras muertes inexplicables y sin sentido que ocurrieron como producto de la desidia oficial o como fruto del irracional accionar policial. Muertes absurdas e imperdonables producto de una necedad indolente y de excesos por parte de las autoridades a todo nivel.
Madres y padres, hermanas y hermanos, hijos e hijas, esposas y maridos. Todos desolados. Quebrados. Todos olvidados. Todos sin acceso a la Ley.
Aún hoy, el presidente sigue insistiendo que, en su caso, no hubo delito. Quizás, visto desde un punto de vista estrictamente legal tenga razón. Lo que sigue sin registrar este Nerón moderno es la inmoralidad tanto de su acto anterior como la de su accionar actual.
Y que, mientras más fuerte siga llorando por su inocencia sólo lo hará más inmoral y decadente ante nuestros ojos. A los ojos de todos los campesinos que estamos sentados en nuestros taburetes, cada uno de nosotros ante nuestra propia puerta frente a la Ley.

 Cualquier otro ante la Ley. 

Otro juez subrogante y, vaya casualidad, también otro juez militante. Esta vez un personaje funesto que fuera bochornosamente aplazado cuando intentaba acceder a una plaza judicial por derecha, el vergonzante Martín Bava, quien procesa a Mauricio Macri al “suponer” la existencia de una orden expresa que él deduce desde un organigrama. Lástima que sea incapaz de probarlo fehacientemente. 
Ignorar de manera sistemática los hechos en función de pareceres, suposiciones e intereses sigue mancillando la poca credibilidad judicial y tiñéndola de militancia dogmática. Y continúa dañando su imagen de una manera cada vez más irreversible. 
Un danés, Jens Galschiot, realizó una escultura sobre la justicia que resulta estremecedora. En ella, una justicia, obesa, mórbida, y desproporcionada; es cargada en hombros por un hombre raquítico, desnutrido y esclavizado por completo. La imagen de Galschiot no difiere mucho de la de Kafka. Quizás Galschiot también debería ser argentino; no danés. 
“Hay infinitas existencias de esperanza, pero no para nosotros” le diría Kafka a su íntimo amigo, Max Brod. 
¿Habrá al menos una instancia de esperanza para nosotros?
La verdad, no lo sé. Cada vez me cuesta más imaginarlo y más todavía, creerlo.
Quizás Kafka despierte y nosotros podamos volver a la normalidad. Quizás.
Mientras tanto todos nosotros, el resto, lo que nos somos Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, seguiremos esperando sentados en nuestros taburetes deseando poder franquear la puerta de la Ley antes que el guardia la cierre para siempre.
 

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