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Niños bajo presión: estrés en la infancia

Viernes, 22 de noviembre de 2024 02:14
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Llegar a fin de año genera cansancio, es una época donde la sensación que nos invade es la de que todo nos supera. En este momento del año hay un aumento en los niveles de estrés. Generalmente asociado con los adultos, el estrés es la respuesta física y emocional que nuestro cuerpo genera ante situaciones que percibe como peligrosas o desafiantes. Esta respuesta puede ser útil en ciertas circunstancias, proporcionando la energía y la atención necesarias para enfrentar retos. Pero no siempre es así.

Cuando sentimos estrés liberamos cortisol, la hormona que ayuda a nuestro cuerpo a obtener la energía que necesita para enfrentarlo. Aunque no siempre se puede evitar, podemos aprender a manejarlo. Los adultos contamos con herramientas, salimos a caminar, aprendemos a respirar, hablamos con amigos, pero… ¿qué sucede con los niños? Esta realidad también los afecta. Sin embargo, a menudo pasa desapercibida.

En un mundo que se mueve a un ritmo acelerado, los niños se enfrentan a demasiadas presiones y desafíos. La vida familiar cargada de horarios apretados, agendas repletas de obligaciones por cumplir, presiones laborales y escolares y expectativas extraordinarias con respecto al rendimiento escolar, generan un ambiente estresante para nuestras infancias. Ellos no saben decir "estoy estresado" y no pueden poner en palabras su cansancio, su miedo. Al menos no directamente como los adultos.

Hoy estamos cargando sobre la niñez mandatos, presiones y exigencias que nuestros chicos no pueden soportar. No es fácil visualizar y entender esto. El cerebro de los niños tiene distintos componentes; las áreas responsables de funciones básicas como la alimentación, el abrigo, el sueño (cerebro primitivo) maduran primero. Las áreas relacionadas con la emoción (cerebro emocional) y el pensamiento lógico (corteza prefrontal) se desarrollan más tarde; ésta permite la conexión entre la parte de supervivencia y el desarrollo intelectual.

Durante los primeros años de vida, es muy importante educar el cerebro de los niños, porque si el mundo de la seguridad y el bienestar emocional no están bien estructurados desde pequeños, no podrán desarrollarse plenamente y esto también influirá en sus posibilidades de aprender.

El desarrollo del cerebro infantil es un proceso complejo. Comprender estas características nos permite crear ambientes enriquecedores y seguros que promuevan el bienestar emocional y el desarrollo integral del niño, sentando las bases para una vida adulta equilibrada y plena. El niño que tiene un desarrollo cerebral pleno será un adulto en el que sus pensamientos y emociones van en la misma dirección. Tengamos en cuenta que el aprendizaje y un alto nivel de estrés, no son compatibles.

Aunque el estrés en la infancia puede parecer un tema menor, sus efectos tienen un impacto profundo en el desarrollo emocional, físico y social de los niños. Reconocer las señales de estrés infantil y entender sus causas es el primer paso para ayudarles a gestionar estas emociones de manera saludable y efectiva.

El estrés en los niños puede ser provocado por múltiples factores, entre ellos vivir carencias afectivas, problemas familiares, pérdidas de un ser querido, una enfermedad, pocas horas de descanso, falta de tiempo y espacio para jugar, entre muchas otras.

Lo que un niño no puede poner en palabras, ni gestionar emocionalmente, el cuerpo se encarga de hacerlo a partir de síntomas emocionales, físicos y conductuales. Hay señales a las que debemos estar atentos. Sólo por citar algunas, podemos observar en ellos desmotivación, baja concentración, ansiedad, problemas de sueño, dolor de cabeza, de panza, deterioro de las relaciones con sus pares, con miembros de la familia, incumplimiento de las obligaciones en la escuela.

¿De qué manera podemos ayudarlos a superar el estrés?

* Ofreciéndoles tiempo para jugar, recuperando el lugar del juego, que ejerciten su imaginación y su creatividad, sin pantallas, con más plazas y más presencia de adultos. Facilitándoles el juego con amigos, al aire libre. Invitándolos a realizar ejercicio físico, a moverse.

* Bajando la exigencia y presión para que den el cien por cien, brindándoles la posibilidad y la tranquilidad de que pueden equivocarse y volver a empezar.

* Escuchándolos y observándolos. Acercándonos a preguntarles que cosas les preocupan; que nos sientan presentes física y emocionalmente.

* Organizando su rutina, fomentando y respetando el descanso reparador. Los niños necesitan dormir la cantidad de horas necesarias. Sí, el sueño es fundamental para su desarrollo, ya que les permite consolidar aprendizajes, regular sus emociones y reparar células.

Y si nada de esto funciona se buscará la ayuda de profesionales competentes. Quizás debamos replantearnos qué vida estamos viviendo y en que espejo se ven nuestros hijos. Y recordar, siempre recordar, que, para ser adultos, para poder crecer, primero deben ser niños.

 

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