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Elogio de lo inútil

Sabado, 24 de junio de 2023 02:06
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En esta columna somos muy de prodigar elogios a distintas variantes del "dolce far niente". (Véase "Elogio a la pereza" y "Elogio a la siesta", no indico la fecha de publicación porque -siendo consecuente con el tema- me da fiaca buscarla). En ningún caso hemos caído en la fácil y demagógica tentación de elogiar al trabajo, que -como todos sabemos- desde su etimología es un instrumento de tortura. En esta oportunidad enfocaremos nuestras alabanzas para demostrar lo útil que es lo inútil. En este camino iremos acompañados por Nuccio Ordine, autor del "Manifiesto sobre la utilidad de lo inútil". A pesar de que Nuccio Ordine es considerado "El ensayista más conocido de Italia en el mundo", debemos reconocer que no goza de la misma fama que Messi. Ni siquiera su muy reciente fallecimiento, hace 20 días, provocó que en nuestro país su figura tomara relevancia (escapando así de la inveterada costumbre de alcanzar la fama solo cuando uno fallece). Otro destacado ensayista europeo, Alain Touraine, falleció un día después que Ordine. Sin embargo su fallecimiento también fue poco difundido en nuestro medio. Touraine podría considerarse, en este tema, la antítesis de Ordine, ya que su enfoque se caracterizó claramente por ser utilitarista como surge, entre otros, de sus obras "La sociedad posindustrial" y "Sociología de la acción".

Señala Ordine que la utilidad de los saberes inútiles se contrapone radicalmente a la utilidad dominante que, en nombre de un exclusivo interés económico, mata de forma progresiva la memoria del pasado, las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza, la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico y el horizonte civil que debería inspirar toda actividad humana. "En el universo del utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte".

El ensayista italiano nos ofrece un paseo alucinante por los grandes pensadores de la humanidad, desde Grecia hasta nuestros días. Examina la obra de filósofos, poetas y científicos que no buscaban beneficios prácticos en sus investigaciones, sino que estaban impulsados por la curiosidad y el amor al conocimiento.

A través de estas figuras el autor destaca cómo su búsqueda de conocimiento y su dedicación a sus respectivas disciplinas han dejado un impacto duradero en la humanidad, más allá de cualquier utilidad práctica inmediata. En esta fascinante recorrida, los comentarios de Ordine, entre muchísimos otros, se refieren a Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro, Galileo Galilei, Shakespeare, Cervantes, Bach, Newton, Einstein, Beethoven, Poe, Nietzsche, Picasso, Joyce, Borges, Beckett, Camus, Calvino, Eco, etc. etc.

También el brillante pedagogo estadounidense Abraham Flexner se ocupó del tema en un excelente ensayo de 1937: "The usefulness of useless knowledge". Flexner, fue impulsor del Institute for Advanced Study de Princeton -nacido con el objetivo expreso de proponer una búsqueda libre de cualquier atadura utilitarista e inspirada exclusivamente por las curiositas de sus ilustres miembros (Einstein y Oppenheimer, entre otros). Flexner nos presenta un fascinante relato de la historia de algunos grandes descubrimientos, para mostrar cómo precisamente aquellas investigaciones científicas teóricas consideradas más inútiles, por estar privadas de cualquier intención práctica, han favorecido de forma inesperada aplicaciones, desde las telecomunicaciones hasta la electricidad, desde la computación a la energía atómica, que después se han revelado fundamentales para el género humano. Genios como Galileo, Newton o Einstein se empeñaron en sus descubrimientos sin buscar ningún fin práctico. Einstein decía: "No tengo ningún talento especial. Solo soy apasionadamente curioso".

Proliferan los anuncios de universidades y otras instituciones académicas (o seudoacadémicas) promocionando carreras "con salida laboral". Es lógico que en estos tiempos de angustiante crisis económica el estudiante se sienta tentado por buscar esa utilidad práctica inmediata a cambio de lo que realmente le gusta o de aquello que se siente más capacitado para desempeñar.

Dice Martha Craven Nussbaum, prestigiosa filósofa estadounidense, en su libro "Sin fines de lucro": "Las artes y las humanidades desempeñan una función central en la historia de la democracia, pero, así y todo, muchos padres en la actualidad sienten vergüenza de que sus hijos estudien arte o literatura. Aunque la filosofía y la literatura han cambiado el mundo, es mucho más probable que un padre o una madre se preocupen porque sus hijos no saben nada de negocios que porque reciben una formación insuficiente en materia de humanidades".

Distraídos por la búsqueda de la riqueza, nos inclinamos cada vez más por esperar de nuestras escuelas que formen personas aptas para generar renta en lugar de ciudadanos reflexivos. Bajo la presión de reducir los gastos, recortamos precisamente esas partes de todo emprendimiento educativo que resultan fundamentales para conservar la salud de nuestra sociedad. El libro de Martha Nussbaum lleva como subtítulo: "Por qué la democracia necesita de las humanidades". Acertadísimo: en ello quizá se juegue el futuro de las próximas generaciones.

 

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