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Insensibilidad brutal en "el país de buena gente"

“Chicha” tenía ocho años y murió aplastado por un camión mientras buscaba comida en un basural. Hay miles de Chicha, aunque para la ministra de Trabajo, “primero hay que ganar el Mundial”.
Martes, 22 de noviembre de 2022 01:11
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Víctor “Chicha” Sebastián Barreto -un pequeño de ocho años-, murió al ser atropellado por un camión de residuos en uno de los basurales de la ciudad de Paraná; lugar donde suele haber hasta 35 niños esperando por esos camiones. Metros antes de que lleguen a descargar, las criaturas se trepan a la caja del camión tratando de ganar tiempo y de hacerse de los mejores restos. En ese camino de tierra irregular, el vehículo pasó por un pozo que desestabilizó a Víctor y lo hizo caer al suelo, para morir aplastado por las ruedas.

A propósito, escribí el nombre del niño. Josef Stalin dijo: “Una única muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística”. No quiero que Víctor “Chicha” -un niño de ocho años al que se le robó la vida mientras buscaba comida en un basural-, sea otra estadística más. Aunque va a terminar siéndolo. Lo sé. Todos lo sabemos; contamos con ello. Quizás esta sea la única manera de lidiar con el problema de la miseria estructural en la que se sigue sumergiendo a nuestro país. Los números no tienen nombre ni rostro. Los porcentajes hablan de otros; no de nosotros.

Todos sabemos que, bajo ningún concepto, un niño debería colgarse de un camión. Menos si este está en movimiento. Menos si es de basura. Menos en un basural. Horrible como es todo lo descripto, al final del día sólo quedó la anécdota del infortunio del chico; la pregunta sobre las responsabilidades del conductor o de la madre; la curiosidad morbosa sobre la disputa familiar; la intervención de la policía y el reclamo de las madres exigiendo una especie de “plaza” en medio del basural para que los niños “jueguen” mientras sus padres revuelven la basura “en paz”.

El diablo está en los detalles. El país entero se rasga las vestiduras y muchos “descubren” la pobreza. Pero no veo a ningún funcionario preguntándose -en serio- cómo evitar que haya chicos que tengan que revolver la basura para comer. O para que no haya ni un solo chico que tenga que buscar comida -como un perro-, en un basural. No veo a ningún funcionario trabajando para cambiar esta realidad horrorosa que nos degrada a todos. Porque la tragedia de la vida de “Chicha” -y su manera de morir- nos interpela a todos. Ser Patria es cambiar esto. No abrazarnos a una camiseta de fútbol en un mundial.

 “Primero, que gane Argentina”

La ministro de Trabajo dijo: “después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina”. Como si lo dicho no hubiera sido una completa aberración, agregó: “considero que hay que trabajar todo el tiempo por la inflación, pero un mes no va a hacer la gran diferencia. En cambio, desde el punto de vista anímico, de lo que significa para el conjunto de los argentinos y argentinas, queremos que Argentina sea campeón”.

Por desgracia, no queda más remedio que abrevar en las estadísticas. Argentina tuvo el 6,3% de inflación en octubre, lleva acumulado un 76,6% en el año y la inflación interanual es del 88%. Tenemos casi un 40% de pobreza -el 95% de ella, estructural- y casi el 10% de indigencia.

Hay 5,5 millones de menores de 14 años que no cubren sus necesidades básicas y que viven en condiciones de precariedad económica, alimentaria, sanitaria y/o habitacional. Tenemos casi un millón de chicos que viven en las mismas condiciones paupérrimas en las que vivía Víctor “Chicha” Sebastián Barreto. En este contexto, la ministro de Trabajo de Argentina dijo en tono relajado, con una sonrisa y como si se tratara de una feliz ocurrencia: “un mes no va a hacer la gran diferencia”.

Otra vez, el señor presidente de la Nación avaló lo dicho por sus funcionarios. A la vocero la había ratificado con un silencio desolador. A la ministro, con declaraciones que escaldan y que dan lástima al mismo tiempo. Desde París, Alberto Fernández dijo: "Lo que debemos pensar ahora los argentinos es ver cómo ganamos, con Messi, el Mundial". ¿En serio?

¿De veras los funcionarios creen que, “desde el punto de vista anímico”, nos va a hacer alguna diferencia ganar o no el mundial? ¿De veras creen que la alegría durará algo más que algunos pocos días de nacionalismo confundido y de picos de euforia? “Desde el punto de vista anímico”, el casi un millón de chicos que existen en el país y que viven como vivía Víctor “Chicha”; ¿van a olvidar el hambre y el dolor de tener que revolver la basura para comer, sólo por haber ganado un mundial? ¿El gobierno cree que, por ganar un mundial de fútbol, los slogans “Primero la gente”, “Reconstrucción Argentina”, “Un país con buena gente” y, el más cínico de todos; “Argentina nos incluye”; se van a convertir en realidad?

Un dolor sin respiro y sin fin

Estamos repletos de conductas reprobables, de dichos repudiables y de hechos aberrantes. Uno tras otro; sin solución de continuidad. Apenas nos termina de atropellar una canallada, que ya viene otra detrás. Sucede todo tan rápido que lo normalizamos todo. Lo naturalizamos todo.

Por ejemplo, en vez de exigir dejar de comer de los basurales, pedimos por un “espacio seguro” donde poder dejar a los chicos “jugando” para poder revolver la basura “tranquilos”. Normalizamos el idiotismo moral de otros que nos conducen a estas situaciones atroces. Banalizamos sus consecuencias, dolorosas e inhumanas.

Muy pocos días atrás, cerré una columna diciendo: “Argentina es un país que lastima. Que hace doler cada día”. Me faltó agregar: “Que no da respiro. Que nos asfixia con su incesante e insensata insensibilidad”.

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