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La discusión está agotada: nacido en Toulouse, Tacuarembó o en Tolosa, un suburbio de La Plata, Carlos Gardel es porteño, rioplatense y universal. Criado en un barrio periférico de Buenos Aires, su juventud transcurrió, guitarra en mano, cantando en los arrabales, aunque también compartió con Ceferino Namuncurá un coro de los salesianos en el colegio San Carlos.
Sus tangos pintan una época, en los acordes y en las letras, concebidas muchas de ellas con Alfredo Le Pera. Su historia es la de un intérprete que se convirtió en visionario y aprovechó el cine y el teatro criollo para universalizar la vida rioplatense, convertir la suya en estrella mundial e instalar el tango en París y Estados Unidos.
"Por una cabeza", ese tango melódico que apunta a la poesía más íntima y a las contradicciones de "un muchacho de barrio" es su obra más popular, actualmente, en Europa. "Silencio" es un símbolo del clima de entreguerras, que evoca el dolor de la Primera Guerra Mundial y parece predecir la inminencia de la segunda, en un tiempo de euforia que se recuerda como "los años locos"
El viernes 13 de diciembre de 2024, en la Biblioteca Provincial Victorino de la Plaza, la Academia Nacional del Tango y la revista La Gauchita rindieron homenaje al Morocho del Abasto y al gran compositor Julio De Caro.
El escritor y editor Eduardo Ceballos, dirigió la celebración y definió:
"El tango es un género musical rioplatense, en el que dos personas bailan de manera acompasada al ritmo de la música, con movimientos muy lentos, pero donde se ejecutan una variedad de pasos muy sensuales, que terminan cautivando al espectador. Este movimiento musical está considerado como una de las expresiones artísticas más representativas de la cultura argentina. El tango se compone de tres elementos primordiales como son la música, la danza y la poesía y es considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad", dijo Ceballos al presentar a prestigiosas figuras del arte popular.
Estrella Valencia Arias, poetisa y escritora, vino desde El Galpón, aportando una plaqueta con su poema "En Homenaje a Carlos Gardel". Sus versos dicen: "Lo descubrí… ya grandecita/ El mito en ya larga ausencia / de canciones cruzando el mar.
Aquella que un día/ nos lo regalase meciéndolo/ en los brazos de su madre. Ya de Tacuarembó… ya de Toulouse… su cantar fue de nosotros, sí, con nuestra ciudadanía se elevará a la inmortalidad del cancionero argentino/ en pentagrama de nubes y doradas corcheas de estrellas bendecidas por un mar de lágrimas.
Aquella voz… sin orquestas que luego realzaren otros cantares, mas, privilegiando el recuerdo gardeliano. Las nubes, mar de agua y gotas de artista, nos obsequian sus obras si al son de un cantar del eterno Carlos Gardel hemos de hallar allí plasmadas notas que acompasan su tango por acompañar nuestro tiempo.
"Carlos Gardel no es porteño, no bonaerense ni rioplatense… ¡Si esas limítrofes e imaginarias líneas que no logramos percibir cuando recorremos nuestro amado país más que separarnos nos unen! El atractivo de su prestancia al cantar con esa voz inolvidable, logró que, así como nos conmueve nuestra bandera buscando el cielo en los actos de toda la Patria mientras entonamos Aurora, sentimos al escucharlo cantar, que Gardel es argentino, es de todos, si en verdad, así lo sentimos".
Hugo Cardozo y Horacio Valdez, históricos tangueros salteños, dejaron un maravilloso repertorio gardeliano
Los bailarines discípulos de la escuela de César Ferreyra, un incansable formador de bailarines de tango, aportó un ramillete de emociones del 2 X 4, con Mari paz Portacarrero, Roberto Vilte, Susana Rocabado, Claudio Arias, Corina Higueras, Juan Esquety, Susana Díaz, Emilio Romano, Claudia Castillo, Ricardo Paz, Susana Ramos, Roberto Pérez, Hugo Carrizo, María del Carmen Herrera.
La revista cultural La Gauchita forma parte de una histórica tradición que, durante décadas, fue reconstruyendo el bagaje artístico y poético de los pueblos del país.
Esa tarea en la brillaron Juan Carlos Dávalos, Manuel Castilla, Atahualpa Yupanqui, el poeta jujeño Jorge Calvetti o el santiagueño universal Homero Manzi, es propia de personas dotadas de una particular sensibilidad por las vivencias locales. Así se formaron las dos grandes tradiciones populares argentinas: el folclore y el tango. Ambos nacieron en las periferias rurales o suburbanas, en las cuatro direcciones de la Cruz del Sur.
Aquel "barrio plateado por la luna" eternizado por Gardel y Le Pera, como "esa luz de almacén", de Manzi, se entremezclan en su espíritu con las fiestas de los africanos que poblaron argentina, la memoria de los pueblos precolombinos y el canto y la poesía de esta tierra mestiza.
Entre artistas con sensibilidad para percibir el alma de los pueblos se fue configurando ese patrimonio magnífico al que Salta aportó las voces inolvidables de Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los cantores del Alba, Los Nocheros, la guitarra de Eduardo Falú, el piano del Cuchi, la poesía de Dávalos, Castilla, Botelli, Ríos, junto con una pléyade interminable, unida por ese inmenso sentimiento colectivo que es "la cultura popular".
La contribución de Eduardo Ceballos y la Gauchita es un homenaje a ese patrimonio que nos identifica.