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Es un deseo humano muy comprensible, la aspiración de conocer las figuras físicas de los hombres célebres en los momentos más representativos de su vida pública. Un retrato refleja corporizadas las inquietudes, sueños, esperanzas y aun el dolor que animaron la vida de un hombre. Esa íntima y humana necesidad de conocer la presencia corpórea de sus antecesores deviene de la más remota antigüedad.
El hecho que la Patria se encontrara prácticamente en estado de guerra desde las invasiones inglesas, y por décadas, imposibilitó el asentamiento de artistas extranjeros y el surgimiento de escuelas pictóricas locales, ante la inestabilidad política y el ahogo económico para actividades relacionadas con las bellas artes.
A pesar de que Salta se distinguía por su cultura con respecto a otros centros poblados, no existieron escuelas o talleres de arte en el mundo tardocolonial y en los tiempos posteriores a la emancipación.
Recuerdos impactantes
Esta carencia de artistas consagrados o de aficionados al dibujo hizo que la iconografía salteña en personajes de la primera época, paisajes o tipos costumbristas no existieran desde la Revolución hasta la muerte de Güemes.
El caso es que no existe un retrato del prócer tomado del propio protagonista. El primer retrato del prócer gaucho data de 1885, sesenta y cuatro años después de la muerte de Güemes. La iconografía güemesiana cuenta con algunas descripciones de testigos de valía, de quienes lo conocieron o recogieron de primera mano o de sus contemporáneos.
La escritora Juana Manuela Gorriti en "Recuerdos de la Infancia" nos acerca a: "Un guerrero alto, esbelto y de admirable apostura. Una magnífica cabellera negra de largos bucles, y una barba rizada y brillante cuadraban su hermoso rostro de perfil griego y de expresión dulce y benigna", expresa la escritora.
El historiador Joaquín Carrillo en su "Historia Civil de Jujuy" expresa: "Su persona era interesante, erguido, de talle esbelto, de perfil delicado, espaciosa frente, su boca era delineada con perfección, el cabello y la barba negra cuadraban el óvalo de su fisonomía en la que resaltaban sus ojos llenos de animación. A caballo era una figura sin tacha y ostentaba con vanidad su gallardía".
Una carta de Dionisio Puch, sin fecha, propiedad de la familia Güemes, nos revela que "Güemes con su palabra vertida con fe tan viva, inflamaba los corazones, su talla era esbelta, perfecto en sus formas, cabellera negra de largos bucles, barba entera, larga, rizada y brillantes ojos pardos, frente despejada, color blanco pálido, expresión dulce, rostro griego, elegante en sus movimientos: vestía siempre de uniforme de un gusto severo y exquisito. Era imposible verle y oírle sin sentirse dominado por el ardor de su patriotismo".
Filiberto de Oliveira Cesar en "Las invasiones inglesas y escenas de la independencia argentina. Páginas americanas" recuerda a un grupo de jóvenes que habían asistido a una representación teatral y los animaba una bulliciosa conversación. El texto relata: "En el grupo más numeroso prestábase atención especial a la palabra de uno de elevada estatura y simpática presencia que por sus maneras mostraba no solo pertenecer a distinguida clase social sino haber adquirido entre militares la corrección y seriedad que caracteriza a soldados de buen gusto. Este joven a quien hemos de encontrar más de una vez llamábase Martín Miguel de Güemes, tenía entonces 21 años, había entrado a servir en el Batallón Fixo de Línea y pertenecía a una de las más esclarecidas familias de la ciudad de Salta".
Bernardo Frías, quien recuperó del olvido e investigó concienzudamente al prócer gaucho y lo reivindicó en su "Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta o sea de la Independencia Argentina", nos ofrece una imagen acabada. Frías lo describe en los siguientes términos: "Tenía Güemes un cuerpo esbelto y desarrollado, de talla erguida y alzada estatura, cuyo conjunto le daba una imponente presencia. No sobresalía por la hermosura de su fisonomía, que era de un blanco pálido, pero tenía no pocos rasgos de indiscutible belleza. Así eran sus perfiles delicados, su nariz alta, larga, ligeramente curva, casi recta. El corte de su boca de notabilísima perfección; los ojos de color pardo, con los párpados superiores llenos, notándose en uno de ellos la antigua ligera cicatriz de cuando niño, que le dejara una caída sufrida del caballo. Tenía una espaciosa frente. Su barba la usaba entera y crecida, a despecho de la moda, y que, de regreso de sus campañas, le llegaba a tocar el pecho, era renegrida y brillante, cuadrando varonilmente su rostro de expresión agradable y bondadosa, a quien daba mayor atracción y vida la profunda animación de sus ojos cuya mirada expresaba la firmeza del guerrero y la benevolencia del filósofo". Con esta base descriptiva es que los artistas se inspiraron para dar vida a la imagen del prócer gaucho.
La reconstrucción
Aparentemente, la primera reproducción del general Güemes se presentó en 1885 en el folleto de la conferencia dictada en Salta por Ángel Justiniano Carranza, en la que aparece con uniforme de húsar, firmado "F.G. Salta".
El historiador Carlos G. Romero Sosa sostiene que el dibujante fue Flavio García, aunque esboza la posibilidad que fuera Fray Giorgi.
En el mismo año, en la edición del 30 de diciembre de la revista "La Ilustración Argentina", aparece un segundo retrato a página entera, un dibujo del general vistiendo el uniforme de húsar, con el dolmán sobre el hombro derecho y firmado por F. Hoyos, un joven dibujante salteño radicado entonces en Buenos Aires.
Posteriormente el dibujo perfeccionado sirvió de modelo para dos fotografías que circularon luego en Salta y en Buenos Aires con gran profusión.
Sin embargo, la obra más difundida, sin duda es la del dibujo a lápiz de Eduardo Schiaffino, "Retrato del Gral. Martín Miguel de Güemes" (1902), uno de los artistas más grandes que produjo la Argentina.
Esta obra, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Salta, fue la base en que se apoyaron una pléyade de artistas y que han transmitido al lienzo.
Entre ellos cabe citar el óleo de Manuel Prieto: “General Güemes con su uniforme de gala” (1905) que se encuentra en el Regimiento de Caballería de Exploración de Montaña 5 “Gral. Güemes”, el óleo de Antonio Alice “La muerte de Güemes” (1910) se encuentra ubicado en la Legislatura salteña.
Un óleo de A. Struch “El Gral. Martín Miguel de Güemes y sus gauchos” (1912), y otro óleo sobre tela de D. Bourrelly, firmado en 1922 en Francia intitulado “El Gral. Güemes y sus gauchos”, ambas obras se encuentran en el Museo Histórico del Norte en la ciudad de Salta.
El óleo sobre tela de Juan Laporte, firmado en 1922 “Retrato del General Martín Miguel de Güemes” pertenece al Museo Histórico Nacional. Otras obras de valía se encuentran en colecciones privadas.
El 15 de junio de 1965 el Gobierno de la Provincia de Salta, con las firmas de Ricardo J. Durand y Guillermo Villegas, gobernador y ministro, respectivamente, emitió un singular decreto en el cual se disponía la certificación y la legalización del retrato del general Güemes, realizado por Eduardo Schiaffino a principios de siglo. El original documento reconoce iconográficamente la autenticidad de un retrato realizado ochenta y un años después de la muerte del modelo.
Los trazos del pincel de numerosos artistas nos revelan la nobleza, la gallardía y la bondad de nuestro prócer gaucho, imágenes que nuestra tierra ha incorporado con legítimo orgullo y que se encuentran en los corazones de los salteños