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EEUU, China y la trampa de Tucídides

Sabado, 12 de agosto de 2023 01:40
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La reciente visita de Henry Kissinger a Beijing y su entrevista con el presidente Xi Jinping, quien lo definió como "un viejo amigo", sirvió para resaltar el debate sobre una cuestión central de la política mundial: la relación entre Estados Unidos y China. Kissinger, considerado hoy el mayor experto en política mundial y protagonista del acercamiento entre Washington y Beijing en plena guerra fría, conoce muy bien esta materia. En un reciente reportaje concedido a la revista The Economist en ocasión de su 100° cumpleaños, afirmó que el primer mandatario estadounidense tendría que reunirse con su colega chino y decirle: "Sr. Presidente: los dos mayores peligros para la paz en estos momentos somos nosotros dos, en el sentido de que tenemos la capacidad de destruir a la Humanidad".

Si existe hoy un tema favorito en la literatura mundial, tanto de ensayo como de ficción, es precisamente la naturaleza del conflicto entre ambas superpotencias. Multitud de libros abordan la cuestión desde perspectivas absolutamente disímiles. Un somero repaso revela que la mayoría de esas obras anticipan pronósticos inquietantes para la paz mundial. Tiene cierta lógica: las historias de guerra suelen ser más atractivas que las historias de paz y las advertencias de guerras venideras concitan más atención que las hipótesis de entendimiento entre los posibles antagonistas.

En el terreno del ensayo, casi todos los especialistas hacen referencia a "Destinados a la guerra: ¿Pueden los Estados Unidos y China escapar a la trampa de Tucídides?", publicado en 2017 por Graham Allison, un destacado politólogo de la Universidad de Harvard, quien analiza la guerra entre la ascendente Atenas y la entonces dominante Esparta en el siglo V AC y se hace eco de Tucídides, el antiguo historiador y general ateniense quien argumentó que "fue el ascenso de Atenas y el miedo que esto infundió en Esparta lo que hizo inevitable la guerra". Si se coloca a Atenas en lugar de China y a Estados Unidos en el de Esparta, estaría todo dicho.

Pero Allison no estima inevitable una guerra entre Estados Unidos y China, aunque sí la considera más probable que improbable. Sostiene que "Cuando una potencia emergente amenaza con desplazar a una potencia dominante, la tensión estructural resultante hace que un choque violento sea la norma, no la excepción". Revisa dieciséis episodios históricos de potencia dominantes y ascendentes y descubre que en doce el resultado fue la guerra.

Allison plantea un interrogante: "¿Podría una colisión entre buques de guerra estadounidenses y chinos en el Mar de China Meridional, un impulso hacia la independencia nacional de Taiwán, la pugna entre China o Japón por unas islas en las que nadie quiere vivir, la inestabilidad en Corea del Norte o incluso una disputa económica en espiral ser el detonante de una guerra que nadie quiere?". Esa pregunta, en su caso retórica, está siempre presente en la literatura sobre el conflicto entre Estados Unidos y China.

Hal Brands y Michael Beckley, investigadores del American Enterprise Institute, uno de los centros de pensamiento más influyentes del conservadorismo estadounidense, comienzan su libro de 2022 "Danger Zone" (Zona de Peligro) con una imaginaria invasión china a Taiwan por sorpresa en 2025. En esa trama, las fuerzas estadounidenses en la región del Pacífico están demasiado dispersas para responder eficazmente y un enfermo presidente Joe Biden analiza la necesidad de un ataque nuclear contra los puertos y aeródromos de China. Brand y Beckely examinan "Cómo han llegado Estados Unidos y China al borde de la Tercera Guerra Mundial"?". La respuesta es la facilidad con que el curso de los acontecimientos podría desembocar en ese desenlace.

La guerra evitable

Kevin Rudd, ex primer ministro de Australia y estudioso de China desde hace mucho tiempo, en su libro "La guerra evitable: los peligros de un conflicto catastrófico entre Estados Unidos y la China de Xi Jinping", imagina diez escenarios de guerra distintos, muchos de los cuales giran en torno a Taiwán. Rudd se plantea la posibilidad de que China intente anexar Taiwán por la fuerza y Estados Unidos optara por no responder. Esa hipótesis representaría el "momento Munich" de Estados Unidos, en alusión al consentimiento que en 1936 otorgaron Gran Bretaña y Francia a la anexión alemana de Checoslovaquia, con el objetivo de evitar el estallido de lo que luego fue la segunda guerra mundial.

Para Rudd, una manifestación de debilidad semejante liquidaría la autoridad mundial de Estados Unidos. Puntualiza que sería por supuesto peor si Estados Unidos reaccionara por la fuerza pero no pudiera evitar la ocupación china. Rudd advierte que existen muchas circunstancias en que los incentivos para que Washington y Beijing profundicen las hostilidades recíprocas "pueden resultar irresistibles".

En "Party of One.The Rise of Xi Jinping and China ´s Superpower Future" (Juego de uno. El ascenso de Xi Jinping y China Superpotencia del futuro), Chun Han Wong, corresponsal de The Wall Street Journal, señala que el presidente chino siente una profunda admiración por Estados Unidos y hasta siente cierto afecto por la cultura estadounidense. Recuerda que cuando Xi era vicepresidente envió a su hija a estudiar a Harvard y compartió su predilección por películas norteamericanas como "Salvar al soldado Ryan".

Sin embargo, Wong aclara que "Xi Jinping es un ardiente nacionalista", que está "avivando un sentimiento de orgullo civilizacional chino" y convirtió a las Fuerzas Armadas en una pieza central de su sueño chino, exigiendo que están preparadas para luchar y ganar guerras. Subraya que "no hace falta ser muy perspicaz para imaginar quién podría ser el adversario en esas guerras".

En un reciente y polémico ensayo publicado en Foreign Affairs, titulado "La trampa de China", Jessica Chen Weiss, exasesora de la administración Biden, sostiene que el mandatario estadounidense "ha respaldado la evaluación de que la creciente influencia china debe ser controlada" y que en el Congreso "la vehemente oposición a China puede ser lo único en lo que demócratas y republicanos pueden estar de acuerdo". Según Weiss, la "trampa" residiría en el hecho de que, frente a la creciente polarización de la sociedad estadounidense, el conflicto con China, más que inevitable o necesario, sea la única bandera de unidad nacional.

Por aquello de que "la realidad imita al arte", o que el arte suele anticipar a la realidad, los expertos también prestan atención a "2034", una obra de ficción escrita por Elliot Ackerman, un novelista y oficial de operaciones de los "marines" que prestó servicios en Irak y Afganistán, y James Stavridis, un almirante retirado y ex comandante supremo de la OTAN. La novela imagina un enfrentamiento fortuito en el Mar del Sur de China que desata una escalada que desencadena una guerra mundial.

El saldo del enfrentamiento produce decenas de millones de muertos, deja en cenizas ciudades como Shangai y San Diego. En un escenario de destrucción recíproca, la India emerge como nueva potencia mundial, tanto por su poderío militar como por su capacidad mediadora. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se traslada desde Nueva York a Nueva Delhi. El mensaje implícito es que ambos contendientes pierden su condición hegemónica.

Jorge Castro, probablemente el mayor especialista argentino en asuntos internacionales, coincide con la visión de Kissinger. Afirma que el conflicto y la cooperación son dos elementos inescindibles en la relación entre Estados Unidos y China. La interdependencia económica entre ambas superpotencias es el límite a la disputa por el liderazgo global, focalizada ahora en la competencia por el liderazgo tecnológico, en especial en el campo de la inteligencia artificial. Más allá de Tucídides el curso de los acontecimientos mundiales de las próximas décadas estará entonces determinado por el "G-2", una mesa con dos asientos, uno para Estados Unidos y otro para China.

Pascual Albanese * Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.

 

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