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Al cumplir este lunes sus primeros seis meses, el gobierno se encuentra ante un punto de inflexión, reflejado en el cambio en la Jefatura de Gabinete. Javier Milei reconoció que había una fase cumplida y comenzaba una nueva etapa, cuyo abordaje exige un instrumental distinto al empleado hasta ahora.
El rasgo determinante de esta nueva instancia es que el descenso en la tasa mensual de aumento de precios al consumidor desde el 25,5 % de diciembre al 5% previsto para mayo indica un éxito y, a la vez, la proximidad de un límite. En los meses que se avecinan esa tendencia hacia la baja mutará hacia un amesetamiento. En junio impactarán los aumentos en las tarifas de los servicios públicos.
Esa percepción genera una modificación en las expectativas de la sociedad. Esa percepción influye en los mercados. Que en las últimas semanas la brecha cambiaria se haya ensanchado desde el 15% a más del 40% y el riesgo país subido más de 300 puntos no supone una reversión de la tendencia declinante, pero marca sí la sensación de que algo cambió.
Las encuestas revelan un descenso de la inflación como el tema prioritario en la opinión pública y un aumento de la preocupación por el desempleo y la pobreza. En esa dirección cabe interpretar también la multitudinaria movilización nacional del 23 de abril en defensa de las universidades públicas, cuya masividad adelantó esa modificación en las expectativas de la sociedad.
Pero los sondeos de opinión reflejan también el mantenimiento del respaldo mayoritario al gobierno. Aunque parezca paradójico, no se puede descartar que una parte relevante de ese respaldo no sea "a pesar" del ajuste, sino que, precisamente, responda a un reconocimiento de su inexorabilidad.
Las reformas imprescindibles
Lo cierto es que en esta segunda etapa el gobierno necesita no solo afianzar el equilibrio fiscal y financiero sino también encarar las reformas estructurales enunciadas, lo que demanda un mayor respaldo parlamentario, y la inauguración de un ciclo de inversión que abra camino a una fase de crecimiento económico.
El cumplimiento del objetivo prioritario de reducir la inflación está acreditado, pero es insuficiente para avanzar en las reformas estructurales necesarias para mejorar el nivel de competitividad de la economía. Este nuevo trayecto ya no puede fundarse única y exclusivamente en el ejercicio del hiperpresidencialismo.
En el discurso que Milei pronunció en Córdoba el 25 de mayo hubo un anuncio que pasó desapercibido: la intención de avanzar hacia la configuración de un "Consejo de Mayo", un organismo multisectorial que estaría compuesto por un delegado del Poder Ejecutivo Nacional y un representante de los gobernadores, la Cámara de Diputados, el Senado, el sector empresario y el sector sindical. Fue una admisión implícita de que en esta etapa está forzado a negociar con los gobernadores y la oposición "dialoguista".
Paralelamente, Milei estableció una nueva prioridad de política exterior: el establecimiento de un sistema de alianzas con las principales compañías tecnológicas estadounidenses, que son el motor de la Cuarta Revolución Industrial. Esa es la explicación de su reciente viaje a San Francisco. En esa aproximación juega un papel significativo la relación personal de Milei con Elon Musk. En ese sentido, el proyecto de instalación de un polo de empresas de inteligencia artificial en la Patagonia, cuya localización obedecería a la cercanía de las fuentes de producción de los enormes volúmenes de energía que demandaría su desarrollo, es un ejemplo elocuente de la intención de impulsar la inserción de la Argentina en la Cuarta Revolución Industrial.
El proyectado Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), especialmente la garantía de seguridad jurídica que supone el establecimiento de mecanismos de arbitraje internacional para la resolución de eventuales controversias promueve condiciones propicias para la radicación de nuevas inversiones en la agroindustria, la energía y la minería que pueden representar un significativo empujón para la reactivación productiva del interior.
Estas perspectivas explican el comportamiento de casi todos los gobernadores en sus negociaciones con el gobierno nacional y en el tratamiento de la cuestión en el Senado, pero su impacto territorial tiene diferentes tiempos, que a su vez suponen distintas implicancias políticas.
En el corto plazo, la salida de la recesión no podrá venir del aumento del consumo, que dejará de caer, pero en el corto plazo no tendrá un incremento significativo, ni de la inversión en las industrias instaladas, que tienen un 50% de capacidad ociosa y no necesitan nuevas inversiones para abastecer una mayor demanda.
La reactivación posible sólo podrá provenir de esas nuevas inversiones con epicentro geográfico en el interior. Esto supone una diferencia de tiempos con el conurbano bonaerense, que requiere un proceso de reconversión económica para elevar el bajo nivel de productividad de su aparato industrial. Una transformación de esa naturaleza requiere un período bastante más prolongado.
El desafío social
Esta dicotomía estructural tiene implicancias políticas. La crisis en el Ministerio de Capital Humano obliga a focalizar la atención en la situación social del Gran Buenos Aires. Porque si la provincia de Buenos Aires es considerada la "madre de todas las batallas", el conurbano bonaerense podría caracterizarse como el "padre de todas las crisis".
Para situar la cuestión en sus justos términos, corresponde formular dos aclaraciones. La primera es que todas las encuestas de opinión coinciden en que el respaldo a Milei tiene un carácter transversal, porque se manifiesta en todos los estamentos sociales y abarca a los sectores más vulnerables de la población.
La segunda aclaración es que, en estos primeros seis meses de gobierno, cuando la inflación tuvo un incremento acumulado de alrededor de 110%, aunque con un incremento bastante mayor en el rubro de alimentos, la tarjeta Alimentar aumentó un 137%, la asignación universal por hijo (AUH) un 259% y la ayuda escolar por hijo un 311%. Esas cifras implican una mejoría del 28% en relación con diciembre del año pasado, un 33% respecto a noviembre y un 45% en comparación con junio de 2023.
También en ese mismo lapso la implementación de un nuevo mecanismo de distribución alimentos a los comedores populares para prescindir de la participación de los movimientos sociales ocasionó una cadena de desajustes que desataron un vendaval de quejas y protestas.
En ese escenario corresponde inscribir las advertencias de la Iglesia y el contenido del informe difundido por Cáritas, la organización que administra la red más importante de comedores populares, que apunta que el 10% de la población experimenta lo que define como "inseguridad alimentaria severa". Para ubicar estos números en un contexto más amplio conviene precisar que la suma de la ayuda estatal a las familias vulnerables alcanza para cubrir solo el 47% de la llamada "canasta de indigencia".
Un relevamiento en barrios populares del Gran Buenos Aires realizado por el Centro de Investigación y Acción Social, el instituto de investigación de la Compañía de Jesús que dirige el sacerdote Rodrigo Zarazaga, consigna que solamente el 20% de sus pobladores vive exclusivamente de los planes sociales. El 80% restante complementa esa ayuda con ingresos provenientes del trabajo informal, donde la caída de los salarios y el empleo es todavía mucho mayor que el registrado en el sector formal de la economía.
Esta diferencia implica que el incremento presupuestario en los planes asistenciales permitió paliar la situación del 20% de la población vulnerable del conurbano pero en el 80% restante no alcanza a compensar la caída de ingresos derivada de la recesión.
La conclusión es obvia. El modelo asistencialista dominante en los últimos veinte años, cuyo agotamiento fue la causa estructural del triunfo electoral de Milei, agravó la situación de los sectores que pretendía favorecer. Ninguna política social puede resolver los problemas derivados del sistema de capitalismo prebendario cuya crisis desembocó en el estancamiento económico que padece la Argentina en los últimos doce años.
Si este agotamiento del modelo "kirchnerista" originó el ascenso de Milei, sólo el crecimiento económico de largo plazo puede responder efectivamente a los desafíos sociales. Pero el largo plazo excede un mandato presidencial. Esto obliga a encarar una reformulación integral del actual sistema de poder orientada a generar una acumulación de poder que no sea el patrimonio de un gobierno, que jamás podría alcanzar a conseguirlo por sí solo, sino una plataforma de lanzamiento para recrear la confianza necesaria para construir el futuro de la Argentina.
Ese fue seguramente el sentido del llamado formulado el 25 de mayo en la Catedral por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, cuando convocó a forjar una "alianza social para la esperanza". Esa confluencia exige un nuevo punto de partida. La Argentina vive un verdadero cambio de época. Nada de lo que venga después de Milei podrá parecerse a lo que hubo antes. Pensar lo nuevo exige pensar de nuevo.
* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico