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En el año 2024, Latinoamérica ha mostrado notables cambios.
La irrupción de un gobierno libertario en la Argentina y de dos gobiernos de corte izquierdista, uno en México y otro en Uruguay, fue la nota destacable durante el año pasado. Otros gobiernos de tinte socialista se mantienen en la región.
Los inversores tienden a huir de estos países. El caso de Brasil es patético por el fuerte déficit fiscal, que, entre el rojo primario y el pago de intereses, se aproxima a 10 puntos del PBI. Algo similar sufre México. Y de Venezuela, no vale la pena hablar…
El cuadro argentino es realmente excepcional. Milei ganó hablando de ajuste y sacrificio. Su primer discurso parecía más uno de Churchill que de cualquier otro mandatario. Algo nunca visto en nuestro país, por lo menos en los últimos ochenta años.
La cuestión es que la Argentina ha quedado encerrada por gobiernos de izquierda. Su desafío reside en mostrar cintura política para no ser afectada por los vecinos.
El riesgo país ha registrado una caída notable. En enero de 2024 había superado los 2.100 puntos y ahora está girando por debajo de 600 puntos básicos, primera vez desde agosto de 2018 y el Gobierno se encuentra próximo a poder emitir deuda en los mercados internacionales. Algo impensable el año pasado.
La administración se ha centrado férreamente en el control de la inflación, el superávit fiscal y la acumulación de reservas internacionales.
Todo indica que vuelve a tener superávit fiscal luego de 16 años. Las cuentas equilibradas son condición necesaria para una política monetaria estable y creíble.
El enorme ajuste fiscal contrasta con la situación de hace un año, cuando el rojo fiscal representaba 23% de los ingresos totales del Tesoro Nacional.
La reducción de la tasa de inflación ha sido dramática, favorecida por la desregulación de productos importados y por la eliminación del impuesto país. La demanda real de dinero doméstico sigue aumentando: la evolución del crédito real en moneda local avanza a un ritmo no visto en los últimos 15 años.
En consecuencia, resulta muy probable que la tasa de inflación converja al objetivo oficial del 2% mensual, a partir de enero.
Para 2025, deberíamos aguardar una inflación anual del 25%. Vale remarcar que la tasa para el año 2023 fue del 211%.
Luego de la fuerte contracción de la primera mitad del año, el crecimiento económico se ha despertado. J. P. Mogan prevé una expansión del 4,4% para 2025.
El "gap" entre el dólar oficial y el paralelo se ha reducido fuertemente. El mercado aguarda una futura unificación cambiaria. Tal convergencia simplificará el sistema monetario y elevará la transparencia económica.
El gobierno apunta a una economía abierta y desregulada, con un gasto público que se reduzca al 25% del PBI, un tipo de cambio unificado, con una tasa de inflación para fines del año 2025, cercana al 10% anual.
Lamentablemente, hay un semáforo amarillo: el tipo de cambio. El actual nivel del dólar patea en contra de las exportaciones. Y el problema se agrava en la agricultura donde los derechos de exportación son un tremendo obstáculo.
Todavía hay resto para hacer correcciones al respecto. Pero el tiempo apremia.