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FMI: el "desacuerdo" gatopardista

Miércoles, 16 de marzo de 2022 01:31
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Cambiar algo para que todo siga igual "Il Gattopardo" es una novela (su única novela, además) de Giovani Tomasso di Lampedusa, escrita en los cincuenta del siglo pasado y posteriormente también llevada al cine, que se hizo célebre por proponer supuestos cambios en lo político, pero que en realidad dejan las cosas como están.

De manera similar, el entendimiento alcanzado entre el Gobierno y el FMI (descongelamiento de tarifas, combustibles y, parcialmente, el tipo de cambio) es también "un cambio" gatopardista, de modo que las verdaderas transformaciones que requiere la Argentina no se materialicen nunca: reforma laboral, impositiva, modificaciones en la logística y (de lo que nadie habla porque "eso no se toca"); tampoco reformas estructurales en el comercio exterior, con apertura de la economía, eliminación de las prohibiciones para importar y liberación de los cepos a la exportación (retenciones) e importación.

De "eso" no se habla

En efecto, una gran parte de los economistas (y muchos políticos, lo mismo que "periodistas especializados") miran para otro lado cuando se pretende poner sobre la mesa "la otra parte de la inflación", que, como se sostiene desde estas columnas, no sólo se origina en el financiamiento monetario del déficit fiscal, sino que también se explica por las subas de precios que en parte son inevitables (aumentos en el tipo de cambio, o en las tarifas y combustibles, al igual que en los salarios), a la vez que tienen, asimismo, lugar porque "hay empresarios que cazan en el zoológico", gracias al cierre hermético de nuestra economía por el doble candado de los elevados aranceles y prohibiciones directas a la importación en muchos rubros.

En muchas notas anteriores se ha hecho referencia también al porqué de este silencio, que se debería, en algunos casos, a una adhesión casi fanática por parte de una parte de los economistas a la explicación de la Escuela de Chicago, que atribuye la inflación exclusivamente a la expansión monetaria que provoca el déficit fiscal: "La inflación es siempre un fenómeno monetario", sostenía Friedman, el sumo sacerdote de esta escuela económica. Otro grupo de economistas, tal vez al ser muchos de ellos consultores de las empresas "cazadoras", se sentiría incómodo de señalar al cierre de la economía como un causante también de la inflación. Habría, es verosímil, un tercer grupo que simplemente repetiría las consignas que oyen proferidas por sus colegas, apoyándose en el conocido "principio de autoridad", que, aunque en la ciencia no rige, en tanto la Economía se relaja a una simple cuestión de fe, habilita a los "profesantes" a adherir al "culto de sus custodios".

"En misa y repicando"

El dicho popular hace referencia a que no se puede realizar, simultáneamente, dos acciones incompatibles entre sí, como justamente tocar la campana, situada en la torre de las iglesias, y estar en la procesión que tiene lugar fuera de estas. De manera similar, si se sostiene que la inflación es "exclusivamente" un fenómeno monetario, no pueden los economistas ortodoxos, sin ponerse colorados, pontificar muy poco académicamente que la liberación de las tarifas y el tipo de cambio "acelerará la inflación". ¿En qué quedamos?... Sin duda, no es tan difícil entender por qué los populistas tienen tan poco respeto por algunos economistas...

Tratando de poner un poco de orden... No está en discusión el impacto sobre los precios que ocasiona la creación de dinero sistemática y por elevados montos, aplicada sobre una producción que permanece estancada, o con oscilaciones espasmódicas. Pero al mismo tiempo tampoco puede desentenderse de que los precios suben "porque pueden subir", vale decir porque hay quienes tienen la potestad de elevar sus precios, y también de evitar su disminución, cuando, por ejemplo, el tipo de cambio desciende.

Conforme lo señalado, parece evidente que los precios y sus subas se explican "tanto" porque sobre ellos actúa la presión monetaria del déficit fiscal (demanda) "como" porque los costos de producción y los márgenes que cargan las empresas en condiciones de hacerlo impactan también sobre la determinación de los precios y sus cambios, y si bien se analiza, esto no es otra cosa que el planteo de vieja data que propone que los precios y las cantidades se determinan por la oferta y la demanda.

Puertas, cerraduras y llaves

Todos sabemos que debemos disponer de nuestros llaveros con las respectivas llaves para abrir las puertas correspondientes. Dicho en otras palabras, a cada una su llave y no más; vale decir, dos llaves diferentes no pueden abrir una misma cerradura. En Economía las cosas no son distintas. El PBI y el nivel de precios conforman dos "cerraduras" que deben ser abiertas por sendas "llaves": la demanda y la oferta a escala agregada, con la primera dominada por el Gobierno a través de su déficit, y la segunda por la formación de los precios vía costos de producción y márgenes de ganancia. Si se pretende añadir a estas dos "respuestas" para las preguntas: nivel de precios y PBI, una tercera "llave", la que proponen los monetaristas ("llave" que se llama "ecuación cuantitativa" y que también conectaría el dinero con los precios), se introduciría un tercero en discordia.

Si bien, para algunos una danza de tres resulta aceptable, en general el baile es de a dos, y si se conviene en que la danza es en pareja, la “ecuación cuantitativa” está de más.
¿Cómo resolver la inflación? Si se acepta que la inflación la provoca “tanto” la expansión descontrolada de dinero debido al déficit fiscal, “como” la concentración de empresas que (obviamente) “pueden” subir sus precios, y dejando de lado por ser una cuestión empírica, qué grado de impacto tiene sobre la inflación una (la demanda) y otra (la oferta), es claro que se debe reducir el déficit fiscal, pero también tienen que hacerse reformas estructurales, entre las que hay que incluir la apertura de la economía. Después de todo, los economistas ortodoxos más recalcitrantes no deberían oponerse a una economía más competitiva, ¿verdad?...
 Sin duda los aumentos de tarifas, combustibles, tipo de cambio y el nuevo estrangulamiento que se practicará sobre los jubilados reducirán algo el déficit fiscal, suponiendo que finalmente el “desacuerdo” con el FMI se apruebe y posteriormente se aplique. Sin embargo, el problema de fondo que principalmente es la endémica inflación, que, como también se destacó desde estas columnas, perjudica a todos pero no a algunos lo suficientemente poderosos para impedir que se reduzca, la estabilidad de precios no se resolverá con la sola disminución del déficit por menores subsidios y emisión consiguiente y, al contrario, se potenciará, sin que, como ya se expresó, los economistas ortodoxos más recalcitrantes se sonrojen al “explicar” cómo los precios se disparan al socaire de las subas de tarifas y combustibles.

¿Y la coherencia? Bien, ¡gracias!...

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