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5 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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De la motosierra al pragmatismo

Martes, 26 de diciembre de 2023 20:26
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En octubre de 1987, el secretario general del Partido Comunista Chino, Zhao Ziyang afirmó: "No puede haber reforma económica sin reforma del sistema político". Quizás haya tenido razón; Argentina ha probado no menos de veinte diferentes recetas económicas que nunca funcionaron en los últimos cien años. Ahora el presidente armó un DNU como un brulote lleno de material explosivo a tope en su santabárbara; ciñó las velas y lo puso a navegar con rumbo de colisión hacia el Congreso de la Nación. La traición a la política se comienza a fraguar. La única pregunta que sobrevuela el campo de batalla es cómo piensa gestionar la tensión entre la gobernabilidad y esta reformulación del sistema político, empresario, sindical y social que irá a seguir de ahora en más sin caer en una autocracia, un sistema iliberal -vaya paradoja-, o en una dictocracia. Respuesta compleja.

Denis Jeambar e Ives Roucaute publicaron un ensayo titulado "Elogio a la traición". Los autores, en una suerte de relectura de "El príncipe", afirman: "No traicionar es perecer: es desconocer el tiempo, los espasmos de la sociedad, las mutaciones de la historia. La traición, expresión superior del pragmatismo, se aloja en el centro mismo de nuestros mecanismos republicanos modernos". Esta "traición", además, cumple su promesa de campaña.

De traiciones y traiciones

Hay que reconocerle a Milei un grado de maquiavelismo importante. Al principio de su vida política se fondeó con plata y equipos del massismo para esmerilar a Juntos por el Cambio y luego -sorprendiendo a todos- se alió con Macri y con Bullrich para destronar a Massa. Vencido Massa, cooptó a Bullrich, rompió la alianza con Macri y dejó que Juntos por el Cambio y el PRO implosionaran. De allí en más, Juntos por el Cambio, el PRO y la UCR se atomizaron por el enanismo cívico y moral de sus dirigentes; de todos ellos.

También mostró un pragmatismo y una capacidad política que no se le conocía al simular aliarse con parte de la casta a la que había prometido descastar. Quizás esta "traición" a su electorado era necesaria para asegurar algo de esa gobernabilidad, tan esquiva, temida y que se balacea en un delicado equilibrio. Milei llega a la Presidencia con la mayor cantidad de votos de la historia, pero, al mismo tiempo, con la mayor fragmentación política y social posible. Solo la lógica de la más pura política de negociaciones tras bambalinas y de traiciones entre gallos y medianoche podrá conseguir los siguientes hitos parlamentarios que necesita para aprobar las reformas que propone. Si es que lo consigue. ¿Habrá un plan B?

También hizo gala de una buena administración de dosis pequeñas de traiciones internas necesarias que quedaron expuestas en ánimos caldeados, portazos destemplados y heridas visibles en algunos "mileístas de la primera hora". El alejamiento de Carlos Kikuchi, "operador histórico" del mileísmo; la fallida designación de Carolina Píparo al frente de la Anses; las traiciones a Victoria Villarruel tanto ante las designaciones de Bullrich y Petri como ante la asunción presidencial, donde de negoció con el kirchnerismo que el juramento presidencial lo tomara Cristina Elizabet Fernández de Kirchner en vez de su socia y flamante vicepresidenta; el alejamiento de cualquier puesto de relevancia y de poder de Ramiro Marra.

Quizás las de Kikuchi, Marra y Píparo fueran traiciones necesarias y de bajo costo. Incluso hasta sea bueno que ninguno de los tres pueda estar cerca de un presidente de la Nación. La de Villarruel es algo más compleja. Le costó a Milei que Villarruel encumbrara al puntano Bartolomé Abdala en la presidencia provisional de la Cámara Alta en lugar del formoseño Francisco Paoltroni; designado por el propio Milei. Esta "traición", a su vez, fue el resultado de una novela política cruzada de tensiones y resquemores personales entre la vicepresidenta y la hermana del presidente; historia que nadie puede decir que haya alcanzado su capítulo final.

Antonio Gramsci dijo: "La crisis consiste, precisamente, en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer: durante este interregno surgen síntomas mórbidos". Hoy nos encontramos repletos de síntomas mórbidos; todos los conocemos y reconocemos. En la política, en la economía, en la justicia y en todos los estamentos sociales existentes e imaginables. Y el brulote navega hacia ellos.

"Quien se niega a aplicar remedios nuevos, debe aprestarse a sufrir nuevos males, porque el tiempo es el mayor innovador de todos", aseguraba el filósofo inglés Francis Bacon. Quizás esta traición pueda cambiar el curso de la historia; el devenir está abierto. Habrá que ver si con esta traición a la política habremos de llegar a la tan ansiada estabilidad económica y a la pacificación, unificación y reconciliación de un país desgarrado por una grieta y una crisis moral inconmensurable, o si, en cambio, termina por destruirlo todo; arrasándonos y arrastrándonos al caos que ya supimos vivir; eterno síntoma de nuestra Argentina sísifa.

Como dijo un verdadero traidor de la política, Cayo Julio César: "Alea iacta est"; "la suerte está echada". Sabemos cuál fue su suerte. Habrá que esperar por los resultados de nuestra nueva suerte de la mano de un personaje que no llega ni a las suelas de las cáligas de él; ni en lo estratégico ni en lo político ni en lo intelectual.

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