El Valle de Cianca es un ámbito natural estratégicamente ubicado en el escenario regional, transitado por el hombre desde tiempos remotos. Los registros arqueológicos nos remontan a casi 2.700 años antes del presente, cuando los grupos nativos en sus recorridos comerciaban productos típicos de cada piso ecológico abarcando desde más allá de la Puna hasta las florestas tropicales.
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El Valle de Cianca es un ámbito natural estratégicamente ubicado en el escenario regional, transitado por el hombre desde tiempos remotos. Los registros arqueológicos nos remontan a casi 2.700 años antes del presente, cuando los grupos nativos en sus recorridos comerciaban productos típicos de cada piso ecológico abarcando desde más allá de la Puna hasta las florestas tropicales.
Con la llegada de los europeos ocurrió algo parecido, aunque, en algunos casos y con la guía de yanaconas incas, continuaron utilizando los trazados por faldeos cordilleranos y valles de altura.
En las tierras bajas fue distinto. Distinto y más dificultoso por la profusa vegetación que revestía serranías y llanuras, y el constante rechazo y las permanentes acciones de hostilidad y violencia de parte de ambas partes.
Entonces, los feligreses europeos de las nacientes ciudades y establecimientos rurales confiaron la seguridad de su existencia a la veneración de una santa o santo de la Iglesia Católica. En aquel gran espacio, la temprana instalación de la Hacienda de La Viña tuvo a su protectora en la "Señora de La Candelaria" a partir del año 1613.
Cuando comenzó a funcionar el ingenio azucarero en la finca de San Isidro del Pueblo Viejo de Campo Santo, sus tierras cultivables se organizaron y distribuyeron en varias fracciones a las que designaron: lote Santa Rita, Santa Lucía y Santa Rosa, entre otros. En este último, surgió la comuna de General Güemes poco antes de la llegada del ferrocarril e identificada en los escritos con el nombre de "Estación Santa Rosa".
En 1914, año de pleno desarrollo del pueblo, se encontraba residiendo el ingeniero Ricardo Fontaine Maury y se desempeñaba como presidente de la Comisión Municipal de General Güemes -Destacado Profesional que tiempo más tarde planificó y dirigió la construcción del Ramal C14 - y a la vez, integraba la primera Comisión de Vecinos Pro Templo.
En agosto de ese año, el Sr. Julio Cornejo cedió dos terrenos frente a la plaza principal para ser destinados a la construcción de la iglesia. Poco después de una visita Canónica de las Parroquias, el informe expresa: "(…) que en General Güemes se da la misa en un cuarto (…)" y luego aclara: "(…) hay una capilla en proyecto y se espera que el Dr. Julio Cornejo entregue la escritura de la tierra par empezar la construcción (…)"; sin mayores detalles. En un "Auto del Episcopado de Salta", entre otros puntos, declara: "(…) que la iglesia llevará por título San Pedro en recuerdo a la memoria de don Pedro Cornejo (…)", y que "(…) el 24 de junio de 1917 se realiza la Colocación de la Piedra Fundamental y comienza su construcción (…)". Aunque, por razones económicas, su edificación sobrellevó varios períodos de inactividad, siendo el más prolongado el referido en una nota de setiembre de 1934, donde el padre Rafael Gobelli aclara que: "(…) la construcción del templo estuvo detenida por tres años (…), (…) he podido terminar dicha obra, y aunque faltan algunos útiles y vasos sagrados, el templo se encuentra en condiciones de ser inaugurado (…)".
Desde un primer momento, tuvieron gran participación los pobladores mediante la formación de comisiones que colaboraban con los religiosos enviados, y con su esfuerzo y aporte económico se inauguró el 29 de setiembre de 1935 en presencia de Monseñor Roberto J. Tavella, designándose cura párroco al presbítero Marcos Lira. Todavía es una incógnita el motivo por el que reemplazaron el nombre, aunque, el documento más revelador es el "Auto de Erección de la Parroquia Santa Rosa de Lima" en la ciudad de General Güemes del 17 de febrero de 1936: "(…) se demarca la Jurisdicción Parroquial y se asigna como titular y Patrona a Santa Rosa de Lima (…), (…) Asimismo declaramos dividido el beneficio parroquial de Nuestra Señora de La Candelaria de Campo Santo y desligada toda responsabilidad con la nueva Parroquia de Santa Rosa de Lima de General Güemes (…)".
Sobre Rosa de Santa María
Isabel Flores de Oliva nació en Lima el 20 de abril de 1586. Era hija de Gaspar Flores y María Oliva, y recibió una esmerada formación a cargo de su madre, habiendo aprendido canto, poesía y la ejecución de varios instrumentos musicales. Siendo muy joven reveló su intención de seguir el modelo de vida de Catalina de Siena, decidida a pertenecer a la Tercera Orden de Santo Domingo en carácter de laica consagrada a Dios, no de religiosa. A partir de entonces vivió en una celda construida en su propia casa, vistiendo túnica blanca y manto negro, llevando una vida eremítica entregada a la oración y a penitencias extremadamente severas. Decidió llamarse "Rosa de Santa María". Murió de tuberculosis el 24 de agosto de 1617, siendo declarada Patrona de Lima y más tarde, de toda América y Filipinas. Fue la primera mujer criolla canonizada en América.
El camino a la santidad
El Príncipe de Esquilache, virrey del Perú, envió una carta a Madrid en abril de 1618, informando "(…) la muerte de la doncella criolla Rosa de Santa María, beata de la Orden de Santo Domingo, mujer tenida comúnmente como de estraordinaria penitencia (…), (…) haviéndola tenido dos días descubierta antes de enterrarla, por la devoción del pueblo, que lo pidió assi (…)" y señalando "(…) además de haber desarrollado una probanza de testigos acerca de las virtudes milagrosas de Rosa (...)
El archivo del Perú, también guarda una conmovedora misiva escrita por el padre de Isabel a ocho meses de su muerte, dirigida al monarca Felipe III: "(…) habiendo tenido una hija de tanta virtud, llamada Rosa de Santa María, que por los muchos milagros que hizo en vida y muerte, será forzoso que llegue su nombre a oídos de V.M. (…), (…) era ella la primera flor con cuyas virtudes y santidad ha querido Nuestro Señor engrandecer al Perú (…)".
Otro escrito revelador, es un informe sobre sus restos, sepultados desde 1619 bajo el altar de la capilla de Santa Catalina de Siena en la Iglesia de los dominicos. En aquella oportunidad, los encargados de la visita abrieron el ataúd y los desenvolvieron del lienzo en que permanecían y los examinaron detenidamente. El informe fue muy elocuente: "(...) y en la caja de madera se hallaron todos los huesos del cuerpo divididos y apartados los unos de los otros, y en algunos la carne seca y consumida, de los quales y de la caxa en que estavan salió un suave olor semexante al de las rossas secas, muy diferente del que suelen tener los cuerpos muertos en semejante estado (...)".
Al remitirse a Roma la citada documentación, se adjuntó una serie de cartas de los principales referentes de la Iglesia peruana en defensa y apoyo de su beatificación. En el expediente de 1632 están las comunicaciones de los superiores del Convento de la Merced de la ciudad de Lima, del provincial de la congregación de San Juan de Dios, del superior de la Compañía de Jesús, del provincial de la Orden de San Agustín y del provincial de la Orden de San Francisco.
El dominico alemán Leonardo Hansen, en 1664 escribió la biografía de mayor difusión que narra la vida, virtudes y milagros de Santa Rosa en 32 capítulos y un apéndice que enumera y revisa los milagros y testimonios de gracia celestial. El 2 de enero de 1669, el papa Clemente IX declaró a Rosa de Santa María "Patrona de la ciudad de Lima y del reino del Perú". Su inmediato sucesor en el pontificado, Clemente X hizo extensiva esta concesión a todas las islas y tierra firme de América y las Filipinas, proclamando oficialmente su santidad. La fecha por los festejos de su beatificación en Lima se estableció el martes 30 de abril de 1669. Se la recuerda y celebra el 30 de agosto, día del Tisiólogo y de los afectados por esta enfermedad. Bajo su protección, se encuentran actualmente varias poblaciones de distintas provincias.