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Reforzar contenidos e incorporar el juego o el arte para aprender son algunas de las actividades para las que sirve el tiempo extra en escuelas de Salta que ya tienen una jornada más extensa. Luego de que el Gobierno de la Nación anunciara su objetivo de sumar una hora de clase a las cuatro actuales, principalmente con el objetivo de fortalecer la enseñanza luego de dos años de pandemia, docentes de dos instituciones locales contaron la experiencia de tener más de cuatro horas con los chicos en el aula.
La escuela 4.530 Teniente Benjamín Matienzo, del paraje Las Blancas, en Cerrillos, tiene la modalidad de jornada completa, lo que implica otra realidad institucional y pedagógica. Los chicos están en la escuela de 8 a 16 y desarrollan un intenso plan de actividades. Desayunan en el ingreso y luego tienen la enseñanza en aula con todos los contenidos curriculares. Después almuerzan y por la tarde se realizan talleres extracurriculares, pero vinculados a los programas escolares.
Sonia Funes, directora de la escuela, describió que el tiempo extra sirve para reforzar contenidos y que, tras dos períodos sin presencialidad plena, hay chicos con dificultades para leer en cuarto grado.
"Ahora entendemos que la presencialidad es el eje de la escolarización. Las docentes hicieron el mayor esfuerzo utilizando diversas herramientas, pero cada familia es un mundo y no podemos realizar un seguimiento pedagógico de sus niños. Todo marzo nos dedicamos a una nivelación de saberes, por la diversidad de condiciones en la que vinieron los chicos. Hasta en cuarto grado detectamos chicos que no están alfabetizados. Entonces estamos trabajando en ello durante toda la jornada", señaló Funes.
La directora se refirió a las ventajas de la jornada completa. "Lo que tenemos de bueno es que las docentes de grado son las talleristas. Entonces las maestras van viendo durante la mañana cómo van los chicos con los contenidos y por las tardes utilizamos los talleres como un espacio lúdico en donde estamos reforzando los contenidos de lengua y matemática", explicó la educadora. El arte, los juegos y la agronomía se usan con fines pedagógicos.
La escuela tiene una matrícula de 162 alumnos en primaria, la cual se fue incrementando cuando empezaron a lotearse las fincas de tabaco de la zona, surgieron barrios nuevos y comenzaron a llegar familias de todas las condiciones socioeconómicas. La concurrencia se comenzó a diversificar y los alumnos ya no son solo de las familias trabajadoras rurales sino también de núcleos urbanos que se van desplazando hacia la periferia de la ciudad.
La pandemia golpeó fuerte a las familias de los chicos. La vida de los niños se resintió por los cambios en el ritmo de trabajo, la socialización secundaria y hasta las comidas.
El proyecto institucional va de la mano de los requerimientos ministeriales de reforzar los contenidos en dos áreas críticas que vienen con dificultades históricas que se profundizaron en la pandemia: lengua y matemática.
La institución siempre tuvo una sección por año. Ahora abrió una segunda sección en tercero y ya iniciaron los pedidos administrativos para la construcción de nuevas aulas.
Otra forma de aprender
En la escuela 4.319 Marcos Sastre, de Los Álamos, tienen jornada extendida, en la que el tiempo se utiliza básicamente para comer, pero también para recuperar contenidos. Son 7 horas, aunque solo para algunos grados de la primaria, que tienen 270 alumnos. La modalidad extendida es solo para los de 4ª a 7ª y van de 8 y 15.30 en el turno mañana. Y los de turno tarde ingresan a las 10.45 y salen a las 18.15. Los de 1ª a 3ª entran a las 8 y salen a las 12. "Utilizamos la recreación para recuperar contenidos que no se aprendieron durante la pandemia. Esos contenidos son sumar, restar, escribir y leer de corrido. Lamentablemente no todas las familias pudieron continuar con esos aprendizajes en pandemia y estamos reforzando", dijo la directora, Adriana Romera.
Sobre la idea de extender una hora la jornada, como espera el Gobierno de la Nación, afirmó: "Con una hora más no alcanza porque la quinta hora tendría que ser para que coman. Entonces tenemos que pensar en un comedor y no todas las escuelas lo tienen. Opino que deben ser más horas, para que coman y luego tengan alguna otra actividad vinculada a los contenidos curriculares. Si podemos extender la jornada con comedor y luego algo más, bienvenido sea, pero los presupuestos no van a dar".
La educadora destacó que no se puede pedir dinero a los padres para un almuerzo, porque muchos no tienen. La directora recibe 70 pesos por día por cada estudiante para que coman. Por 180 chicos, son 120 mil pesos y hacen malabarismos para llegar a dar hasta el postre.
"Cantidad no es calidad. Hace falta un relevamiento sobre la calidad de la enseñanza de matemática y lengua. Esa información tiene que brindar metodologías, formas de mejorar la enseñanza, que urgen. La obsesión por la cantidad de días y horas no nos sirve. Ahora tendremos clases hasta el 21 de diciembre y en algunas escuelas ni agua hay para afrontar el calor", dijo la directora, apasionada por su tarea de enseñar.