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5 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Míster Hyde y el doctor Jekyll

Jueves, 01 de febrero de 2024 02:21
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En 1886, el escritor escocés Robert Louis Stevenson escribió una novela corta llamada "El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde". La novela trata sobre un abogado que investiga la misteriosa relación entre su viejo amigo, el doctor Henry Jekyll, y el misántropo Edward Hyde; un extraño caso donde un trastorno psiquiátrico hace que una misma persona tenga dos o más identidades con características únicas puesto que no son el mismo individuo. En psiquiatría, esto es conocido como trastorno disociativo de la identidad.

Stevenson explora en un tono magistral la idea de un hombre perseguido por sí mismo; la idea de una segunda personalidad agazapada en el primer verdadero ser. En Argentina, donde todo se invierte y se subvierte, Stevenson podría haber escrito "El extraño caso de míster Hyde y el doctor Jekyll".

Todos conocemos a míster Hyde. Lo conocimos cuando interpretaba a un panelista mediático estrafalario y desorbitado en programas televisivos espantosos. Desde esa mediocre tribuna ofició de insultador serial emitiendo improperios agresivos y vulgares a diestra y siniestra a todo aquel que no adhiriera a su ideología; o protagonizó un vergonzante sketch en el cual, bate en mano, destrozó una maqueta del Banco Central de la República Argentina.

Debido al más profundo fracaso de la política, de todos los políticos y partidos políticos - oficialistas y opositores - en los que se acovachaban; debido a sindicalistas desvergonzados, empresarios prebendarios, lobistas y factores de poder del país y a otros cientos de personas a las cuales jamás les interesó en lo más mínimo ni el país ni su gente; el bizarro míster Hyde vernáculo terminó siendo elegido presidente de la Nación.

Estas cosas dicen más cosas de nosotros, como sociedad y como individuos, que de él. Que él pueda estar mal cableado o que haga de personaje estrafalario para alcanzar cierta notoriedad y fama relativa es su problema o su decisión; que nosotros lo hayamos elegido presidente habla de nosotros. Que él haya elegido jugar el papel de personaje estrafalario que pretende pasar por genio loco incomprendido es su derecho, tanto como podría ser genuina su alta percepción de sí mismo y de su capacidad para cambiar la realidad. Que nosotros sigamos eligiendo creer que, de verdad se trata de un genio loco incomprendido, es nuestra elección. Quizás tengamos que concluir que la sociedad argentina está tan mal cableada como las bochornosas alternativas que nos supimos generar; incluso tanto como todos esos políticos y representantes de todas esas instituciones a las que hice referencia antes y que nos condujeron a esta acuciante situación.

Lo notable es que, por las razones que sean, una vez asumida la presidencia, míster Hyde se convirtió en el doctor Jekyll. Salvo deslices no menores como cada vez que enarbola su teléfono para hacer declaraciones intempestivas e incendiarias en X (ex Tweeter); cuando amenaza a los gobernadores; cuando expulsa al ministro de Infraestructura; o cuando llama de manera tan poco institucional "comunista asesino" al presidente de Colombia, Gustavo Petro; hay que reconocer que ese personaje desmedido está quedando algo más contenido dentro de esa nueva y desconocida versión de sí mismo que nos presenta a diario que muestra una conducta más propia del doctor Jekyll que de míster Hyde. Me pregunto cuánto durará.

"Los que llegan al poder por una avalancha antisistema se enfrentan a un dilema".

Los políticos que llegan al poder por una avalancha antisistema se enfrentan a un dilema sin solución. Una vez en el gobierno, pueden seguir destrozando las instituciones y alienando el sistema, afectando a la economía y, en consecuencia, a su popularidad; o pueden acercarse a la política tradicional y transigir con las elites - la "maldita casta" -, destruyendo su credibilidad y alejando a sus bases. El estilo desafiante y todo el tiempo al borde de la amenaza de esta administración se hace inteligible a la luz del intento de Milei de escapar de este dilema. Míster Hyde y el doctor Jekyll son el síntoma de un Milei atrapado en este laberinto sin salida.

Sospecho que estamos en una suerte de punto de inflexión. Si el DNU deja de judicializarse y la justicia dejar caer los amparos y reclamos, o si la Ley Ómnibus y todas las otras grandes reformas comienzan a prosperar; supongo que es bastante posible que el doctor Jekyll logre contener a míster Hyde dentro de su caparazón por algún tiempo más; hasta que, envalentado por su propio éxito, no pueda guardarlo más.

La pregunta que temo hacer es qué sucedería si ocurre todo lo contrario. ¿Qué pasará si la justicia sigue frenando el DNU; o si el Congreso lo declara nulo? ¿Qué pasaría si el Congreso sigue cuestionando y amputando la Ley Ómnibus y todas las otras reformas que ya se tuvieron que dejar de lado, como la reforma electoral o la fiscal? ¿Resurgirá el insultador serial violento y agresivo? ¿Volverá el personaje desquiciado y desmesurado? ¿Volverán los insultos y los agravios personales; las faltas de respeto; el comportamiento arrebatado de aquel míster Hyde mediático que supimos conocer y votar?

Por cómo se vienen desarrollando los acontecimientos, tengo la sospecha que, más temprano que tarde, vamos a toparnos con las respuestas a todas estas preguntas.

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