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La Celac mostró una región sin integración y sin horizontes

Domingo, 29 de enero de 2023 02:39
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La VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) dejó como conclusión que la integración real y comprometida de todos los países latinos de América es una quimera. Este organismo carece de un diagnóstico sobre la profunda crisis social en el continente y de propuestas sobre cómo superar la irrelevancia regional en el contexto internacional.

Solo el presidente brasileño Luiz Inácio Da Silva, Lula, a pesar de su discurso condescendiente, parece entender que un nuevo orden multilateral, como el que se está gestando, no se hace atacando a Estados Unidos e ilusionándose con China.

Lula avanzó con Alberto Fernández en un acuerdo para financiar a través del banco de desarrollo de su país el gasoducto Néstor Kirchner y prometieron duplicar el alicaído comercio entre ambas naciones, pero sobre la reactivación del Mercosur no hubo señales claras. No hay consenso sobre la flexibilización del acuerdo aduanero, un tema que pone en jaque la permanencia de Uruguay. Pero Lula tuvo un gesto más que elocuente: al día siguiente visitó a Luis Lacalle Pou y se mostró proclive a una solución, así como a impulsar un congelado acuerdo con la Unión Europea. Dos temas de fricción con Argentina.

Más allá del Mercosur, la ausencia del presidente mexicano Andrés López Obrador, representante de la segunda economía entre los miembros de la Cepal, evidenció las diferencias sustanciales sobre lo que tanto este como Lula esperan de la Celac y, sobre todo, cómo pretenden sostener sus vínculos con las potencias. Lula, a su vez no ocultó su intención de volver a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), una entidad adormecida que excluye a los países al norte de Colombia.

Cuidadosamente, se soslayaron las crisis internas de Perú y Bolivia, y el conflicto actual entre ambos países. Y se ignoró el exilio de siete millones de venezolanos. Pero el agrietamiento regional afloró con la participación de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Los tres regímenes ignoran el requisito liminar de la carta orgánica de la Celac, que es la plena garantía para las libertades personales, la democracia y los derechos humanos. Nicolás Maduro, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega manipulan las instituciones, persiguen a los opositores y acumulan graves denuncias por delitos de lesa humanidad.

El principal defensor de esos regímenes fue el presidente Fernández, quien sin embargo, denunció que las democracias están en peligro en la región debido al surgimiento de una "derecha neofascista" (un término que aplicó Maduro para justificar su inasistencia), a la Justicia que investiga casos de corrupción y a los medios de comunicación. Con el mismo criterio, impidió la asistencia del secretario general de la OEA, Luis Almagro, un férreo fiscal de esas dictaduras.

Sólo los presidentes de Paraguay, Mario Abdo Benítez, de Chile, Gabriel Boric y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, expresaron con fuerza la contradicción que hiere de muerte a la Celac: "no podemos ser "un club de amigos ideológicos". Los gobiernos autoritarios sueñan con reemplazar a OEA por la irrelevante Celac. En dos pronunciamientos, antes y después del plenario, el gobierno de EEUU reafirmó que la colaboración regional debe hacerse a través de la OEA, el único foro "comprometido con la democracia y los derechos humanos". La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a su vez, en un extenso y documentado escrito, describió a los tres regímenes como los mayores "represores de las libertades de prensa y de expresión, y del periodismo de las Américas".

El nuevo orden mundial y la economía global están cambiando. La invasión a Ucrania es un síntoma inequívoco. El desenlace es impredecible. América latina necesita unir fuerzas, pero solo lo logrará sobre la base de la democracia y la transparencia, con Justicia independiente y libertad de prensa. Y con gobiernos capaces de ejecutar políticas de Estado que se sostengan a través de las alternancias y a resguardo de veleidades ideológicas.

 

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