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El mundo asiste a un cambio de época y los paradigmas heredados de la Modernidad se van transformando o perdiendo. La trilogía "Dios, Patria y Familia" ya no representa lo mismo para todos porque el predominio de las grandes religiones se está deshaciendo, el sentido de Patria se diluye y la familia ya no es necesariamente un hombre, una mujer y los hijos.
La transformación es global y esta vez alcanza a todos por igual, tal vez con alguna diferencia de tiempos, pero algo es seguro, en el mediano o corto plazo quien no haya comprendido la dinámica del cambio quedará fuera del sistema. Esto representa un esfuerzo para quienes ya hemos transitado la vida en el "modo clásico" y nos interpela sobre la responsabilidad de advertir a los venideros sobre lo que está sucediendo y dejarles improntas para que naveguen propiamente- con mayor seguridad en las aguas turbulentas que se acercan. Nuestro país es obsoleto en muchas materias, particularmente en el pensamiento de una dirigencia mediocre, poco instruida, codiciosa y para la cual la palabra evolución representa un peligro porque afectaría su sistema de privilegios.
Sin embargo, es urgente reaccionar porque la Argentina corre el peligro de terminar sus días como una factoría de los imperios. Esta es una oportunidad de cambiar porque el nuevo mundo no es para quien tiene más sino para quien piense mejor. Cuando los países quisieron progresar lo hicieron a partir de una reforma de su sistema educativo. Así ingresaron al siglo XX como potencias. La República Argentina lo hizo. Hoy es urgente pensar en educar para esta nueva etapa de la vida del planeta porque los costos sociales y humanos que ya son altos lo serán aún más en el corto plazo.
La cuestión social trepará a niveles de tragedia si se hace realidad el pronóstico de la OCDE de que un 57% de los empleos están en riesgo o se han vuelto vulnerables ante el avance de robotización y el desarrollo de la inteligencia artificial.
Hay que transformar los paradigmas educativos porque hoy estamos en condiciones de que un solo docente, desde su ordenador le dicte clase a un país o a una provincia. Y no hay que preguntarnos si esto ocurrirá o no en Salta, sino cuándo ocurrirá. En esta provincia ya tenemos alumnos de los primeros cursos del secundario generando ingresos a través de YouTube, otros produciendo elementos en impresoras 3D y así..., mientras sus docentes no saben buscar contenidos en Google.
Sería recomendable que las autoridades -en particular las educativas- pensaran en convocar a una Asamblea o Congreso Pedagógico Virtual para rediscutir cómo transformar el sistema para hacerlo viable y competitivo para nuestro tiempo, porque hoy se forman jóvenes para trabajos que están dejando de existir y para otros que todavía no existen. Tenemos un gran desfasaje entre lo que se enseña y lo que está sucediendo en el mundo. Llamar a un Congreso así, sería un acto revolucionario, de profundo contenido federal que pondría a la provincia de Salta como líder de la región y le daría contenido y calidad sustentable no solo a la educación sino a la producción, obviamente. Pero esta decisión requiere una mentalidad abierta, de conocimiento de lo que está ocurriendo en mundo y de una audacia política. Lo primero se puede remediar navegando por Google. Lo último es un carisma que hasta aquí nadie ha demostrado todavía.