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Si hay algo que enseñan las matemáticas es a enfrentar los problemas. Plantean una perspectiva en la que el "cómo" y el "porqué" se conjugan; la mirada de la ciencia y la más subjetiva de la filosofía. Pero tiene algo particular: parte de la premisa de que hay una solución posible. No una cualquiera, improvisada, sino una que pone en funcionamiento el pensamiento para encontrar una línea de fuga a lo que aparentemente no tiene salida.
Lo que ya ha pasado a ser una serie con el Fondo, revela la fisonomía de cómo este gobierno encara los problemas. No es una mirada de matemático, precisamente. El fundamento del proceso es siempre la improvisación. No hay un patrón, menos un eje racional. Es un dejarse llevar por el viento mientras el tiempo pasa, a la espera de que ocurra algo más cercano al milagro. La fuga es a un sin salida artificial y de creación propia.
Y aquí está el nudo gordiano del problema de este modo de (in)gobernar. Se parte de la premisa errada de que el Estado es el gobierno, y no de que un gobierno es un actor pasajero para liderar el Estado.
Con eso, justifican vivir en el corto plazo, en la coyuntura, sin sopesar los méritos del mediano plazo.
De aquí nacen dos consecuencias. Es responsabilidad del gobierno hacer que el Estado sea coherente, que dé señales inequívocas para que el resto de los actores (sociedad y mercado) puedan tomar decisiones previsibles; ocurre lo contrario. Lo segundo, es una facción que gobierna para una facción, desde un discurso que esconde un accionar que no es para todos, y que, preso de sus creencias, termina tergiversando los conceptos: desde perder no es perder hasta reinventar el concepto de acuerdo, como es el caso.
Hace casi dos años que empezó este capítulo de la saga con el Fondo. Argentina perdió tiempo y oportunidades, una tras otra. Ya en el límite, para justificar el pago y evitar el default imputable a la demora en actuar, se presenta oficialmente la ocurrencia de un acuerdo. El Fondo contesta formalmente que "IMF staff and the Argentine authorities have reached an understanding on key policies as part of their ongoing discussions of an IMF supported program..." (el equipo del Fondo y las autoridades argentinas han llegado a un entendimiento sobre políticas claves como parte de discusiones que están teniendo lugar para un programa de apoyo del Fondo).
Reinventaron el concepto de derrota y ahora el del viejo contrato romano. Porque no hay un acuerdo, sino un entendimiento sobre cuestiones básicas para llegar a un acuerdo. No es lo mismo ni menor la diferencia: entendimiento no es acuerdo, que es una forma superior de aquel, donde ya hay encuentro pleno de voluntades. Hace bien la oposición en esperar la "letra chica", donde el diablo esconde la cola. Porque seguro que aquí la escondió. A discutir con responsabilidad en el Congreso, esperando que se explique el plan para cumplir con transparencia (gasto público, tarifas, inflación, emisión).