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Mes de diciembre. Mes especial. Desde los primeros días se transforma el clima social, no solo por el cierre del ciclo escolar sino también por las despedidas de año, las fiestas de Navidad y Año Nuevo, las vacaciones. A muchas personas este tiempo nos conecta con la infancia, con aquellos rituales familiares que, en algunos contextos se sostienen y en otros han ido cambiando.
Un mes que invita, en cierta forma, a salir de lo cotidiano y a conectar. Las personas resignifican estas fechas y las transforman en función de sus experiencias. Están quienes se van de viaje, otros desean juntarse con toda la familia, algunos se reúnen con amigos o con su círculo familiar más íntimo.
Si bien estas fiestas son un momento especial lleno de alegría, encuentros, celebraciones y pueden generar una enorme felicidad, también pueden detonar conflictos. Es un periodo cargado de emociones complejas, tanto para adultos como para niños y adolescentes.
La Navidad y su impacto en los niños
La mayoría de los niños esperan durante todo el año esta época tan especial, sin embargo, puede ser un momento extremadamente estresante para niños altamente sensibles. Hay quienes tanta sobrecarga emocional y sensorial los afecta, que necesitan que se organice su entorno familiar y social de cierta manera para que puedan disfrutar todos. Hablo de niños que pueden estar atravesando duelos, niños con ansiedad, autismo, hiperactividad.
Las fiestas traen consigo interrupciones en las actividades diarias, cambios en los horarios y la necesidad de adaptarse a entornos y personas nuevas, lo cual puede generarles ansiedad y desregulación emocional. Es por eso que debemos anticiparles que va a suceder.
Si han experimentado pérdidas recientes, sean familiares, de mascotas, cambios de hogar o escuela, validar su duelo y buscar formas simbólicas de incluir a los que extrañan o hablar sobre los recuerdos puede ser una herramienta sanadora.
Las luces parpadeantes, los sonidos fuertes de la música, de los fuegos artificiales y las multitudes pueden ser abrumadores para un niño con hipersensibilidad sensorial. Elementos como los regalos sorpresa, los cambios repentinos en los planes o las tradiciones desconocidas pueden resultar confusos. Es importante ser flexible y considerar sus necesidades individuales, esto puede incluir reducir el tiempo de exposición a eventos sociales, evitar luces intermitentes o minimizar los ruidos fuertes.
Informar al niño sobre qué esperar durante las celebraciones puede ayudar a reducir la ansiedad. Ayudarles a establecer expectativas realistas, para que no se frustren si las cosas no salen como esperaban. En la medida de lo posible, conservar elementos familiares de la rutina diaria, como los horarios de comida o descanso, puede ofrecer estabilidad y seguridad.
Preparar a los invitados también es importante, informar a familiares y amigos sobre las necesidades del niño puede fomentar un ambiente más comprensivo. Esto incluye explicar posibles comportamientos, la necesidad de respetar ciertos límites y cómo interactuar de manera positiva. Durante las reuniones familiares y otras celebraciones, se espera que los chicos participen en interacciones sociales que pueden resultar desafiantes para quienes tienen dificultades en esta área. Tener en cuenta que la presión de saludar, abrir regalos frente a otros o responder a preguntas puede generar incomodidad.
Si sus niños disfrutan de actividades sensoriales, respetando sus intereses y habilidades, pueden incluirlos en la organización invitándolos a cocinar, a preparar tarjetas o ayudar a armar el árbol de Navidad.
Las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden representar un desafío significativo para muchos niños, con preparación, adaptaciones y un enfoque comprensivo es posible crear un ambiente que les permita disfrutar. La clave está en escuchar y observar las necesidades individuales, brindándoles las herramientas necesarias para manejar las demandas sensoriales, sociales y emocionales de esta época. De esta manera, se promueve no solo su bienestar, sino también su participación significativa en estas tradiciones familiares.
Estas celebraciones pueden convertirse en una maravillosa oportunidad para que las familias aprendan juntas a gestionar emociones, fortaleciendo sus vínculos y creando recuerdos significativos.
Redescubrir al otro puede convertirse en una posibilidad para el resto de la familia, en definitiva, es lo que nos une.