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7 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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No toda crisis es una oportunidad

Viernes, 28 de octubre de 2022 00:00
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Hace poco hice una reflexión sobre el texto de John Donne, "Meditaciones en tiempo de crisis". Confieso que me llamó la atención cómo fue traducido el título de esta obra ya que, en inglés, su título original es "Devotions Upon Emergent Occasions": "Oraciones para Ocasiones Extraordinarias". Una oración es una plegaria, no es una meditación; pero la acepción no resulta peligrosa. Pero ¿desde cuándo una "ocasión extraordinaria" se traduce, de manera automática, como "crisis"? En lo personal, estoy harto de oír decir que toda crisis es una oportunidad. En lógica, a toda premisa falsa le sigue una conclusión falsa. Eso es una falacia y este es un claro ejemplo de un razonamiento falaz.

No toda crisis es una oportunidad. Argentina lo prueba por lo menos hace cien años. En realidad, la expresión no es más que una construcción social de tipo positivista y que refleja un pensamiento voluntarista sin ningún sustento real. Pero que no está exento de una gran perversidad. Si a toda crisis le sigue una oportunidad; el no alcanzar esa oportunidad lo convierte todo, de inmediato, en un fracaso personal. De allí lo malévolo del pensamiento. Su peligrosidad. Me suena a una forma -otra más- de transferir responsabilidades.

La mitología occidental cuenta que John F. Kennedy acuñó la frase y que, por no corregirlo, por obsecuentes, o por esa profunda convicción que se suele reforzar en la ignorancia y en la costumbre de no indagar nada en profundidad, desde Kissinger hasta Condoleezza Rice lo repitieron una y otra vez convirtiéndola en una especie de mantra de la nueva modernidad.

Si estamos atravesando una crisis sólo tenemos que saber convertirla en una oportunidad. Si no lo logramos, la culpa es nuestra. Nadie va a reconocer que es una falsa premisa; ergo, una falsa conclusión. Si se aceptará con mucha facilidad que el fracaso es una muestra del fracaso personal.

Consolidado por cuanto libro de autoayuda exista, se asocia de manera constante la palabra "crisis" a la palabra "oportunidad". Esto se "explica" asegurando que los ideogramas chinos para la palabra crisis se obtienen por la yuxtaposición de dos ideogramas que se traducen como "peligro" y "oportunidad". Por supuesto, esto es erróneo.

Así, la frase, además de una falacia, es un error lingüístico centenario. ¿Habrá sido este error sólo un producto de la ignorancia o habrá sido un error en algún momento devenido intencional? Siempre es más fácil sostener un error si este conviene a nuestros intereses y se transforma en ideología; que corregirlo si no va a reportar ganancia alguna.

Aunque es intraducible, el primer ideograma significa "peligro" mientras que el segundo significa "alarma o peligro inminente que solo se intuye, pero que no se entiende" con cierta connotación de "hecatombe que te triturará como la mano de un dragón aplasta a una hormiga sin mirarla ni advertir su existencia". O sea, la no-oportunidad misma en su más cabal dimensión. ¿Cómo se convierte la no-oportunidad en oportunidad? ¿Cómo el peligro de extinción completo y sin chance alguna resulta una oportunidad? Simple; con la superficialidad que nos caracteriza y de la mano de nuestro triunfalismo occidental tan característico.

Quizás todo Occidente esté construido sobre errores y falacias de este tipo. Quizás haya que revisar y repensar alguna gran parte de todo nuestro "pensamiento occidental". En lo local, es por completo refutable que cada crisis se haya traducido en una oportunidad. Con cada crisis, los más pobres se hundieron aún más en la pobreza mientras que parte de los sectores medios fueron moderando o bajando sus expectativas de superación y de progreso. O abandonaron el país en diferentes diásporas muy fácil de identificar en el tiempo y de asociar con distintos gobiernos y con diferentes signos ideológicos.

El resultado final de cada crisis ha sido, siempre, un mayor desequilibrio macroeconómico y una sociedad que, en lo estructural, se muestra cada vez más desigual, con un sistema económico y social heterogéneo y fracturado y con mercados laborales más precarizados. Con una sociedad más pauperizada luego de cada crisis. ¿Es culpa de esos sectores que no supieron abrazar las oportunidades que presentan las crisis, acaso?

Algo es cierto, sin embargo. El país si dejó pasar cada oportunidad que se le presentó. Pero seguimos confundiendo casualidad con causalidad. Quizás por haber dejado pasar, de manera tan consistente, toda oportunidad posible. Pero consistencia tampoco es causalidad.

Franz Kafka una vez dijo: "Un pájaro salió en busca de una jaula". Igual que el pájaro de Kafka, Argentina salió, cual hormiga, en busca de una mano de dragón que la aplaste sin siquiera ser consciente de que había una hormiga allí, recitando el mantra "en cada crisis hay una oportunidad". Así nos va. Quizás sea bueno retomar a John Donne y a sus "Oraciones para Ocasiones Emergentes" y ver si no podemos sacar lecciones más valederas y valerosas para reconstruir un país que se pierde en el fárrago de la superficialidad. Sin crisis falsas ni inventadas; tampoco haciendo gala de oportunidades inexistentes. Con realismo y realidad. Con sudor. Con valores. Con amor.

 

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