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EE.UU y China forjan el siglo XXI

Miércoles, 16 de octubre de 2024 02:02
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En términos de capacidad de compra doméstica (PPP), China se adelanta cada vez más a EE. UU, lo que significa que su potencial interno es cada vez mayor en la economía mundial del siglo XXI.

Esto otorga a la República Popular una creciente relevancia para el resto del planeta, incluyendo a EE. UU, en tanto que sucede lo contrario exactamente en relación con su propio crecimiento y los restantes protagonistas del sistema global.

Los datos son los siguientes, según la proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI) hacia 2029, y siempre medidos en PPP (programas de participación público - privada).

El PBI chino ascendería a U$S 33.672 billones en 2029, mientras que el de EE.UU treparía a U$S 25.444 billones para entonces y esta diferencia de U$S ocho billones la República Popular la sustentaría en un dato estratégico fundamental, que es que su población de 1.400 millones de habitantes tendría en cinco años un ingreso per cápita de U$S 20.000 anuales, encabezada por una clase media de 1.000 millones de personas en 2030 / 2035, con ingresos comparables a los norteamericanos (U$S 40.000 / U$S 55.000 anuales).

Otros datos reveladores de la situación china son estos: el comercio mundial de bienes declinó más de 1,5% en 2023 respecto al año anterior, y esto ocurrió a pesar de que el PBI global se expandió +3.2% en ese periodo. La razón de este fenómeno inusual en el proceso de globalización es que China ha incorporado a sus cadenas de producción una serie de industrias de alta tecnología como la fabricación de automóviles eléctricos (SUBs), bienes de capital, electrónica, y semiconductores o "chips". Esto sucede porque la economía china crece más rápidamente que el resto de las grandes economías globales: el año pasado se expandió +5% anual en tanto que EE. UU trepó a +2.5%, y la Unión Europea menos, al igual que la de Japón.

En suma, el hecho central de la época en lo que hace al comercio internacional es que el papel del mercado interno de la República Popular es cada vez mayor para la economía global; y esto sucede cuando su eje se ha volcado al Asia y a los países emergentes (China, India, Indonesia, Vietnam, en primer lugar).

Hay que advertir que la producción china es cada vez más sofisticada, y trepa incesantemente en la cadena de la alta tecnología, lo que implica que es absorbida cada vez más por consumidores domésticos de similar categoría.

Esto responde a una estrategia deliberada de largo plazo elaborada y decidida por Xi Jinping, que tiende a convertir a la segunda economía del mundo en un sistema absolutamente digitalizado en los próximos diez años.

Por eso la competencia entre las dos superpotencias se exacerba cada vez más; y coloca un énfasis cada vez mayor en la decisión estratégica de Washington de impedir o frustrar el acceso de China a las tecnologías de la 4ta Revolución Industrial.

La importancia de China en el contexto global surge de este dato crucial: de la República Popular depende este año más de 40% del crecimiento mundial; y si se le suma el resto de Asia ese porcentaje alcanza a 55% del total.

En este contexto global el único país verdaderamente relevante para China es uno solo, que es EE.UU.

En breve síntesis, el papel de China en el mundo en los próximos años está definido por la relación que establezca con la primera superpotencia mundial. No hay historia en el mundo de hoy que no se refiera al vínculo entre EE. UU y China, las dos superpotencias del mundo y cabezas de la Cuarta Revolución Industrial y de la Inteligencia artificial.

De esta constatación surge una premisa estratégica fundamental para todos los países y en especial para los de América del Sur, y es que no hay posibilidad alguna de una tercera guerra mundial desatada por la puja entre las dos superpotencias, porque ha surgido un sistema global absolutamente integrado por la revolución de la técnica, y que acelera y profundiza ese proceso de integración.

En términos políticos lo esencial es lo que ocurrirá en EE. UU el 5 de noviembre. Allí se decide el destino del nuevo sistema global que ha surgido en el mundo.

Este es un momento de esplendor de la civilización norteamericana, salvo en el aspecto crucial de su poderío geopolítico, que prácticamente se ha derrumbado en los últimos cuatro años. Lo que está en juego es que el fortalecimiento político, doméstico y global de EE. UU permita un acuerdo de fondo de carácter estratégico con China, que mientras tanto se convierte por su propio y extraordinario esfuerzo nuevamente en el "Imperio del Medio" del siglo XXI, que consiste en llevar primordialmente su historia de más de 5.000 años a las condiciones de la alta tecnología propias de nuestra época.

Así se establecería en la puja entre las dos superpotencias un auténtico diálogo de civilizaciones, entre el "mundo nuevo" de raíz norteamericana, y la civilización china que vuelve a ser el eje del mundo.

Revolución tecnológica, integración global, diálogo de civilizaciones. Este parece ser el contenido de lo que resta del siglo XXI, si las cosas van bien lo que depende de la política, y por eso es difícil de establecer de antemano, debido a que es el "Reino de la Libertad", y por lo tanto de la lucidez y del coraje humanos. 

· Jorge Castro es presidente del Instituto de Desarrollo Estratégico y miembro del Centro de reflexión política Segundo Centenario

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