Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
3 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Estrés de fin de año: la ilusión del cierre

Martes, 24 de diciembre de 2024 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El estrés de fin de año suele estar vinculado a una sensación de urgencia por cerrar ciclos, como si el cambio de calendario exigiera una suerte de conclusión total. Quizás el significado emocional de la palabra "Fin" tenga mucho que ver con la prisa y la ansiedad que caracterizan éstos tiempos, cuando llegamos a las fiestas más cansados que nunca. El diccionario de la Real Academia Española define la palabra "Fin", como término, remate o conclusión de algo y desde una perspectiva psicológica, el fin de año estaría operando como un límite simbólico en nuestra percepción del tiempo, creando una ilusión de cierre que nos impulsa a concluir metas, medir logros, proyectos o incluso procesos emocionales. Esta visión del tiempo y la necesidad de medir los logros de una manera tangible se acrecientan en una cultura que glorifica el rendimiento y nos empuja a ser productivos - incluso en momentos de descanso- negándonos la opción a la quietud, al silencio, al ocio, a la contemplación o al aburrimiento. Llenamos la agenda de compromisos y obligaciones como si no hubiera un mañana y el resultado son el cansancio y estrés -compañeros inseparables de todos los finales de año- porque en lugar de tomarlo como un momento de pausa, lo vivimos como una línea de meta ineludible.

Muchos lectores recordarán los últimos días del año 1999, cuando la euforia generalizada por el cambio de milenio y la incertidumbre, abonaron las más descabelladas expectativas sobre la nueva era: el fin del mundo para algunos o un nuevo génesis para otros traerían sus propias tragedias y milagros. Sin importar cuán creyentes, ateos o agnósticos fuésemos, a nadie le resultaba indiferente la llegada del tan mentado siglo XXI, y sin embargo, después de brindar salimos a ver como estaba el mundo con el cambio de era, y comprobamos que todo seguía igual: aquel 31 de diciembre y el 1° de enero transcurrieron como cualquier otro hoy y mañana.

Pero hoy - a 24 años de aquel milenario festejo- existen otros factores de la vida cotidiana que suman a los síntomas de estrés, junto al poderoso efecto emocional contenido en la palabra "fin".

Byung-Chul Han, filósofo y ensayista, en obras como La sociedad del cansancio y La agonía del Eros, analiza el estrés y el cansancio contemporáneos como síntomas de un modelo social y económico basado en el rendimiento. Según él, vivimos en una "sociedad del rendimiento", donde las personas se autoexigen continuamente, convirtiéndose en sus propios explotadores. Este modelo no solo genera agotamiento físico y mental, sino que también afecta la capacidad de disfrutar del presente, de reflexionar y de conectar profundamente con uno mismo y con los demás.

Eric Sadin, pensador contemporáneo especializado en tecnología y ética, aborda temas relacionados con la hiper conexión y la presión social en obras como "La sociedad de la automatización" y "La humanidad aumentada". En ellas reflexiona sobre cómo la tecnología y la digitalización transforman nuestras vidas, exacerbando el cansancio y la ansiedad al borrar los límites entre lo personal, lo laboral y lo social. También analiza cómo la constante exposición a estímulos tecnológicos genera una relación obsesiva con la productividad y una desconexión de nuestra dimensión más humana.

En "La humanidad aumentada", Sadin destaca cómo la tecnología ha instaurado una "cultura de la inmediatez", que nos obliga a estar constantemente disponibles y reactivos, lo cual agrava el cansancio crónico. "El tiempo se ha convertido en un flujo continuo de tareas interrumpidas, en el que el presente es expulsado por el imperativo del próximo movimiento"

También critica la manera en que la automatización y la inteligencia artificial han configurado un modelo de vida donde se espera que optimicemos todo, incluyendo nuestras emociones y nuestra capacidad de descanso y sostiene que el ser humano ha pasado de ser "usuario" a ser "utilizado" por un sistema que lo orienta, lo condiciona y lo presiona bajo la ilusión de autonomía. Esto resalta cómo, en el contexto del cierre de año, las expectativas externas pueden infiltrarse en nuestras vidas hasta el punto de ser interiorizadas como autoexigencias.

Ambas obras ofrecen herramientas conceptuales para entender el estrés no solo como una respuesta individual, sino como un síntoma de un modelo cultural y tecnológico que debemos desafiar si queremos recuperar una vida más equilibrada. Eric Sadin amplía esta reflexión al hablar de la "hiperconectividad" y la constante presencia de demandas digitales y sociales.

El problema no son las redes, la tecnología, la inteligencia artificial, ni todas las ofertas de consumo, sino cómo nos relacionamos con lo que viene de afuera.

Que el cierre de año sea el final del malestar y se transforme en el comienzo de poner en práctica la sana costumbre de mantener el equilibrio físico, mental y emocional.

Que seamos dueños de poner, al fin, un punto final.

íFelices Fiestas!

.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD