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Nada es ni será igual

Miércoles, 10 de febrero de 2021 00:00
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Ya es indudable que nuestra visión de la realidad debe orientarse hacia una perspectiva distinta a la que veníamos observando hasta el presente.

El mundo ha tomado un giro que ha superado las antinomias ideológicas y de todo tipo que veníamos trayendo a lo largo de nuestra historia. Los cambios que el primer mundo viene registrando desde hace tiempo han llegado a este confín del orbe, hecho acentuado profundamente con la aparición de la pandemia que nos ha obligado a efectuar un impensado "click" en nuestra forma de vida, introduciendo cambios que no hubiésemos imaginado. Los cambios fuertes ya no se registran solo en Europa o Estados Unidos, comienzan a hacerse presentes aquí en nuestra propia Salta.

El mundo, entendido como una realidad siglo XXI según lo conocíamos, va en camino de desaparición, nos guste o no, independientemente de nuestros pensamientos, sentir o deseos.

No nos debemos preguntar si los cambios van a ocurrir o no; debemos preguntarnos cuándo van a ocurrir, porque son hechos ya irremediables y menos aún impostergables. Podemos decir hoy que los hechos vienen marchando, parafraseando al viejo tema musical del jazz americano "Cuando los santos vienen marchando (When the Saints Go Marching In)".

La vida tal cual la conocemos está comenzando a registrar cambios trascendentales. Si aspiramos regresar a la vida anterior, no habremos aprendido la lección. Pueden apreciarse señales indicativas de que el mundo puede ser mejor, aunque distinto. Lo que creíamos necesario, descubriremos que ya no lo es y muchas verdades desaparecerán. Lo que era normal ha dejado de serlo.

La normalidad anterior no volverá, sencillamente porque ya no existirá.

Lamentablemente, un amplio sector de la actual dirigencia no alcanzan a visibilizar esos cambios y en consecuencia tampoco los asumen. Eso es lo preocupante: no entienden cómo funciona el mundo y como se organizan las sociedades y los Estados en esta tercera década.

Siguen aferrados a una realidad ya inexistente y aferrados a prejuicios inconducentes, alejados por cierto del camino por el cual deberían transitar y, lo peor, desconociendo hacia donde deberían orientarse sus esfuerzos.

La sociedad y sus dirigentes deben tomar conciencia que estamos inmersos en un proceso vertiginoso que transforma a todos los aspectos de la realidad conocida y, por eso, nos obliga a repensar la política, la educación, la salud pública, las comunicaciones, los hábitos de consumo, el trabajo, la cultura, el deporte...

Absolutamente todo

Es una realidad polifacética y mutante, en la que la irrupción de las tecnologías (también mutantes de generación en generación) juega un papel preponderante.

Se acelera la entrada a un mundo virtual y a las relaciones digitales. La economía se ajustará a las verdaderas dimensiones, valorizando más lo que realmente importa.

Las campañas y las conductas políticas no podrán sustraerse de los cambios. Las convocatorias a través de las plataformas irán poco a poco supliendo a las reuniones presenciales. Ganará el número, la simultaneidad, la mayor transparencia y el ahorro de los recursos.

Quizá las próximas elecciones sean las últimas desarrolladas bajo los cánones tradicionales.

Nuestro actual desafío es generar una pronta reacción para adaptarnos a los cambios, asimilarlos y estar en condiciones de garantizar un efectivo y eficaz posicionamiento en todas las áreas.

La globalización deberá despertar mayor responsabilidad y verdaderos compromisos, sobre todo en el cambio climático.

Solo así estaremos en condiciones de superar las dificultades que se nos presentarán y de lograr paulatinamente una mejora de nuestras condiciones de vida sostenible en el tiempo.

En el semáforo de los tiempos el verde ha tomado presencia y los cambios vertiginosamente comenzarán a registrarse. Los paradigmas clásicos han cambiado. Quien así no lo entienda sucumbirá inexorablemente.

 

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