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Milei y la popularidad

Sabado, 07 de diciembre de 2024 01:27
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Los argentinos somos un pueblo muy pero muy particular, muy distinto a cualquier otro sobre la tierra, con características muy propias que no se dan en otro lugar.

Veníamos de un descalabro económico y social innegable, con un pueblo al borde de la desesperanza y que cada día que pasaba, más descreía de sus gobernantes. Se cumplía el ciclo de cuatro años establecido para la permanencia de un gobierno y había que elegir nuevos gobernantes. Jaqueado por todos los flancos, el gobierno de Alberto Fernández no veía el momento de llegar a la posta y entregar el bastón presidencial.

No obstante, la infraestructura de poder armada por el kirchnerismo se resistía al abandono, por el contrario, pretendía una continuidad, que hasta la más ingenua interpretación de la realidad, le negaba.

Último recurso, el "Plan Platita", era el llegar cueste lo que cueste, a sabiendas de que el futuro se estaba hipotecando aceleradamente. Perfectamente aplicable a nuestro caso la expresión atribuida a Luis XV de Francia, "después de mí, el diluvio".

Pero no contaron con el hartazgo del pueblo.

Y fue así entonces cuando apareció la mayoría sensata y aún pensante de ese pueblo, decidida al sacrificio para superar el momento y buscar un futuro sustentable.

Y dijo basta, al punto tal de votar a un "loquito", prácticamente desconocido, un hombre fuera de la política que prometía ajuste y una política de Estado basada en la motosierra.

Y cercanos al año de estar gobernados por el "loquito" cumpliendo con un duro ajuste como había prometido, la popularidad según concuerdan los encuestadores ha llegado al 53%, lo que significa que la mitad del país lo banca, podríamos decir en buen romance.

Y así es porque está viendo los cambios de raíz que está implementando, muchos tal vez de manera no muy ortodoxa pero ciertamente efectivos.

En verdad ha sorprendido con su capacidad de gestión. Solo destacaré dos puntos reclamados por años, para avanzar luego en el contexto general

* Descenso brusco de la inflación en primer lugar, algo por lo cual el pueblo se inmolaría.

* Fin de los piquetes y apertura de calles para el libre tránsito, para que cada argentino vaya por su camino sin caprichosos impedimentos. Libertad palpable.

Desde el comienzo se autoimpuso una clara misión, desregular, desmontar estructuras ineficientes y reconfigurar el Estado.

Con absoluta determinación ha emprendido reformas económicas y administrativas profundas y sistemáticas.

Los resultados económicos son contundentes. El riesgo país ha caído a 752 puntos, la inflación por debajo del 3%, el dólar libre en 1135 pesos y un cepo cambiario encaminado gradualmente a su eliminación.

La estabilidad lograda no fue accidente, sino el resultado de decisiones acertadas y hasta podríamos decir finamente calibradas. Un contraste abismal con la gestión anterior, de una política sobre la marcha, la tan mentada "vamos viendo".

Y el pueblo lo ha percibido, obteniendo el apoyo del ciudadano común, el de a pie, como se acostumbra a decir.

Los argentinos privilegian todo lo obtenido en este año por sobre un carácter agresivo y tal vez innecesariamente confrontativo de ese mismo presidente, el de los logros.

El camino que está por delante será un continuo desafío, el éxito inicial debe consolidarse con políticas sostenibles de largo plazo.

El pragmatismo aplicado, entendido este de una manera simple, como la preeminencia de la práctica sobre la teoría, ha sido su mayor fortaleza. Nadie hubiese apostado por ello antes de la contienda electoral.

Confiemos en que siga siendo el pilar que sostenga o en el cual se apoye el resto de su gestión. Argentina ha comenzado a transitar una nueva primavera, la de una postergada esperanza.

 

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