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Deepfake, la versión tecnológica del bullying

Viernes, 24 de enero de 2025 02:17
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El avance de la inteligencia artificial (IA) ha transformado nuestra forma de vivir, aprender y comunicarnos. Una de las herramientas más controvertidas es la tecnología de deepfake, capaz de crear imágenes, videos y audios manipulados con tal realismo que es casi imposible distinguirlos de los originales. Aunque esta tecnología tiene aplicaciones legítimas en el arte, el cine y la investigación, su uso indebido dio lugar a preocupaciones graves, en el ámbito educativo.

Hoy en día, los deepfakes representan una nueva forma de acoso escolar o bullying, que combina las dinámicas tradicionales de intimidación con el poder de la tecnología. Esta problemática no solo afecta a las víctimas, sino que también plantea interrogantes éticos, legales y educativos sobre cómo abordar este fenómeno emergente.

Los deepfakes son productos de algoritmos de aprendizaje profundo que analizan datos, como patrones faciales o de voz, y los replican para crear contenido ficticio que parece auténtico. Un video deepfake puede mostrar a una persona diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron, lo que lo convierte en una herramienta poderosa para el engaño y la manipulación.

En el contexto escolar, esta tecnología ha sido utilizada para crear videos humillantes o sexualizados de estudiantes y docentes. Las víctimas no solo enfrentan vergüenza pública, sino que también lidian con el impacto emocional y psicológico de ser objeto de burla o desprecio, muchas veces sin poder demostrar que el contenido es falso. La rapidez con la que estos contenidos se propagan hace casi imposible controlarlos, incluso cuando las autoridades intervienen.

El bullying siempre fue una preocupación en el ámbito educativo, pero la llegada del deepfake cambió las reglas del juego. Este tipo de acoso no solo es más sofisticado, sino que también tiene consecuencias a largo plazo:

* Efectos emocionales y psicológicos: la vergüenza, la ansiedad y la depresión son comunes entre las víctimas. Muchas se sienten incapaces de regresar a la escuela, temiendo el juicio o las burlas de sus compañeros.

* Daño a la reputación: las imágenes y videos falsos pueden seguir circulando en internet durante años, afectando la vida personal y profesional de las víctimas incluso en la adultez.

* Aislamiento social: las víctimas a menudo se aíslan, incapaces de confiar en sus pares.

* Normalización del acoso digital: al ser difícil rastrear y castigar a los responsables, este tipo de bullying puede convertirse en  una práctica recurrente.

Para combatir el uso indebido del deepfake, las escuelas deben implementar estrategias que aborden tanto la prevención como la respuesta. Algunas medidas incluyen:

1. Educación digital: enseñar a los estudiantes sobre el uso responsable de la tecnología, las consecuencias del ciberacoso y la importancia de la empatía.

2. Protocolos claros: establecer procedimientos específicos para manejar casos de ciberacoso, incluyendo la intervención de psicólogos y autoridades legales cuando sea necesario.

3. Colaboración con familias: los padres deben ser aliados en la lucha contra el ciberacoso, fomentando un ambiente de confianza donde los niños puedan expresar sus inquietudes.

4. Capacitación docente: los profesores y directivos deben estar preparados para identificar y manejar situaciones de acoso relacionadas con deepfake.

Los gobiernos tienen un papel fundamental en la regulación del uso de tecnologías como los deepfakes. La creación y difusión de contenido manipulado con fines malintencionados debe ser tipificada como delito, con sanciones que disuadan a los posibles infractores. En España, por ejemplo, la Fiscalía ha propuesto criminalizar los videos deepfake sexualizados, reconociendo el daño que estos causan, especialmente cuando los perpetradores son menores de edad.

Las empresas tecnológicas deben asumir su parte de responsabilidad. Deben desarrollar herramientas de detección, que puedan identificar y marcar contenido manipulado antes de que se haga viral. Además, limitar la disponibilidad de software deepfake que pueda ser usado con fines dañinos; fomentar el diseño ético e invertir en investigaciones que prioricen el uso positivo de la IA.

Las familias juegan un rol crucial en la protección de los jóvenes frente al ciberacoso Los padres deben hablar con los hijos sobre los riesgos del entorno digital y cómo actuar si se sienten vulnerables, supervisar el uso de dispositivos y establecer límites claros para evitar la exposición a contenido perjudicial o aplicaciones riesgosas. Es necesario promover el respeto y la empatía como pilares fundamentales de las relaciones interpersonales.

El uso indebido de los deepfakes en las escuelas es un reflejo de cómo la tecnología puede amplificar problemas sociales existentes. En este caso, el acoso escolar se ha vuelto más sofisticado, más dañino y más difícil de controlar. Sin embargo, no todo está perdido. Con educación, regulación y colaboración, es posible crear un entorno seguro para los estudiantes. La clave está en abordar el problema de manera integral, involucrando a todos los actores sociales: escuelas, familias, gobiernos, empresas tecnológicas y, por supuesto, a los propios estudiantes. El desafío de los deepfakes es global, pero también lo es nuestra capacidad para enfrentarlo. Si logramos inculcar en las nuevas generaciones un uso ético y responsable de la tecnología, estaremos no sólo protegiendo a nuestros jóvenes, sino también construyendo un futuro más justo y respetuoso.

 

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