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El Regimiento de Infantería de Monte 28 ha establecido un vínculo sólido con las ciudades, pueblos y parajes de la región, por lo que es para los habitantes de los departamentos San Martín y Rivadavia una parte importante de sus vidas diarias.
Sus efectivos han estado siempre presentes en toda celebración pero también en las acciones en bien de la comunidad. En una región que presenta grandes dificultades por las distancias para llegar a los centros poblados, por la incidencia de las enfermedades tropicales que acechan a las poblaciones, las inclemencias del tiempo como una inundación o una sequía prolongada o la urgencia de trasladar un enfermo.
En estas y otras circunstancias adversas por la que atravesó la región, el Regimiento Juana Azurduy siempre estuvo presente. El Rimte 28 lleva el nombre de la heroína de la Independencia Americana desde el 25 de abril de 1996 cuando el Estado Mayor del Ejército lo honró con el nombre de la mujer que escribió páginas gloriosas de la historia de nuestra Nación.
Los caminos que transita la reciente historia de nuestra región norteña son a veces sorprendentes pero más lo son las consecuencias de los hechos que sucedieron en el último siglo. Fue la guerra que enfrentó a las dos naciones hermanas de Paraguay y Bolivia la razón por la que las autoridades nacionales decidieron la instalación de una unidad militar en el norte salteño.
El 15 de junio de 1932, se producía la primera acción bélica entre Bolivia y Paraguay que dio inicio a uno de los mayores conflictos en América Latina, motivado por el control del Chaco Boreal. La guerra del Gran Chaco dejó un saldo 90.000 bajas entre ambos ejércitos y los combates concluyeron hace 85 años atrás, más precisamente el 21 de julio de 1938, con la firma del denominado Tratado de Paz, Amistad y Límites.
El 16 de septiembre de 1932 -varios años antes de la firma de ese acuerdo de paz- se instalaba en la localidad de Aguaray un batallón perteneciente al Regimiento 18 que permaneció hasta mediados de 1935; en coincidencia con la tregua entre las dos naciones vecinas, el batallón regresó a su asiento en Santiago del Estero. Pero el Poder Ejecutivo Nacional y con el ánimo de proteger la frontera norte de nuestro país ya había tomado la decisión establecer en forma definitiva una unidad de infantería en la región.
En ese corto período de permanencia el vínculo del batallón con las comunidades de frontera se había hecho sólido al punto que los militares asignados a esa unidad habían creado un club de tiro y una banda de música. En el mes de enero de 1939 una brigada perteneciente al Regimiento 18 de Caballería se instalaba en la localidad de San Ramón de la Nueva Orán.
Pero fueron las fuerzas vivas de Tartagal, una pujante comunidad integrada por comerciantes provenientes de diferentes provincias argentinas e inmigrantes de las más diversas nacionalidades quienes peticionaron ante las autoridades nacionales la instalación definitiva de una unidad militar en Tartagal. Fue así que dos años más tarde arribaban las tropas del Regimiento con asiento en Tucumán quienes ocuparon las laderas de los cerros del oeste donde permanecieron varios meses.
El tercer Batallón del Regimiento 20 Cazadores de los Andes de Jujuy inauguraba el 15 de diciembre de 1943 las instalaciones ya construidas estableciéndose así la actual guarnición militar. El regimiento ocupaba de esa manera el mismo espacio donde habían funcionado las oficinas, viviendas, hospital y otras dependencias de la compañía americana Standard Oil Company. El entorno geográfico era virgen y hostil, con una flora exhuberante, con un clima caracterizado por fuertes tormentas de verano, un clima muy difícil y una fauna variada, agresiva y peligrosa. Su primer jefe fue el teniente coronel Jorge Mario Cornejo Solá.
La solidaridad, la base de la relación
El trabajo con la comunidad es una acción subsidiaria del Ejército Argentino y a través de los años el Regimiento 28 de Infantería logró una importante integración con la ciudadanía por su permanente colaboración; la evacuación de pobladores del Chaco salteño afectados por inundaciones, las campañas odontológicas en jurisdicción del departamento San Martín y en el Chaco salteño, entre tantas otras acciones.
Pero el Regimiento de los "rodillas negras" mostró todo su potencial organizativo y logístico aquella mañana del 9 de febrero de 2009 cuando el río Tartagal, que divide en dos a la ciudad, se abatió sobre centenares de viviendas causando pánico, destrozos y la pérdida de dos vidas humanas. La situación que se produjo en cuestión de minutos cuando toneladas de lodo provenientes de los cerros invadieron el centro de la ciudad y gran parte de Villa Saavedra fue de total confusión. Fueron los efectivos del Regimiento 28 de infantería, junto a los efectivos del Escuadrón 52 de Gendarmería Nacional y la Policía provincial los primeros en llegar en auxilio de decenas de vecinos a quienes el aluvión les arrebató la totalidad de sus pertenencias.
Pasado los primeros momentos de confusión el regimiento, en apoyo al municipio, se puso al frente de un gran operativo para entregar agua y alimentos a cientos de tartagalenses que se habían quedado prácticamente sin nada. La ayuda que comenzó a llegar desde diferentes puntos de la provincia y de la Argentina fue clasificada en el regimiento.
Llevan cerca de un siglo entre la comunidad
Los vecinos todavía recuerdan la invaluable ayuda prestada por los efectivos en aquellos días aciagos luego del alud.
Los días siguientes, después del aluvión que se abatió sobre la parte sur de la ciudad en 2009, los efectivos llevaron la colaboración de una veintena de personas contratadas por la Municipalidad quienes preparaban las 4 raciones de comidas diarias para más de 1.900 personas que habían sido prácticamente rescatadas de su casas luego del vendaval porque habían perdido todas sus pertenencias.
Pasado el primer mes del alud, en el regimiento se habían preparado y distribuido alrededor de 145.000 raciones de comida. Llegaron en ese momento 121 camiones y 2 trenes de ayuda solidaria a Tartagal y todo fue depositado en las instalaciones del regimiento y desde allí, se dispuso de la logística para su distribución entre quienes habían resultado más afectados.
Por eso, cuando Tartagal camina hacia el centenario de su fundación institucional, siempre es oportuno remarcar el trabajo solidario de instituciones como el Regimiento de Infantería de Monte 28 y a sus integrantes, los conocidos como "rodillas negras" (identificados así por el fango del monte agreste en el que operan que queda pegado a sus uniformes en maniobras) que acompañan a esta ciudad del norte argentino desde que solo era un puñado de viviendas de madera y de adobe, con unas pocas casas de material y calles de tierra.