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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Las Misiones del Pasaje, héroes sureños de la Independencia

Los registros olvidaron a los campesinos que ofrecieron la vida y posesiones por “su Patria”. 
Miércoles, 16 de junio de 2021 13:58

Por Norma Estela Aguilar, docente de Historia

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Por Norma Estela Aguilar, docente de Historia

Luego de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, el Ejército Auxiliar del Perú emprendió la retirada hostigado por el general Ramírez, encargado de la vanguardia del ejército realista al mando de Joaquín de la Pezuela. 
Conocida la noticia en Salta y Jujuy y ante el pedido de auxilios del general Belgrano, hombres y recursos comenzaron a llegar desde diferentes espacios de la geografía salteña. Sumado al aporte de los gobernadores de Tucumán y Santiago del Estero, las fuerzas del ejército se vieron incrementadas, no obstante debieron replegarse hasta Tucumán.
Sin el auxilio del ejército regular, la defensa en el Norte corrió por cuenta de los habitantes de la ciudad y su campaña. Conducidos por don Pedro José Saravia, obedeciendo éste las directivas del general Belgrano, los emigrados asentaron su cuartel en Guachipas y concentraron en las cercanías la mayor cantidad de recursos con el fin de privar de ellos a las fuerzas realistas. Así se iniciaba la resistencia a la segunda invasión, localizada en la zona vallista y en las fronteras del Rosario y Anta. 
El general Ramírez ocupó Jujuy y Salta como parte de un plan tendiente a la pacificación del Virreinato del Río de la Plata. Una vez tomadas esas plazas, el ejército real avanzaría hasta Córdoba donde se uniría al procedente de Chile por Mendoza, para luego marchar juntos hacia Buenos Aires sofocando la revolución. Sin embargo las intenciones se frustraron por la privación de medios y el espíritu indomable de los pobladores salteños. 
Organizados por algunos hacendados, no actuaron de manera desarticulada sino que se subordinaron al general del Ejército y fueron reconocidos como parte de la vanguardia. Cuando asumió el mando el general San Martín, nombró a Martín Miguel de Güemes comandante de las avanzadas por la parte del Pasaje. Conocía la zona que se le asignaba y a su vez era distinguido y estimado por sus pobladores. De esta manera la vanguardia se dividió en dos secciones o avanzadas, la de Guachipas confiada a Apolinar Saravia y la del Pasaje al mando de Güemes.
Nombrado el 28 de enero de 1814, se dirigió a la Frontera del Rosario y estableció en Conchas su cuartel general. A sus fuerzas se sumaron los jefes Francisco Gorriti (Pachi) y don Gabino Sardina. Una vez recuperado el de San Bernardo y derrotada la partida realista apostada en el Pasaje, las Fronteras del Rosario y Anta concentraron sus esfuerzos en repeler los avances que buscaban dominar el territorio.
Asegurada la zona de las fronteras resolvió Güemes acometer la ofensiva sobre los realistas apostados en la ciudad de Salta. Provocándolos, Castro y sus hombres decidieron salir de la ciudad para enfrentarlo; la derrota que sufrieron en el campo de Velarde aumentó el reconocimiento de San Martín y el gobierno hacia el jefe gaucho y determinaron su nombramiento como comandante general de la vanguardia.
Desde ese momento delinearon un plan de operaciones por el que las fuerzas quedaron divididas en tres secciones: la avanzada de los campos de Salta a las órdenes de don Pedro José Zavala, la de Guachipas al mando de don Apolinar Saravia y la del Pasaje en las fronteras del Rosario y Anta comandada por Güemes. Esta última contó con una vanguardia cuyo campo de acción se estableció entre Cobos y Campo Santo. 
 Los medios para sostener las acciones procedieron de los más diversos ámbitos: hacendados con ganados, campesinos como brazos armados, mujeres como informantes. ¿Y los indígenas? Poco se habla de ellos, quizás por haber sido silenciada su voz en los documentos. Sin embargo, algunos indicios surgen de las fuentes y nos muestran que no solo aportaron recursos de sus pueblos sino que sirvieron ellos mismos como partidarios.
Los pueblos de misión ubicados sobre el Pasaje: Miraflores, Balbuena, Ortega y Macapillo experimentaron gran prosperidad en tiempos de los jesuitas, constituyendo centros productivos de gran importancia. Con la expulsión de los misioneros sus bienes se fueron agotando por el mal manejo de los tenientes de corregidor y los administradores civiles. (1)
Hacia 1813 una serie de hechos contribuyeron a acelerar aún más el fin de los pueblos. La extinción de las temporalidades por un decreto de la Asamblea General Constituyente de 1813 (2) y la transformación de las reducciones en bienes de Intendencia, generaron las condiciones propicias para que se dispusiera de los recursos existentes con el fin de sostener la empresa libertaria y los particulares se apropiaron de las tierras. (3) Las guerras de independencia y el proceso de militarización del espacio, con la instalación del campamento principal en Concha, implicó para Miraflores y el resto de los pueblos el vaciamiento de sus haciendas: 
“El Señor General Belgrano, comisionó al mismo efecto a don Bruno Rozario Goitia y después de todo, el Señor General finado [...] facultó desde Concha en sus primeras empresas guerreras al gauchaje con que militaba para que gastara a su arbitrio el ganado de Miraflores [...] para que practicando corridas de aquel ganado, sirviese a los abastos de guerra contra el enemigo común y el sostén de los partidarios que defienden las fronteras contra las irrupciones del barbarismo. Así fue que se hizo común a todas las haciendas que debía administrar.” (4)
Se produce el abandono de los terrenos de las misiones por parte de los habitantes originarios y la instalación de gran cantidad de agregados que conformaron los cuerpos de las milicias gauchas. Sin embargo este proceso de ocupación de las tierras se dio con anterioridad a 1814; algunas personas sin posesiones, como Faustino Farías teniente de gauchos de la Compañía de Miraflores, registraron la calidad de agregados por ser quienes “entraban a ocupar en la estancia, chacra, etc. una fracción de ella con la sola condición de remunerar al dueño o patrón con su servicio personal en épocas dadas del año” (art. 555). (5)

José Antonino Cornejo

“Hacen sobre dieciséis años es vecino de esta frontera que todo este tiempo ha vivido dentro de los terrenos de Miraflores y el más inmediato al pueblo, haciendo las fatigas correspondientes que le han obligado los administradores, don Juan Antonio de Usandivaras, don Manuel Peña y el coronel don Domingo de Iriarte, que en este tiempo ha conocido bastante número de indios tanto de los naturales del pueblo, como de los pasaynes y vilelas trasladados de otros pueblos a este, pero que en el día solo existen en esta inmediación dos o tres de ellos.” (6)
Los instalados a partir de 1814 aprovecharon la franquicia que les dio el gobierno: la eximición del pago de arrendamiento en tierras que le pertenecía desde la extinción de las temporalidades. 
Un sinnúmero de agregados usufructuaron los beneficios de una de las primeras reivindicaciones sociales, conseguidas por los gauchos luego del apoyo brindado a Güemes frente a Rondeau, el no pagar los arriendos (7). 
Con Pezuela instalado en Salta y resistiendo al sitio que le imponían, se llevaron a cabo varias expediciones realistas para obtener recursos. Francisco Martínez de Hoz intentará llegar a Guachipas y el comandante Guillermo Marquiegui a la frontera en dos ocasiones en las que fue derrotado por el general Martín Miguel de Güemes y sus fuerzas.
 La línea defensiva sobre el Pasaje tuvo como centro el fuerte del Río del Valle y fue su jefe el comandante don Antonino Fernández Cornejo. A su cargo estuvo el cuerpo de Partidarios de la frontera y en él la 2° compañía del 1° escuadrón se conformó con aborígenes. Un hecho que no sorprende si se tiene en cuenta que a mediados del siglo XVIII, durante el gobierno de Matorras, las misiones cumplieron idénticas funciones que los fuertes. Pueblos de indios amigos o fortineros con una autoridad cacical asistida por un grupo de oficiales entre los que se contaban los capitanes Alartín, Francisco, Pasco Galván y el alférez Chuche Laps.
El derrotero de este cuerpo se inscribirá luego de la muerte del general Güemes en el enfrentamiento entre los representantes de la Patria Nueva, del cual su comandante formaba parte, interesados en subvertir el orden creado por Güemes y que controlaron la composición de la Junta Provincial una vez formada, y el de la Patria Vieja representada en las tropas leales al héroe gaucho y defensores de sus reivindicaciones. (8)

Junta de Representantes

Con posterioridad a la firma del armisticio con el general Olañeta se conformó la Junta de Representantes, se dictó el reglamento provisorio y designaron como gobernador a Antonino Fernández Cornejo. Destituido por la revolución del 22 de septiembre de 1821, nombraron a José Ignacio de Gorriti en su reemplazo y hasta tanto éste asumió, se hizo cargo el cabecilla del movimiento don Pablo de la Torre. Interesado en desmovilizar la campaña, Gorriti disolvió el cuerpo de partidarios restando poder a su comandante, sin embargo lo restituyeron en 1823 por una disposición de la Junta Provincial a pedido de Fernández Cornejo, como un cuerpo de línea permanente con soldados pagos.
No existen acciones memorables de estos partidarios registradas en el papel, lo mismo sucede con los miles de campesinos que ofrecieron la vida y posesiones por “su Patria”. Sin embargo pequeñas huellas se van descubriendo de estas importantes comunidades que se creían desestructuradas y mestizadas a principio del siglo XIX. 
El cuerpo de partidarios y la compañía de indígenas se mantendrán activas hasta el año 1838 con el nombre de Regimiento N° 13 Partidarios de la libertad de la Frontera del Río del Valle.

(1) AGUILAR, Norma Estela, Los Lules del Pasaje Balbuena. La frontera chaqueña occidental (siglos XVII y XVIII), Prohistoria ediciones, Rosario, 2016.

(2) AHS, Fondo de Gobierno, Carpeta 30. Extinción de las temporalidades, 1813.

(3) Colmenares, Luis Oscar Martín Güemes el héroe mártir, Ciudad argentina, Buenos Aires, 1999, pp. 56-59.

(4) AHS, Fondo de Gobierno, Carpeta 29 A, 1812, fs.61v-62r. El resaltado me pertenece.

(5) La calidad de agregado remite al significado que aparece en el Código Rural, vigente en la Provincia hacia 1880. MATA, Sara Tierra y poder en Salta. El Noroeste argentino en vísperas de la Independencia, CEPIHA, Salta, 2005, p. 277.

(6) AHS, Colección Documental Güemes, Carpeta N 16. Remate y venta de la Reducción de Miraflores a Don José Ignacio de Gorriti, 1820, f. 4v. El resaltado me pertenece.

(7) MATA, Sara “Paisanaje, insurrección y guerra de Independencia. El conflicto social en Salta 1814- 1821” en Política y sociedad en el siglo XIX, Jorge Gelman y Raúl Fradkin -compiladores-, Editorial Prohistoria, Rosario, 2008, p. 76.

(8) MARCHIONNI, Marcelo Daniel Política y sociedad en Salta y el norte argentino (1780-1850), Tesis doctoral, 2013, p.124.
 

Norma Estela Aguilar es profesora para la enseñanza media y superior en Ciencias Sociales. Especialista en Historia Argentina por la UNSa. Investigadora del Proyecto 2249 CIUNSa CONICET de la UNSa. Integrante de la Junta de Estudios Históricos de la Provincia.


 

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