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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Ciencia y tecnología, un deber del Estado

Martes, 23 de enero de 2024 02:06
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Sin desarrollo científico no hay posibilidades de construir una economía pujante ni una sociedad donde todas las personas puedan vivir dignamente, en libertad y con las necesidades básicas cubiertas. Esto es un componente central del genuino pensamiento liberal.

En la Argentina hay un déficit profundo de conocimiento y así lo reflejan los datos de la pobreza, desde las periferias urbanas y las NBI expandidas por el país que proporciona el país. Del mismo modo, es sintomática la insuficiencia de estudiantes y graduados en ciencias y tecnologías.

También es evidente que, en las cosmovisiones imperantes en la política, el desarrollo y la ciencia se han esfumado. Y los verdaderos científicos lo sienten.

La sombra del desfinanciamiento y la privatización preocupa al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), especialmente, por los términos despectivos que utilizó el presidente Javier Milei hacia la entidad. Ahora se suma la suspensión de más de cincuenta contratos en distintos puntos del país.

Con la investigación científica no se juega. Cualquier decisión que se tome requiere los recaudos propios de la función de Estado.

Hace poco más de un año, en el ministerio de Ciencia y Tecnología, en Buenos Aires, la economista ítalo -estadounidense Mariana Mazzucato brindó una conferencia sobre "Cambio transformacional en América Latina y el Caribe". La economista es una de las más influyentes defensoras de la inversión en investigación y desarrollo, con participación protagónica del Estado, la empresa y la universidad. Es lo que en la Argentina se denomina "triángulo de Sábato".

En esa ocasión definió los criterios para establecer políticas de desarrollo productivo organizando la cooperación "del sector privado, las instituciones públicas, las instituciones académicas y de investigación y desarrollo, las organizaciones de trabajadores, las instituciones de financiamiento y aquellas relevantes para el crecimiento, la innovación y el talento humano para el sector o el desafío específico".

Estos criterios deberían orientar todas las decisiones de gobierno en un país donde hay pobreza, hay desempleo y el sistema educativo no evoluciona al ritmo de los tiempos. La Argentina pensada por Alberdi, Sarmiento y Roca no fue el país del anarco capitalismo, sino el que tenía sus cimientos en un sistema con tres poderes independientes, un Estado que avanzara en la investigación y el desarrollo del país y una educación pública que se convertiría en el mayor logro de nuestra historia.

Un ejemplo: en estos días, el CONICET fue noticia por el descubrimiento de una proteína que podría ayudar en la lucha contra el cáncer. Profesionales del Instituto Tecnológico de Chascomús, Conicet y la Universidad de San Martín descubrieron el efecto de Brecept, una proteína combinada con un anticuerpo humano, sobre una molécula que está presente en todos los órganos, pero que se encuentra exacerbada en tejidos cancerígenos. La investigación fue publicada en la revista científica Cancer Gener Therapy del grupo Nature. Es un logro argentino que transita por el camino que marcaron Bernardo Houssay, César Milstein, Luis Federico Leloir y René Favaloro, entre muchos otros.

En defensa del CONICET, investigadores de la entidad destacaron que en el país se crearon en tres años 26 empresas de base tecnológica fundadas con patentes desarrolladas por investigadores argentinos. De este modo son 56 startups nacionales creadas en las últimas décadas.

El ajuste del Estado, si se considera necesario aplicarlo también al CONICET, debe comenzar por una evaluación muy cuidadosa de los logros, del valor de cada uno de los miles de trabajos y de la proyección del organismo en la vida del país.

Con un equipo profesional de especialistas (y no solo de economistas) debería medirse cada paso que se va dando, en el CONICET y en todos los estamentos del Estado, porque es imprescindible profesionalizar todos los cargos.

Cualquier reforma del Estado debe partir de la calidad. Basta pensar en los resultados del desarrollo científico de China, Corea del Sur y la India, por citar los casos de países emergentes, y comparar con lo que ocurre en América latina.

El científico Alberto Kornblihtt avisó al Congreso que "con el presupuesto de 2023 no llegamos a pagar los sueldos de junio; no va a haber plata para mantener a los 300 institutos federales", precisó. Este mismo riesgo podrían correr el INTA, el INTI muchos hospitales públicos.

No se trata de un tema ideológico, sino de capacidad de gestión de un gobierno. Si hay gente que no hace nada, hay que verificarlo. Y si no, evitar prejuzgar.

La semana pasada, las autoridades de Centros Científico Tecnológicos del CONICET manifestaron su desacuerdo por la suspensión de los contratos de más de 50 agentes distribuidos por todo el país y advirtieron que el desguace del organismo acarreará "graves consecuencias para el futuro del sistema científico nacional, ya que la desinversión en ciencia generará un retroceso que costará muchos años revertir".

Durante veinte años, el populismo multiplicó el número de empleados del Estado, básicamente, por su incapacidad para generar empleo genuino y estabilidad salarial en el sector privado. Esto no justifica destruir ahora todo lo hecho en dos siglos.

La improvisación es el rasgo distintivo de un gobierno sin capacidad ni proyecto. Y esto vale tanto para los que nombran ñoquis como para los que piensan que todo se arregla de un tijeretazo.

 

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