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Candidato al Premio Nobel de la Fantasía

En medio de la fractura del oficialismo, el difuso anuncio de un acuerdo con el FMI incluye compromisos ambiciosos, pero con condicionamientos locales que lo hacen incumplible.
Domingo, 06 de febrero de 2022 02:00
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Luego de haber coqueteado larga e irracionalmente con el abismo; luego de meses de retóricas chauvinistas y falaces y después de habernos bombardeado con toda clase de discursos perversos y provocadores; después de haber hecho gala -una vez más- del culto a la incertidumbre y a la locura; Argentina había llegado a un principio de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Acuerdo que ya pasó a un segundo plano luego de la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados del Frente de Todos. Otra maniobra golpista que se suma a la una larga lista de tropelías de la bandada camporista.

A modo de paréntesis, es interesante escuchar el discurso de la vicepresidenta de la Nación en el acto de asunción de la presidenta Xiomara Castro en Honduras, dos días antes del anuncio del acuerdo, y compararlo con un discurso anterior de ella -cuando todavía era senadora-, donde reivindicaba el modelo neoliberal que ahora tanto denostó y cuando hacía una apología de las fantasías menemistas.

El ejercicio es inútil; lo sé. Toda persona tiene derecho a cambiar de idea y de postura política. Excepto que, en mi opinión, solo parece ser una muestra más de que, en política, no hay ideales ni ideologías ni ideas; solo circunstancias, intereses y conveniencias. No se vuelven más maduros, más sabios o reflexivos. Solo es un tema de conveniencias, y de capacidades, por supuesto.

Pero volviendo al acuerdo, la postura de Máximo Kirchner es consistente con los discursos altisonantes y defensores a ultranza del relato K que mencionaba antes.

Es cierto que no se conocen los detalles del acuerdo; ya que el mismo fue negociado bajo un marco de secretismo propio de tahúres. Pronto antes que tarde debería darse a conocer el contenido de las "side letters"; esos instrumentos que no forman parte de la carta de intención pero que constituyen la "letra chica" del acuerdo. Sus verdaderos términos. No los declarados para la tribuna sino los reales; los que de veras valen e interesan.

Mientras tanto, solo podemos atenernos a las declaraciones fantásticas y fantasiosas a las que son tan afectos nuestros funcionarios públicos.

Relato del relato del relato

Por medio de un mensaje corto, de apenas cinco minutos, el presidente aseguró que el acuerdo "no restringe, no limita ni condiciona, los derechos de nuestros jubilados que recuperamos en el año 2020. No nos obliga a una reforma laboral... No nos impone llegar a un déficit cero... no impacta en los servicios públicos, no relega nuestro gasto social y respeta nuestros planes de inversión en ciencia y tecnología". Aseguró que "vamos a poder acceder a nuevos financiamientos, precisamente, porque este acuerdo existe". "Este entendimiento prevé sostener la recuperación económica ya iniciada.". "Tampoco dispone saltos devaluatorios", aseguró casi al final del discurso.

De los creadores de "El coronavirus es una gripecita que nunca llegará a la Argentina" (siento la obligación de seguir recordándonos que hemos superado los 120.000 fallecimientos por esa "gripecita"); "perdimos ganando"; "la recuperación económica argentina es un hecho visible" y "la inflación está bajando"; llega ahora "logramos el mejor acuerdo con el Fondo de la historia argentina".

Detrás del relato

Me resulta difícil de creer que se haya pactado un incremento neto de reservas de alrededor de 5.000 millones de dólares para fin de 2022 y que no vaya a haber ningún salto devaluatorio como se asegura tan livianamente.

En este punto es preciso recordar que el 68% de todas nuestras exportaciones corresponden a productos obtenidos del campo. Dos de cada tres dólares exportados corresponden a la producción agropecuaria.

Y Argentina está sufriendo una de las mayores crisis hídricas de su historia. El campo ya comienza a alertar que va a haber una merma importante de ingresos, tanto por la sequía que afectó a la cosecha temprana como por las inundaciones que están afectando ahora a la cosecha tardía. Tenemos una cantidad histórica de hectáreas que se encuentran o bajo agua o incendiándose. A eso hay que sumarle la bajante histórica del río Paraná, que pone en jaque a todo el sistema de comercio de granos y derivados; sumando pérdidas adicionales.

¿Cómo vamos a acumular reservas si la mayor parte de nuestras exportaciones están bajo amenaza directa? Cuando una economía se encuentra tan primarizada como la nuestra el riesgo a depender del clima es, simplemente, aterrador. O sea que, por ahora, que la economía crezca y exporte más volumen suena a quimera.

Nos dicen que no va a haber ajuste fiscal ni reacomodamiento de tarifas, pero ¿de qué otra manera se podrían cumplir las reducciones fiscales pactadas si, al mismo tiempo se están comprometiendo a bajar la inflación? Si de verdad buscaran bajar la inflación ya no se podrá recurrir al mecanismo del ajuste fiscal por medio de una inflación alta y prolongada en el tiempo, licuando gastos y pasivos. Otro camino vedado.

Dicen que se acordó tener tasas reales positivas. Con una inflación esperada del 60% para el 2022; tasas reales positivas implicaría comenzar a premiar a los plazos fijos por encima de ese nivel. ¿Ya nos olvidamos que ese fue uno de los tantos detonantes del corralito en 2001; cuando las tasas superaron todo nivel razonable y toda posibilidad de pago? Pasaron 20 años de aquella crisis monumental y pareciera que no fuimos capaces de aprender nada de ella.

Nos dicen que habrá acceso a fuentes de financiamiento adicionales pero no nos dicen ni cuáles serán estas fuentes ni bajo qué condiciones nos prestarían el dinero. Es cierto que el riesgo país bajó luego del anuncio del acuerdo, pero esta baja, ¿es significativa cuando el riesgo país se encuentra en el nivel de los 1900 puntos porcentuales? A todos los efectos prácticos la reducción es marginal e implica una tasa de endeudamiento cercana al 20% nominal anual. Muy alta. Solo para tener un punto de referencia, el riesgo país de Brasil es de aproximadamente 300 puntos. Casi nada comparado con los niveles que ostenta Argenti na.

Es que el mercado no es tonto; no escucha los discursos destinados a las tribunas. Podrá haber bajado el riesgo país, podrán haber subido los bonos y las acciones luego del anuncio oficial, pero todavía nos cobran cerca del 20% para prestarnos plata. El mercado conoce nuestra exitosa trayectoria como defaulteadores seriales. Argentina suscribió el primer acuerdo con el FMI en el año 1958. A partir de allí se negociaron otros 26 acuerdos, ninguno de los cuales fue honrado en su totalidad. Esta fue la vigésimo séptima negociación. ¿Qué les asegura que esta vez habremos de cumplir cuando nunca lo hicimos las 26 veces anteriores?

Despedazando el contrato social

 Durante años el Gobierno ha insistido en que la inflación no es un fenómeno monetario. Sin embargo, se ha comprometido a llegar a un nivel de emisión cero para el año 2024. Algo realmente poco posible. Con menores exportaciones, sin financiamiento barato, sin bajar el gasto en términos reales; ¿cómo piensan financiarse?

 Quizás busquen aplicar un apabullante incremento impositivo y se lleve adelante el ajuste tarifario que tanto se niega. Pero, el país y la sociedad, ¿podrían tolerar una carga impositiva aún mayor? Cuesta creer que sea posible.

 El contrato social permite cobrar impuestos a cambio de seguridad, justicia, educación y salud. Básicamente los cuatro grandes pilares que justifican la existencia de un Estado. De cualquier Estado. La seguridad es negada con violencia y con muerte día tras día. La Justicia se encuentra acorralada por los imperativos que necesita la impunidad. La educación está en manos de un profesor de educación física y de gremios ideologizados e intolerantes que solo bregan por un país sin ninguna educación.

¿Y la salud...? No hay mejor indicador del estado de la salud pública que las imágenes de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner cuando se interna recurrentemente en el Sanatorio Otamendi; o de Mayra Mendoza cuando se somete a una cirugía en el hospital Austral mientras los trabajadores del hospital de Quilmes denuncian que “un pabellón está por derrumbarse” y muestran fotos del estado de dicho hospital que son de verdad vergonzantes.

Un nuevo default

Si de verdad lográramos entrar en una senda de recuperación económica y consiguiéramos transitar por un sendero de crecimiento, como ellos aseguran; sin ajuste fiscal, sin reformas estructurales de ningún tipo, sin inflación, sin emisión monetaria y sin un mayor endeudamiento; al ministro Martín Guzmán habría que premiarlo con el Premio Nobel de Economía -uno entero, no el tercio que obtuvo su patético mentor-, y al presidente de la Nación habría que condecorarlo con el Premio Nobel de las fantasías locas hechas realidad.

 El acuerdo es necesario, pero de ninguna manera suficiente. Peor, los anuncios inconsistentes y contradictorios solo preanuncian un próximo default. Corrido en el tiempo, por supuesto; que es lo único que parece que buscaba el gobierno, en primer lugar. Si fuera muy mal pensado, pensaría que solo lo firmó para poder hacer un acuerdo económico posterior con China -el tercer mayor miembro del FMI-, necesario para afrontar la realidad cuando se demuestre imposible cumplir lo pacta do.

La renuncia de Máximo Kirchner, en este contexto, solo agrava la inviabilidad del acuerdo y del país y profundiza, aún más, la fractura que existe en la coalición gobernante. Paradójicamente, también la de la oposición.

No hay remedios nuevos. Solo nuestra genuina vocación por seguir aplicando las mismas soluciones, año tras año, esperando obtener un resultado distinto.

“Insanía”, diría Einstein.

“Reconstrucción Argentina”,diría el candidato a Premio Nobel de la Fantasía.

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