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Escenarios posibles en Venezuela

Sabado, 24 de agosto de 2024 01:57
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Una vez más, las opciones para resolver la crisis venezolana parecen agotarse. Por un lado, el poder de Nicolás Maduro luce inamovible: la coalición de fuerzas institucionales que lo mantienen en el poder, entre ellos las Fuerzas Armadas, sigue cohesionada. Por el otro, la oposición se aferra a no perder la esperanza de un cambio y a presionar por todas las vías: en las calles, en los medios, en el mundo.

Luego está una comunidad internacional que intenta mediar entre las fuerzas, pero cuyas propuestas han sido rechazadas por ambas partes.

Mientras tanto, la vasta mayoría de los venezolanos ven que, como pasó en años anteriores, la crisis humanitaria se puede profundizar si no hay soluciones políticas.

El dictamen del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), próximo al oficialismo, convalidando la victoria de Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio y siguiendo al Consejo Nacional Electoral (CNE) confirma la prolongación del statu quo, escenario deseado por Maduro y su cúpula.

Sin embargo, la oposición liderada por María Corina Machado va a mantener la presión para que se cumpla lo que consideran el mandato popular del 70% de los venezolanos.

¿Qué viene ahora? Los escenarios que se plantean tienen muchas formas, están llenos de matices y pueden superponerse entre ellos. Es probable, incluso, que como ocurrió con la economía la transición política se dé de manera gradual, lenta e improvisada.

La política venezolana siempre sorprende: hay similitudes con experiencias anteriores, sí, pero también elementos nuevos: la respuesta del gobierno es cada vez más dura y radical; la oposición está fuerte y unida como nunca; el chavismo perdió apoyo popular y la consecuencia migratoria convierte la crisis en una de orden internacional.

Se mantienen las cosas como están

El gobierno de Maduro parece interesado en prolongar el estado de cosas: que la oposición se refugie ante la presión política, judicial y policial, que la comunidad internacional pierda el interés y que la gente tenga que resignarse a resolver su día a día. Para eso, el oficialismo necesita ganar tiempo. "El tiempo hoy no es sino un arma política en una contienda", dice Jesús "Chúo" Torrealba, un activista y exdirectivo de la oposición.

En crisis anteriores, el chavismo logró ganar tiempo hasta que la crisis menguó. Pero, según Torrealba, esta vez la tiene más difícil: "El gobierno ya no es este ente todopoderoso que pone los términos; ahora está a la defensiva, actuando sin mucha sofisticación, y la oposición está a la ofensiva".

Una oposición empoderada no va a resignarse a que las cosas sigan igual.

La profundización

En efecto, el gobierno puede optar por una crisis más aguda. Eso significa aceptar que les apliquen más sanciones económicas que les impidan la venta de petróleo o los obligue a venderlo más barato, afectando su flujo de caja. Que sus familias en el extranjero sean perseguidas por autoridades internacionales. Que ya no solo los líderes sino también militares medios y funcionarios públicos vean sus propiedades y visas congelados.

También se podría traducir en más represión ya no solo en contra de la oposición y sus activistas, que terminarían asilados y anulados, sino de la población en general. Eso, necesariamente, significaría un aislamiento casi total de Venezuela en el mundo, con la incapacidad de tener vías de comunicación con gobiernos vecinos para atender la crisis migratoria. Colombia sería particularmente afectado por esto, no solo porque es el mayor receptor de migrantes, sino porque puso sus apuestas de paz con el Ejército de Liberación Nacional en la mediación de Maduro con la guerrilla.

Muchos ven en los casos cubano y nicaragüense ejemplos de lo que podría ser una profundización del autoritarismo en Venezuela, con una oposición anulada y elecciones sin competencia. Venezuela, sin embargo, es un país más grande y conectado al mundo.

Las consecuencias de una profundización de sus crisis serían de una envergadura mucho más compleja de lo que ha visto la región en su historia reciente.

Algún tipo de transición

Aunque parece lo menos probable, una transición en Venezuela no se puede descartar. Si la crisis se deteriora, o si se produce un estallido social de la magnitud del Caracazo, el evento de 1989 que significó el origen social del movimiento político que se tradujo en la victoria de Hugo Chávez en 1999, la posibilidad de que se quiebre el apoyo a Maduro entre militares y funcionarios es mayor. Sin dinero, además, las deserciones son más difíciles de evitar. La oposición está apostando a un quiebre dentro del gobierno que obligue a Maduro a negociar su salida.

En este escenario es donde sí juega un rol la comunidad internacional que, bajo el liderazgo de Colombia y Brasil, que tienen vías de diálogo con el chavismo, ha propuesto nuevas elecciones o un gobierno de cohabitación transitorio. La oposición, en principio, ha rechazado estas iniciativas.

Torrealba se plantea el escenario: "La única manera de aceptar unas nuevas elecciones es que sean antecedidas por un gobierno de coalición, con un relevo de las autoridades militares y electorales y sin las condiciones desequilibradas y antidemocráticas en que se dieron las elecciones".

"La oposición puede llegar a aceptar algo así porque es un hecho que no tiene la fuerza para hacer valer el resultado de las elecciones del 28 y porque para la oposición es importante encontrar una solución a la crisis", añade.

 

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