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“Tenemos el derecho a indignarnos ante situaciones extremas de pobreza que son inadmisibles”

Entrevista a Norberto Alayón es licenciado en Trabajo Social y profesor consulto de la Universidad de Buenos Aires.
Viernes, 04 de marzo de 2022 15:58
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Norberto Alayón es licenciado en Trabajo Social y profesor consulto de la Universidad de Buenos Aires. El experto, referente en la materia y autor de numerosos libros de trabajo social y de ciencias sociales, vino a la provincia invitado por el Colegio de Profesionales de Servicio Social y Trabajo Social de Salta.

En diálogo con El Tribuno, Alayón habló sobre el papel clave de los trabajadores sociales en los territorios, buscando cada día que las comunidades tengan una mejor calidad de vida y garantía de sus derechos.

Revalorizó la figura de Martín Miguel de Güemes, cuyo aniversario de nacimiento se conmemoró días atrás, y consideró que su memoria está “edulcorada” y “barnizada”.

Ante las situaciones de pobreza y exclusión que existen en nuestras sociedades, ¿qué respuesta aportan desde el trabajo social?

Yo creo que lo que hay que recordar fundamentalmente del trabajo social es que se trata de una profesión intrínsecamente ligada a la defensa de los derechos humanos en su más abarcativa acepción, sobre todo los derechos de los sectores históricamente más vulnerados y postergados. Una profesión como la nuestra tiene un involucramiento significativo con aquellos sectores más alejados de la mano de Dios y que son frecuentemente los primeros perjudicados a partir de los modelos de carácter conservador y, las últimas décadas, del fenómeno del neoliberalismo a nivel local y mundial.

Nuestra profesión, posicionándose en una alternativa de defensa de los sectores más vulnerados, puede y debe generar un proceso de mayor participación, inclusión y respeto por los derechos.

No se puede vivir en una sociedad tan fragmentada, en la que solo algunos -los menos- tengan derechos en función de tener dinero, y los que no tienen dinero se tengan que ver restringidos y constreñidos a los sufrimientos, a los problemas, a una vida indigna.

Nuestra profesión viene siempre dando mayoritariamente un posicionamiento ligado a la defensa de los derechos para el conjunto de la sociedad, no solo para la mitad de la población sino para la totalidad: para que los chicos no se mueran, para que tengan educación, para que la gente tenga vivienda, agua potable, caminos... En fin, cuestiones elementales que hacen a los derechos humanos de una sociedad que se tiene que presumir razonablemente de moderna.

En Salta es muy patente la situación de vulnerabilidad de los pueblos aborígenes, por ejemplo...

Sí, no es una situación que solo perjudique a los sectores originarios... Los modelos conservadores y este terrible neoliberalismo arrasan sean pueblos originarios, sean los trabajadores urbanos y no urbanos de manera impiadosa y sin ningún tipo de problema.

La distribución de la riqueza y la revalorización de los valores humanos está absolutamente segmentada y está reservada solo para algunos y para el resto, que Dios los ayude.

Los sectores originarios, tradicionalmente olvidados en provincias a veces también muy conservadoras, se ven compelidos a condiciones de vida inhumanas. No puede ser que los niños se tengan que morir por no tener una posta de salud con cierta cercanía o que no puedan acceder al agua potable. Sin embargo, acontece...

Estos sectores tradicionales, de concentración económica muy fortalecida, son indemnes a ese sufrimiento social, a diferencia de lo que pensamos los trabajadores sociales.

El trabajador social que ha perdido la capacidad de indignación y de rebeldía ante los problemas que padecen los sectores populares está más cerca de la alienación que del buen ejercicio profesional.

Es una capacidad que tenemos que fortalecer en los estudiantes y graduados el seguir teniendo el derecho a indignarnos ante situaciones extremas de pobreza que son inadmisibles.

¿Cómo es la situación de los trabajadores sociales en la actualidad? ¿Se le da importancia a la profesión?

La ciencia en su conjunto y las profesiones de manera particular no constituyen categorías abstractas que funcionan por sobre las características de funcionamiento general de la sociedad.

A partir de la alternativa del nuevo Gobierno, surgido en 2019, que cambió -en parte- la orientación conservadora que venía de la mano del macrismo desde el año 2015 y también de períodos anteriores, emerge un nuevo proyecto que intenta paliar los problemas del período anterior.

Eso repercute en el área del desarrollo social y del trabajo social. Aparece ahí para nuestra profesión un remozamiento y una oxigenación importante. Se comienza a recuperar la valoración de los derechos de los sectores más postergados.

¿En qué sentido?

Ha habido en el campo del desarrollo social una participación importante de trabajadores sociales: muchas de ellas, mujeres muy valiosas que vinieron a generar la implementación de una política social que tiende a ser más equitativa, distributiva y más valorativa de los sectores históricamente postergados, y eso repercute en un compromiso diferente por parte de los trabajadores sociales.

Hay gente que hace un trabajo en los territorios fantásticos de apoyo a la gente más sufrida. Eso lo hacen cientos y miles de trabajadores sociales en todo el país, que tienen un compromiso testimonial en el territorio muy importante y eso es muy valioso para una profesión.

Usted compartió en redes una publicación sobre la figura de Martín Miguel de Güemes cuando fue el 200º aniversario de su muerte. ¿Cuál es su mirada sobre él?

Hice una referencia a un folleto de un viejo líder ya fallecido de la izquierda nacional, que se llamó Jorge Enea Spilimbergo. Él había publicado un folleto hace muchos años (NdR: alrededor de 1964), que se titulaba “Güemes y la ‘gente decente’ de Salta”. Allí, este líder político hacía una reivindicación muy importante del papel de Güemes en el proceso de la independencia nacional y explicaba cómo era estigmatizado por sectores tradicionales a los que no les interesaba verdaderamente la independencia nacional y abominaban la figura revolucionaria de Güemes.

Esas son las cosas que después tienden a desdibujarse y a desvalorizarse en las escuelas, en las que se edulcoran algunos de los grandes próceres que tuvo el país y se les da una imagen barnizada, pero no profundamente revolucionaria de lo que significaban.

Por eso, en esa ocasión se hacía mención a algo que es simbólico pero muy interesante de cómo el Monumento a Güemes en esta querida Salta no está en el centro de la ciudad, sino más alejado. Es sugerente esa situación, ¿no? El gran patriota salteño que fue Güemes tendría que estar en las plazas principales de la provincia.

Sí, así es...

Eso no solo pasa con el caso de Güemes. Los restos del Padre de la Patria, el general San Martín, están en el exterior de la Catedral de Buenos Aires, en una llama votiva. Esto daba cuenta de las pujas entre la Iglesia de la época y los propios posicionamientos de San Martín. Está cercano a la Catedral, pero afuera, por las dudas. Los simbolismos tienen mucha importancia política porque implican posiciones.

En la historia, algunos de estos grandes líderes como Güemes se fueron desdibujando... No tiene nada que ver el carácter patriótico de Güemes con algunos de los sectores más conservadores que siguen teniendo vigencia en Salta: solo la casualidad física de haber nacido en un territorio que pertenece a Salta.

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