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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Una aventura o un ensayo delirante

Viernes, 06 de septiembre de 2024 02:26
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La historia violenta de la Argentina, que no se reduce a "los '70" con su reguero de sangre y odio, debería ser tema para la historia y para la Justicia. Sin embargo, la política se ha esmerado, en especial en los últimos veinte años, en mantener vivo el recuerdo, agigantado y distorsionado por la memoria selectiva. En un país donde un millón de chicos se va a dormir con la panza vacía, esa frivolización del pasado repugna más todavía.

Ayer, el envío de una carta explosiva al despacho del presidente de la Rural, Nicolás Pino apareció como un "revival" de los años de plomo o como una insinuación del terrorismo internacional actual.

La primera hipótesis fue asociada con la propuesta de la vicepresidenta Victoria Villarruel de "mandar presos a los montoneros", que tuvo una réplica inmediata de Mario Firmenich. Como un mensaje de ultratumba, el excombatiente (condenado e indultado) le contestó a la vicepresidenta que la trascendencia de montoneros se debió a factores propios de aquella época; y agregó, dirigiéndose a "la militancia de estos días" que, si esos factores siguen vigentes, habrá que desarrollar una "alternativa política popular". Villarruel y Firmenich parecen encerrados en un discurso vacío. Nada permite, por ahora, asociar la carta bomba, que ayer hizo más estruendo que daño, con lo ocurrido en el pasado.

La otra hipótesis se vincula a una supuesta amenaza de Hezbollah contra el gobierno argentino. El terrorismo internacional mostró claramente su poderío y su estilo en los atentados contra la Embajada de Israel y la Amia. El costo que insume diseñar un atentado exige que los resultados sean arrasadores.

Habrá que ver en los próximos días cuánto puede avanzar la investigación acerca de los autores del hecho, o si se trata de un "lobo solitario amateur". Hasta ahora, el episodio, que causó heridas leves a varias personas, recuerda más bien al fallido atentado organizado por "los copitos", hace dos años, contra Cristina Kirchner, si bien esa noche, el arma, bien usada, hubiera sido letal. Los terroristas y los sicarios profesionales no suelen fallar.

De todos modos, no cabe relativizar la gravedad política de los hechos. El clima social, desde hace años, está resquebrajado por el deterioro de la calidad de vida; además, los servicios oficiales de inteligencia, también desde hace años, están manejados por aficionados y dedicados a espiar a los políticos o a cualquiera cuya intimidad le interese a un gobierno. El atentado contra Nicolás Pino puede haber sido el ensayo de un aficionado, pero es sabido que, en un pastizal reseco, una chispa puede terminar en catástrofe.

 

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