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Un cimbronazo en la política argentina

Lunes, 14 de agosto de 2023 00:00
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¿Javier Milei dio el batacazo? Podría ser la calificación para el triunfo a nivel nacional del precandidato con menos infraestructura y que en las elecciones provinciales anteriores no había logrado promover a ninguno de sus postulantes. Para los encuestadores, que no lo creían en condiciones de superar un 20%, fue una mala sorpresa. Al mismo tiempo, es necesario reconocer que todos los sondeos indicaban un nivel de indignación, un "voto bronca", que se manifestaba en la negativa de los encuestados a responder por quién votarían, o simplemente se refugiaban en el "no sabe, no contesta".

Está claro que Milei no es presidente aún. Deberá volver a imponerse en las generales del 22 de octubre y, seguramente, disputar la presidencia en un balotaje. Puede ser con Patricia Bullrich, que necesitará retener todos los votos de Rodríguez Larreta y atraer los de otros votantes que buscan una imagen algo más moderada que la del libertario, o con Sergio Massa, quien deberá demostrar que los resultados de ayer no son un techo definitivo para alquien, como él, rechazado por gran parte de sus supuestos compañeros "en el espacio" y que llevará en la mochila la carga de haber sido el ministro de Economía con la mayor cantidad de récords negativos en un año.

De todos modos, el triunfo provisorio del nuevo apóstol argentino del liberalismo económico pone en evidencia el movimiento de placas tectónicas de la política de nuestro país. La profunda crisis de representación de funcionarios y legisladores a los que califica "casta de chorros, parásitos e inútiles" , hace que esa demolición de la dirigencia roce al mismo sistema democrático. No hace mucho, Milei afirmó que el problema de la Argentina comenzó en 1916, con el voto universal y obligatorio. Y con todas esas consignas logra imponerse sobre el aparato que utilizan los jefes políticos en las provincias y los municipios.

"El nivel de indignación general se manifestaba en las encuestas y en el malhumor'"

Es el precio que paga el peronismo después de cuatro mandatos kirchneristas, durante los cuales solo mejoraron el poder y la renta de sus dirigentes mientras que la inflación, la presión tributaria, la ineficiencia en la gestión, la corrupción y la tolerancia con el delito alejaba cada vez más a la gente. Probablemente, al menos Sergio Massa haya comprendido que se terminó el tiempo del relato.

Pero es también la hora en que Juntos por el Cambio se pegue un baño de realidad. Las internas fueron devastadoras. Halcones y palomas se peleaban como si creyeran que la llegada la presidencia era un trámite.

No está todo dicho, pero Milei arranca con ventaja en esta carrera contra Bullrich y Massa. Nadie puede predecir cómo reaccionarán esta semana los mercados, qué harán los piqueteros y cómo seguirá la curva de la inflación. Tampoco, si el Gobierno se verá tentado a probar suerte con un nuevo "plan platita", algo que no parece sostenible. Va a ser muy difícil hacer en los próximos dos meses algo que permita olvidar casi cuatro años de desaguisados.

Pero la realidad de fondo es que el movimiento sísmico que ayer emergió del subsuelo de nuestra sociedad hunde sus raíces en una macroeconomía destruida por décadas de insistir con políticas anacrónicas similares a otros casos en el mundo. Milei surge con un perfil comparable al de Donald Trump, que se impuso dentro del Partido Republicano llevándose por delante, además, los valores tradicionales de la mayor democracia del mundo. También muestra similitudes con Jair Bolsonaro, un militar brutal, con el apoyo de militares, ganaderos y predicadores, que se impuso por carisma y golpeó en su flanco más débil a la trabajosa democracia brasileña.

"Clientelismo y dádiva empiezan a manifestarse como verdadero 'realismo mágico'"

Los mesías no existen, y los magos, tampoco. Tanto el peronismo como la Unión Cívica Radical han erosionado su identidad y su prestigio. Probablemente, la evolución del mundo los haya superado. Pero evolucionar significa adecuarse a los tiempos, no hacer regresiones a etapas del pasado.

A Milei, Bullrich y Massa les convendría abandonar la tentación irresistible de la narrativa seductora, entre otras cosas porque, como la mentira, tiene patas cortas. Seguir buscando enemigos, quienquiera lo haga, significa reconocer la propia impotencia frente al actual terremoto político argentino.

En primer lugar, reencontrar el rumbo para la construcción de riqueza y de empleo, que será el primer paso para superar el gran drama social actual. Sostener los subsidios para los excluidos, eliminando a los "mediadores" de esa política asistencial tercerizada, los líderes piqueteros. Y definir políticas claras para terminar con la inseguridad, que es la cabeza del iceberg dela instalación del crimen organizado.

Pero ni estos ni todos los grandes problemas que han terminado con la paciencia de los argentinos van a ser resueltos con golpes de efecto, como cerrar el Banco Central, seguir asediando a la Corte de Justicia o prometiendo soluciones sin precisar plazos, procedimientos y costos.

El triunfo de Javier Milei en Primarias mostró que las coaliciones locales no aseguran fidelidades. El clientelismo basado en la coparticipación y la dádiva del poder central empieza a mostrarse como mero "realismo mágico". El mundo funciona de otra manera. Ayer fue la primera confrontación y nada está definido. El electorado quedó dividido en tercios. El futuro presidente (o presidenta) deberán ponerse a reflexionar desde ahora mismo si son correctos y adecuados a los tiempos las certezas y los discursos con los que se van a dirigir a la ciudadanía. A una ciudadanía hastiada de politiquerías y que no va a aceptar, a cambio, nuevas formas de politiquería.

 

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