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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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La Camerata y el síndrome de Stendhal

Viernes, 24 de mayo de 2024 11:50
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El pasado domingo 19 de mayo en la Basílica San Francisco, la Camerata Ucasal, con el carismático maestro Glenn Block en el podio como director invitado, ofreció un concierto que dejó una impresión, sin lugar a ninguna duda, indeleble en aquellos que tuvimos el privilegio de asistir. La programación de la velada fue un viaje por diversas épocas y estilos, con obras que, aunque distintas en su esencia, se complementaron de manera magistral, brindando una experiencia musical muy rica y envolvente. 

La apertura del concierto con el "Divertimento N° 1 Op. 20" del compositor húngaro Leó Weiner (1885–1960) resultó ser una elección sumamente acertada, sentando las bases para una velada musicalmente diversa y estimulante. Esta pieza, caracterizada por su vivacidad étnica y la frescura propia del folclore húngaro, sirvió como un preludio perfecto, impregnando la sala con una singular energía desde los primeros compases. La dirección precisa y vigorosa del maestro Block fue fundamental en resaltar la esencia de esta obra. Su batuta, capaz de conciliar eficazmente firmeza y flexibilidad, guió a la Camerata Ucasal con una agilidad y cohesión notables.

Cada uno de los cinco movimientos del divertimento fue ejecutado con un equilibrio brillante entre precisión técnica y musicalidad expresiva. El maestro Block supo destacar las líneas melódicas y los ritmos danzantes característicos de la obra, permitiendo que cada sección de la orquesta brillara en su justo momento. Los diálogos entre los instrumentos fueron manejados con una claridad y precisión que no solo respetaron la estructura de la pieza, sino que también realzaron su naturaleza, en general, alegre y lúdica. La Camerata, en un evidente estado de gracia aquella noche, capturó a la perfección la esencia festiva y ligera del divertimento, proporcionando una interpretación que resonó profundamente con la audiencia y estableció un tono de alta expectativa para el resto del concierto.

A continuación, el programa nos ofreció el "Concierto para Flauta y cuerdas en sol menor RV 439" del compositor italiano Antonio Vivaldi (1678–1741), "La Notte". La solista, Marina Tiburcio, mostró un dominio técnico incuestionable de su instrumento. Su interpretación fue correcta e impecablemente ejecutada, aunque, en mi percepción, no consiguió transmitir la diversidad descriptiva que esta obra de Vivaldi demanda. Según mi comprensión de la pieza, cada movimiento es una cara diferente en la multiplicidad de caras que tiene la noche. Sin embargo, su técnica y su fraseo fueron elegantes en sintonía con la elegancia propia del barroco, lo cual permitió disfrutar de la arquitectura musical del concierto. Es menester destacar la sensibilidad con la que la Camerata acompañó a la solista Tiburcio, subrayando, ellos sí, la dinámica y los contrastes de la pieza con gran efectividad.

El clímax de la noche se alcanzó con una inolvidable interpretación de la "Serenata para cuerdas en Do Mayor Op. 48" del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky (1840–1893). Bajo la dirección inspirada del maestro Block, la Camerata Ucasal se adentró en las profundidades emocionales de esta obra, entregando una ejecución que capturó cada matiz y sutileza del genial compositor ruso. Desde los primeros acordes, quedó claro que estábamos ante una interpretación de gran calado emotivo, en la que cada frase musical estaba cuidadosamente moldeada para revelar el lirismo y la melancolía que caracterizan a la Serenata.

La maestría de Glenn Block se manifestó en su capacidad para extraer lo mejor de cada sección de la Camerata, logrando una cohesión y un equilibrio sonoro que realzaron la riqueza tímbrica de la pieza. Los diálogos entre las secciones de cuerdas fueron ejecutados con una finura y precisión excepcionales, evidenciando un entendimiento profundo de la estructura y el espíritu de la obra. Cada crescendo y diminuendo fue manejado con una delicadeza y una maestría que demostraron no solo la pericia técnica del maestro Block, sino también su habilidad para comunicar su visión artística a cada uno de los músicos.

La interpretación de la Serenata se destacó por su intensidad y lirismo, logrando resonar profundamente en la audiencia. La Camerata y el maestro Block, desplegaron una gama dinámica y expresiva que abarcó desde los pasajes más sutiles y delicados hasta los momentos de mayor exuberancia y pasión. Esta habilidad para navegar entre los distintos estados de ánimo de la obra permitió que cada sección brillara en su justo momento, creando una interpretación rica en contrastes y profundamente conmovedora. El Larghetto elegiaco del tercer movimiento nos dejó literalmente sin aliento por su perfección técnica y su capacidad interpretativa. 

Esta combinación de programación acertada y ejecución sobresaliente hizo de la noche una experiencia enormemente enriquecedora. La diversidad de estilos y épocas de las obras seleccionadas creó un tapiz sonoro que mantuvo a la audiencia cautivada de principio a fin. Tanto es así que, al término del concierto, me encontré compartiendo con algunos asistentes la experiencia de que habíamossufrido algo parecido al síndrome de Stendhal durante la ejecución. Esta intensa reacción emocional ante la belleza artística es un testimonio elocuente del profundo impacto que la música de esa noche tuvo en todos nosotros. La capacidad de la Camerata Ucasal, tal vez una de las mejores formaciones de cámara de la Argentina, para evocar tales emociones subraya no solo su habilidad técnica, sino también su poder para conectar con el alma del público, creando momentos de sublime belleza que trascienden las notas y resuenan de manera perdurable en lo más profundo de nuestro ser.

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